José De Gregorio: “El riesgo que corremos es que haya mucha promesa y no exista financiamiento (...) eso nos llevará a una situación fiscal insostenible que lo único que hará será empobrecer al país”
El decano de la FEN de la Universidad de Chile y expresidente del Banco Central analiza las propuestas de los precandidatos presidenciales y entra de lleno a la discusión sobre la autonomía del instituto emisor. “Estoy muy en desacuerdo con ese planteamiento, estoy dispuesto a conversarlo con el señor Jadue en cualquier momento”, dice, al analizar lo que el candidato del PC propone para el BC. Sobre el debate actual afirma que “veo mucha gente que habla y hace aseveraciones muy equivocadas de orden macro, y que son de una ligereza asombrosa”.
Atento a las discusiones que comienzan a darse en torno a la elección presidencial y al inicio de la Convención Constitucional está el decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile (FEN), José De Gregorio. De hecho, la facultad que encabeza tiene a tres académicos que están a cargo de los programas económicos de precandidatos presidenciales de centroizquierda e izquierda, pero también algunos ligados a las colectividades de derecha. “Es una señal de pluralismo y de que a los candidatos les interesa conversar con ellos. Mientras esto no desvíe la atención del trabajo académico, no hay problema”, sostiene el decano y expresidente del Banco Central, quien añade que “no me afecta que haya discusión, lo importante es que sea en un clima de respeto y con altura de miras, como corresponde a un académico”.
Este domingo comienza a sesionar la Convención Constituyente. Según las distintas posturas que se han ido conociendo, ¿cómo espera que vaya decantando la discusión?
-En general soy optimista. La mayoría de los constituyentes quiere escuchar, discutir y llegar a acuerdos. Me preocupa un poco la presión política que algunos tratan de hacer alrededor de la convención y que incluye movilizaciones. No es buena manera de comenzar un trabajo que genere confianza. Chile es un país que está muy tensionado, muy polarizado, y este tipo de tensiones va a surgir, pero debemos saber canalizarlas.
¿La polarización es generalizada o la ve en los integrantes de la convención?
-Se tienden a exacerbar algunas posiciones minoritarias, pero confío en que la inmensa mayoría de los convencionales esté por el acuerdo serio. Si no hay acuerdo, se deben tomar decisiones como corresponde en un régimen democrático, y la ciudadanía votará en el plebiscito de salida.
En marzo de 2020 usted dijo que el cambio constitucional era la mejor forma de canalizar las demandas ciudadanas y dar el salto al desarrollo. ¿Sigue pensando igual?
-Sigo convencido. El camino por el que veníamos nos llevaba al fracaso. La institucionalidad ya no estaba rindiendo. El camino de la Convención Constituyente tiene riesgos y podríamos también terminar limitando la capacidad de progreso del país, pero al menos tenemos una oportunidad.
Entre algunos de los convencionales hay harto ánimo de asignarle tareas adicionales al Banco Central (BC), e incluso afectar su autonomía permitiendo las acusaciones políticas. ¿Cómo analiza ese debate?
-Hay que discutir el rol del Banco Central. No hay temas tabús. Hay que discutirlo y convencerse. Yo soy un convencido de que se debe mantener la autonomía. Sería muy negativo para el país que el BC dependa del gobierno. Uno puede discutir los temas de los objetivos, pero hay que dejar la ideología y los eslóganes de lado. Veo mucha gente que habla y hace aseveraciones muy equivocadas de orden macro. Y son de una ligereza asombrosa y solamente se pueden explicar por ideología. La tecnocracia en su versión negativa es aquella que repite dogmas sin pensar, sin estudiar ni mirar la evidencia, y ese defecto lo veo en mucha gente cuando opina del BC.
¿Eso pasa hoy tanto en la convención como en las candidaturas presidenciales?
-Los dogmas no tienen color político. El dogmatismo es transversal. Lo que tenemos que aprender, y espero que en eso la convención ayude, es a dialogar, tratar de convencernos. La institucionalidad tiene que tener la suficiente flexibilidad para que el BC tenga una gran capacidad para proveer bienestar para la economía. Otra cosa es la discusión práctica de política económica, que ni siquiera debería estar en la Constitución, ni siquiera en la ley. El BC puede comprar bonos, proveer liquidez, realizar intervenciones cambiarias y aplicar controles de capital, entre otros. Algunos están pensando que en la Constitución se debe definir cuál es el esquema monetario-cambiario y eso es un error, porque el BC tiene que tener flexibilidad para poder adoptar decisiones que dependen de las circunstancias.
Y la posibilidad de realizar acusaciones constitucionales en su contra...
