La columna de Michèle Labbé: “Reformas Hood Robin”
"El problema de las políticas Robin Hood que florecieron en el segundo período presidencial de Bachelet y que el gobierno sigue promoviendo en cada una de sus actividades, es que en realidad son políticas Hood Robin, es decir políticas públicas que terminan quitándole a los pobres para darle al Estado".
Robin Hood es un personaje del folclore inglés que, de acuerdo con la leyenda, vivió escondido en los bosques de Sherwood, y cuya característica más conocida es que robaba a los ricos para darle a los pobres. Sin embargo, el conocimiento general está errado, Robin Hood no robaba a los ricos, robaba al Estado para darle a los pobres. De hecho, Robin de Locksley luchaba contra el sheriff de Nottingham y el príncipe Juan sin Tierra, quienes utilizaban la fuerza pública para acaparar ilegítimamente las riquezas de los nobles que no los apoyaban.
La importancia de esta aclaración histórica viene dada por el énfasis que han tenido las políticas públicas en los últimos 10 años, que cambiaron el eje desde crecimiento económico para mejorar el bienestar de las personas y en específico, disminuir la pobreza, a la redistribución del ingreso, asumiendo el crecimiento económico como vegetativo, o inalterable.
Este cambio de enfoque, donde la redistribución del ingreso – quitarles a los ricos para darle a los pobres – se convirtió en el eje central de las políticas públicas generó como consecuencia una caída en la tasa de crecimiento económico de nuestro país, que está generando que hoy celebremos el crecimiento de 0,2% el año 2023, en vez de avergonzarnos del mismo y tomar medidas para enmendar el rumbo.
El problema de las políticas Robin Hood que florecieron en el segundo período presidencial de Bachelet y que el gobierno sigue promoviendo en cada una de sus actividades, es que en realidad son políticas Hood Robin, es decir políticas públicas que terminan quitándole a los pobres para darle al Estado.
Tan cierto es esto, que grandes y reconocidas instituciones internacionales han indicado que el Estado chileno dilapida una enorme cantidad de recursos cada año, equivalente a todo el dinero necesario para pagar la Pensión Garantizada Universal, a través de perpetuar programas sociales mal enfocados (que no van destinados o no terminan en las manos de los más desposeídos), deficiente sistema de compras públicas con precios inflados donde un exceso de recursos termina en manos de los proveedores de insumos del sector público, salarios excesivos, y trabajadores que no trabajan.
Los ejemplos abundan, la licitación (por $50MM) de un estudio “en vivo” de fiestas donde se mezcla la droga y el sexo, y donde, la misma licitación establece que los informes debían realizarse a través de un trabajo desarrollado por “observadores-participantes” que sean parte de la comunidad LGTBI+ y no binaria; los dineros dilapidados por el Ministerio de la Mujer ($85MM) para financiar una “Guía para dibujar una Clítoris”, los murales sexuales explícitos que la municipalidad de Santiago debió posteriormente borrar, los programas para aprender a pintar bancas, o para llevar agua potable a poblaciones, que terminaron siendo una transferencia a “amigos” del Estado y que ya suman más de $32 mil millones, sólo son la punta de iceberg.
No obstante, lo anterior, antes de limpiar y reasignar los recursos de los chilenos que pagamos a través de nuestro trabajo y esfuerzo, el Estado, administrado por el gobierno de turno, insiste en olvidar la plata perdida, y pedir más plata a los trabajadores, a través de subir impuestos. Yo me pregunto si esos $32 mil millones no pertenecieran al Estado sino hubieran sido recursos privados de uno de los ministros, ¿no estaría ese ministro abocado 100% a recuperar su plata perdida?, si el Estado trabaja para los chilenos, ¿Por qué no está 100% abocado a investigar y ¡Recuperar! los dineros perdidos en vez de estar pidiendo que los trabajadores de Chile sigan metiéndose la mano a los ya debilitados bolsillos para darle más?
Las políticas públicas Robin Hood olvidan que las personas, los recursos, la plata no son estáticos. Un impuesto a los ricos genera inmediatamente que quienes estén afectos a dicho impuesto se radiquen virtualmente en un país que no tenga dicho impuesto, un impuesto a las ganancias de capital hace que los capitales fluyan a países más rentables, un alto impuesto al trabajo hace que el trabajo mejor pagado emigre hacia países más amistosos con los salarios (fuga de cerebros) y sea el resto – los trabajadores de menores salarios -, los que terminen pagando los impuestos.
Al olvidar que las personas, los recursos, la plata se mueven, son dinámicos, las políticas Robin Hood terminan siendo políticas Hood Robin, donde se les quita a los más pobres para darle a un Estado que termina siendo un saco sin fondo.
Comenta
Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.