A los suecos les da vergüenza subirse a un avión ¿Por qué?

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Foto. Reuters

Se han convertido en grandes viajeros, para escapar de las bajas temperaturas de su país.


A fuerza de huir del interminable invierno hacia latitudes más cálidas, los suecos se han convertido en grandes viajeros pero desde hace poco cunde entre ellos la "vergüenza" de tomar el avión y contribuir al calentamiento global.

Tienen incluso una palabra para eso, "flygskam", o "vergüenza de volar", que traduce el sentimiento de culpa ante los reconocidos efectos ambientales dañinos del transporte aéreo.

Una cuenta anónima en Instagram que ya tiene 60.000 seguidores critica el comportamiento de los influenciadores en las redes sociales, que promueven destinos muy distantes, en detrimento del planeta.

"Me preocupa todo lo que está sucediendo a mi alrededor y (la vergüenza de volar) ha afectado mi punto de vista sobre los viajes en avión", dijo a la AFP Viktoria Hellstrom, de 27 años, estudiante de Ciencias Políticas en Estocolmo.

El verano pasado, esta joven prefirió tomar un tren para viajar a Italia, a pesar de que sus amigos optaron por el avión. Y aún así se sintió culpable por haber hecho unas semanas antes un viaje en avión a España.

Cada día más y más suecos, en particular los más jóvenes, escogen el tren en lugar del avión para reducir su huella de carbono.

Pionera en la materia, la adolescente Greta Thunberg, que se tornó célebre por su campaña en favor de las huelgas escolares por el clima, viajó 32 horas en tren desde Estocolmo a Davos, en Suiza, para participar en el Foro Económico Mundial el pasado mes de enero.

Otras personalidades suecas ya anunciaron su decisión de no volver a utilizar el avión. El conocido comentarista deportivo Bjorn Ferry, que trabaja en la televisión pública, afirmó que de ahora en adelante viajará únicamente en tren.

Por su parte, 250 empleados de la industria cinematográfica publicaron un manifiesto en el diario Dagens Nyheter en el que pedían a los productores suecos que limitaran sus viajes al extranjero por razones medioambientales.

Aumentan las reservas de tren

La localización geográfica de Suecia (casi 5.000 kilómetros separan Kiruna, ciudad minera de Laponia, de Marbella en la Costa del Sol española), el elevado poder de compra, los vuelos chárter y el auge de las compañías aéreas de bajo costo permitieron a los suecos convertirse en grandes viajeros.

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Tecnológica de Gotemburgo en 2018, las emisiones provenientes de los aviones entre 1990 y 2017 eran cinco veces superiores al promedio mundial por habitante.

Esas emisiones aumentaron un 61% desde 1990 por los vuelos internacionales, apuntó el estudio.

Pero la gente ha empezado a tomar conciencia del calentamiento global. Según el Instituto Meteorológico sueco, la temperatura promedio anual aumenta dos veces más rápidamente en Suecia que el promedio mundial.

Ante este escenario, un estudio de la oenegé Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) publicado en enero mostró que casi uno de cada cinco suecos (poco menos del 20%) optó por lo menos una vez por viajar en tren y no en avión para minimizar el impacto ambiental.

El mismo estudio mostró que esa tendencia es más marcada entre las mujeres y en general los más jóvenes.

Por eso, la compañía ferroviaria nacional SJ registró un aumento del 21% en los viajes este invierno, al tiempo que el gobierno anunció su intención de reintroducir antes del fin de 2022 los trenes nocturnos hacia las grandes capitales europeas.

Y aunque el número de pasajeros en los vuelos internos cayó un 3,2% en 2018, el de pasajeros en vuelos internacionales aumentó un 4%.

Vergüenza, un elemento central

Hasta ahora, la tendencia de la "vergüenza de volar" no ha tenido el mismo impacto en los países vecinos, aunque Finlandia ha acuñado su propia versión del término: "lentohapea".

Otros lugares del mundo carecen de una expresión similar, pero como el avión emite 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro, contra 158 el coche y 14 el tren, algunos han decidido dejar de volar.

Fausta Gabola, una estudiante francoitaliana en París, duda en si aceptar una beca para ir a estudiar a Australia, un año después de haber asegurado que no tomaría más el avión.

"Sueño con ir. Me presenté sin pensarlo realmente y ahora es un dilema. Tendría la sensación de ser hipócrita si fuera", cuenta.

La politóloga francesa Mathilde Szuba considera que cualquier decisión de no volar conlleva dejar fuera del alcance una parte del mundo.

"No hay un sustituto fácil de volar", explicó a la AFP. "Uno no puede ir a lugares lejanos sin tomar el avión".

En Suecia, algunos expertos alertan contra un análisis demasiado simplista del fenómeno y una sobreestimación del papel de la vergüenza, un sentimiento fundamental entre los protestantes que el cineasta Ingmar Bergman plasmó en su película "Vergüenza", de 1968.

Frida Hylander, una psicóloga que estudia la relación entre la psicología y el clima, explica que aunque la vergüenza -y en particular el miedo a la crítica pública- es un poderoso determinante del comportamiento, no es el único.

La experta quiere creer que hubo una toma de conciencia del cambio climático tras la ola de calor de 2018, que provocó unos incendios forestales sin precedentes en Suecia.

Una nueva tasa sobre los vuelos vigente desde abril de 2018 también pudo influir, lo mismo que la quiebra de una de las mayores empresas aéreas suecas, que motivó el cierre durante varios meses de ciertas líneas interiores.

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