-La independencia de las instituciones depende de la forma de nombrar a sus autoridades, pero sobre todo de la forma en que se remueve a las autoridades. Uno puede decir ‘esta institución la declaro independiente’, pero puedo remover a sus autoridades cuando quiera. Con eso no va a existir autonomía. Lo que hay que evitar es que una remoción se produzca por conflictos políticos y no por el funcionamiento de la institución, porque de esto último no hay duda: si un BC no cumple con su función hay razones para remoción. Además, hay un tema que no se destaca mucho: el Banco Central debe ser de las instituciones que hace más rendiciones de cuentas al país. Presenta cuatro informes de política monetaria al año, dos informes de estabilidad financiera, va continuamente al Congreso a hablar de distintos temas y eso es muy valioso. Mi preocupación es que la acusación constitucional, más un conjunto de objetivos inconsistentes, se prestan para una politización e intervención inadecuadas.
Daniel Jadue en su programa de gobierno propone cambiar la lógica actual del BC y plantea que se rija por un directorio que exprese a los distintos actores económicos y sociales, y que se coordine con la autoridad gubernamental. ¿Qué opina?
-Estoy muy en desacuerdo con ese planteamiento, y estoy dispuesto a conversarlo con el señor Jadue en cualquier momento. Creo que está profundamente equivocado. No es lo que viene en el futuro ni es lo mejor para el país. Son solo frases cliché sin sustento conceptual ni en la evidencia.
¿Cuál es el riesgo de un Banco Central de esas características?
-¿Qué significa lo que él dice? Que la política de tasa de interés va a depender de su objetivo de desarrollo, es decir, que el BC será el que adopte tasas de interés que muchas veces puedan implicar subsidios que los debería dar el Fisco. Varias de estas propuestas se realizan sin tener claro que lo que están haciendo es traspasarle una responsabilidad fiscal a una institución que está a cargo de la estabilidad de precios del país. Entonces, cuando la gente dice que el BC debería apuntar a tener un tipo de cambio más alto, es equivalente a cobrarles un impuesto a las importaciones y darles un subsidio a las exportaciones, lo que es, además, muy injusto: que la gente pague más por la bencina y los alimentos para transferirles ingresos a las empresas exportadoras y a los extranjeros. Me preocupa mucho que se diga que el BC deba coordinar con el gobierno su política monetaria. ¿Nos vamos a sentar y el gobierno va a decir qué política monetaria tendrá el BC? No lo entiendo. Hay desconocimiento en cómo funcionan los bancos centrales. Por otra parte, el BC debe tomar las decisiones de política fiscal como un dato, sería antidemocrático que se inmiscuya en decisiones políticas como es el gasto público. Al BC le corresponde cerrar el círculo en torno a la estabilidad macroeconómica.
En la candidatura de Gabriel Boric se ha planteado que el BC vuelva a ser más activo en la intervención cambiaria, incluso reflotando el uso de un encaje como en los años 90. ¿Se puede volver o eso afectaría el manejo actual de política monetaria?
-Ese es un problema de política económica. Se puede discutir. Al BC nada le impide ni le obliga a manejar el tipo de cambio. No hay restricciones. La pregunta de fondo es bajo qué condiciones, cómo se hace. Cuando fui presidente del BC intervenimos masivamente por apoyar el tipo de cambio, y ahora lo está haciendo de nuevo. Esto no es un dogma. Discutamos el control de capitales, veamos la evidencia. Me llama la atención que temas de política económica se pretendan poner en la Constitución o estén en un programa económico presidencial. Eso es no creer en la autonomía y querer subordinar al banco a un programa de gobierno.
En Chile se pide encaje hasta cuando tenemos superávit en cuenta corriente, no entiendo esa lógica. No hemos tenido en los últimos 20 años problemas de entrada masiva de capitales o de ataques contra nuestra moneda que puedan generar distorsiones complejas en el tipo de cambio, y cuando ha habido problemas se ha intervenido.
Otra de las ideas que plantean la mayoría de los candidatos es subir la carga tributaria. La más radical es la de Jadue que propone entre 8 y 10 puntos del PIB en cuatro años. ¿Hay evidencia en el mundo de un alza de tal magnitud en ese plazo?
-Según los datos de la Ocde de carga tributaria, excluyendo seguridad social, hay solo un caso que aumentó de manera persistente su carga tributaria en torno a 10% del PIB: Dinamarca. Lo hizo con un alza del impuesto al ingreso a todas las personas y subiendo el IVA. Es un solo caso en más de 40 años y en 35 países. No solo es algo poco frecuente, sino que bastante excepcional.
