Los celos sindicales que inquietan a multimillonario proyecto minero en frontera de Argentina y Chile
Los poderosos sindicatos trasandinos reclaman que los dueños de los proyectos mineros Josemaría y Filo del Sol, que contemplan inversiones por US$7 mil millones, están contratando a trabajadores chilenos y no a argentinos para construir sus minas. Estos depósitos forman parte de un distrito mayor, llamado Vicuña, que incluye a otros cuatro yacimientos: el único que ya está en funcionamiento es la mina chilena Caserones.
A más de cuatro mil metros de altura, en un inhóspito rincón de la frontera argentino-chilena de la Región de Atacama, se están llevando adelante las labores para desarrollar el que podría ser uno de los cinco mayores distritos mineros de cobre del mundo.
El llamado Distrito Vicuña es una zona transfronteriza de 150 kilómetros cuadrados que incluye varios depósitos ricos en cobre, con un contenido de mineral inusualmente alto, una vida útil conjunta de más de 50 años y que se ubican tanto por el lado chileno como por el argentino.
El único integrante de este atractivo conjunto que ya está siendo explotado es Caserones, cuya controladora es la canadiense Lundin Mining, con un 70%, y su socia, la japonesa JX Nippon Mining & Metals, con un 30%. A sólo 17 kilómetros al sur de Caserones, aún en territorio chileno, se encuentra el prospecto Los Helados, descubierto en 2007 y donde se reconocen más de 2 millones de toneladas en recursos, también propiedad de Lundin, pero que está en sus primeras fases de exploración.
Ya en territorio argentino, en la provincia de San Juan, distante a sólo nueve kilómetros al sur, se encuentra el depósito Lunahuasi, descubierto recién el año pasado, donde se hallaron leyes de mineral espectaculares de 7,5% en sondajes, por lo que podría gozar del mayor potencial de expansión del distrito.
Seis kilómetros al sur de Lunahuasi se encuentra el mayor descubrimiento geológico del área, llamado Filo del Sol, con recursos de cobre, plata y oro. Y a 11 kilómetros de este se encuentra el proyecto de cobre más avanzado, pues ya está en la etapa de pre-construcción, que es Josemaría, el que cuenta con reservas estimadas de tres millones de toneladas de mineral y que pretende producir del orden de las 131 mil toneladas de cobre fino al año y 224 mil onzas de plata, para una vida útil de 19 años. Se espera su inicio de producción para 2026.
Filo del Sol es el único depósito que ya no es controlado por Lundin, dado que la canadiense se alió con BHP en julio pasado para desarrollar el proyecto en conjunto y en partes iguales.
Sólo para Filo del Sol y Josemaría se proyectan inversiones del orden de los US$7 mil millones, según confesó el director de Lundin, Pablo Mir, a Money Talks de Pulso la semana pasada.
Argentinos versus chilenos
La torta de recursos es tan apetitosa que ha despertado el fuerte interés tanto de proveedores mineros como de trabajadores especialistas. En la minería chilena, más acostumbrada a este tipo de desarrollos multimillonarios en la industria, este atractivo no se ha hecho tan público como la expectativa generada al otro lado de la cordillera.
Porque pese a que aún se está en la fase de exploración en Filo del Sol y en los pasos previos a la construcción en Josemaría, ya han surgido las primeras señales de las poderosas confederaciones sindicales trasandinas, que han levantado la voz para presionar con el fin de que esta torta se comparta con los trabajadores locales. Claro, porque como el proyecto está justo sobre la frontera, Lundin ha estado trabajando indistintamente con proveedores y contratistas argentinos y chilenos en la zona, y los sindicatos trasandinos reclaman que son proporcionalmente menos.
“Si llegan a un 15% de sanjuaninos más o menos es mucho”, reclama el secretario general de la Asociación Obrera Minera Argentina (AOMA), Iván Malla.
AOMA, dice, ha reclamado sobre esta situación desde hace meses y siente que, con el tiempo, esta situación se habría agravado, por lo que pretenden hacerle ver a las autoridades centrales el problema, pues consideran que puede afectar a las empresas trasandinas, en especial a las más pequeñas. Y culpa de esto al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI), un programa creado por el gobierno de Javier Milei que ofrece una serie de beneficios como la reducción del impuesto a las ganancias del 35% al 25%, la devolución acelerada del Impuesto al Valor Agregado (IVA), retención cero para las exportaciones que surjan de estas inversiones, y garantías de estabilidad tributaria y aduanera por 30 años.
“Imagínese si hoy les cuesta ingresar a los proyectos para prestar servicios, será mucho más difícil con ese régimen. Las va a dejar afuera de la cadena de valor a las empresas más chicas, a las empresas de servicios que no van a ser competitivas. El mejor ejemplo lo tenemos en Filo del Sol, donde tenemos trabajando cinco empresas que son de Chile, con trabajadores chilenos”, reclama Malla.
La posibilidad de contratar chilenos para labores mineras en zonas fronterizas vecinas en Argentina y viceversa está permitida, tanto como el paso bidireccional de personal de ambas naciones en el caso de actividades compartidas, gracias al Tratado de Integración y Complementación Minera entre Chile y Argentina, suscrito en 1997, y su Protocolo Complementario de 1999. “Entre los principios fundamentales de este tratado destaca (…) la creación de un área de operaciones a través de la frontera, lo cual requiere de protocolos específicos adicionales, la posibilidad de constituir servidumbres transnacionales y la posibilidad de acceder a recursos naturales en el otro país”, explicó la embajadora y académica María Teresa Infante en un paper llamado “Tratado minero entre Chile y Argentina: Una visión global” del 2001, donde incluso alude al tratamiento jurídico de los trabajadores que laboran en este tipo de actividades: “Si las tareas se desarrollan indistintamente en ambos lados de la frontera, se aplica la ley del lugar de la celebración del contrato”.
Bajo este marco, Josemaría y Filo del Sol tienen entre sus planes la posibilidad de sacar el mineral por puertos chilenos, dado que los terminales de la Región de Atacama contarían con capacidad para absorber esta carga, que sería trasladada mediante cintas transportadoras desde los yacimientos argentinos hasta Caserones, y de ahí a los puertos.
Muchos más argentinos
Ahora, los reclamos de los sindicatos argentinos no tendrían asidero, según comentan desde Lundin, porque hasta el momento la compañía cuenta con una gran mayoría de personal argentino en los proyectos y prospectos que lleva adelante por el lado trasandino del Distrito Vicuña, aseguran.
De acuerdo a fuentes de la minera canadiense, en el proyecto Josemaría contarían solo con trabajadores argentinos y donde sí habría chilenos es en Filo del Sol.
Dado el joint venture suscrito entre Lundin y BHP, este proyecto ahora opera de manera independiente de ambas compañías, pero desde la canadiense aseguraron que en Filo del Sol también existe una mayoritaria presencia de trabajadores argentinos y que los chilenos sólo representarían alrededor del 15% del total.
Sin embargo, otras fuentes de Lundin comentan que en la empresa están conscientes de estas señales enviadas por los sindicatos para el futuro de los proyectos, dada la fortaleza que poseen los gremios al otro lado de la cordillera, tomando en cuenta que aún falta mucho por recorrer, dado que el proyecto más avanzado que es Josemaría recién está previsto que inicie su producción, de no mediar retrasos, en dos años más.
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