¿Es viable recaudar lo que se propone?
-Lo que uno esperaría de la discusión económica es tener los números, más allá de Twitter. Se requieren documentos, saber en detalle las estimaciones, porque lo que he escuchado de esa campaña es que el aumento en el impuesto que pagan las personas de mayores ingresos, a 50%, recaudará US$300 millones. Eso es aproximadamente el 1% de lo que se quiere recaudar. Y, por otra parte, se plantea que la desintegración recaudará unos US$800 millones, bastante menor también. Después ponen algo de royalty, pero no me dan los números, quisiera ver algo más de detalles.
El candidato Jadue ha dicho que esta alza no tendría efectos en la inversión.
-Hay que ser muy serios y no dogmáticos. Pareciera que siempre cuando hablamos de impuestos es llegar y subir. Uno tiene que ser muy honesto intelectualmente y decir que efectivamente un aumento de impuestos tendrá algún costo en materia de crecimiento, pero será un país mejor. Como ha dicho Andrea Repetto, pareciera que los economistas de izquierda piensan que en las economías no hay elasticidades, todo es fijo, y por la derecha, creen que las elasticidades son infinitas y que cualquier cambio es un colapso. El mundo real está en el medio. En Chile no es fácil subir impuestos. La Presidenta Bachelet trató de subir la carga tributaria y no tenemos la evidencia de cuánto fue efectivamente lo que subió.
¿Falta tener más antecedentes?
-Debemos mirar los números, el detalle. Una discusión con datos. Porque el gran riesgo que corremos es que haya mucha promesa y no haya financiamiento y eso sí que es muy malo, porque nos llevará a una situación fiscal insostenible que lo único que hará será empobrecer el país, o a una situación donde se le tenga que decir a la gente: perdón, lo que le prometí no podré hacerlo. Las dos situaciones son muy malas.
Recuperación y alza de tasas
El BC redujo la proyección de crecimiento para 2022 y 2023, lo que se atribuye a los efectos sobre la inversión que puede generar la incertidumbre del proceso constitucional. ¿Comparte esa visión?
-Efectivamente, pero hay elementos macro de corto plazo de los que no se tiene todavía la dimensión completa. Los retiros de los fondos de pensiones y las ayudas fiscales pueden tener un efecto positivo en 2022. Lo importante que destaca el BC es que el crecimiento potencial de la economía es bajo, porque nuestra productividad ha sido débil en los últimos años. Y si a eso le sumamos el efecto sobre la inversión que tiene la incertidumbre, que espero sea pasajera, obviamente afecta nuestra capacidad de crecimiento.
El Imacec creció 18,1% en mayo y, además, la serie desestacionalizada avanzó 2,6%. ¿Las cifras le están dando la razón al BC en la proyección que hizo de PIB para 2021?
-Si la economía no crece más y se queda al mismo nivel de hoy día, ya tenemos asegurado 8% por efecto base de comparación, y por eso no descarto que crezcamos 9%. Tenemos el retiro de fondos de AFP que tiene un impacto muy fuerte sobre la demanda y si a eso sumamos políticas monetaria y fiscal expansivas, y esta última es incluso más expansiva que el año pasado, debería ayudar a la recuperación. Es del todo factible que se crezca en el rango del BC.
¿Se puede decir que la política fiscal venía atrasada?
-Por supuesto. El primer impulso fiscal viene después que el Colmed llama a un grupo de economistas para una propuesta fiscal. Los montos de las ayudas partieron muy bajos, y eso explica por qué el retiro de fondos tuvo tanto apoyo popular. El esfuerzo de este año viene principalmente del acuerdo de mínimos comunes. El impulso de demanda que explica nuestra rápida recuperación no es lo que el gobierno quería, más bien es a pesar del gobierno. Por suerte el nuevo ministro de Hacienda ha sido más dialogante y entiende mejor las urgencias.
En la última Reunión de Política Monetaria el BC analizó la opción de subir la tasa de interés y eso hizo que el mercado adelantara dicha expectativa para julio o agosto. ¿Ve recomendable que sea tan pronto?
-El BC, cuando empiece a retirar el estímulo monetario subiendo la tasa de interés, seguirá teniendo una política expansiva. Además, el retiro del estímulo tiene que coincidir y hacerse en momentos en que la economía y sus problemas de actividad ya no sean causados por insuficiencia de demanda. Muy luego en Chile se cerrará la brecha de capacidad, persistiendo problemas estructurales complejos, por eso si el BC no empieza a retirar el estímulo de manera gradual, tendremos una mayor inflación y el ajuste será mucho más severo.
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