Manuel Marfán: “No es compatible tener una sociedad exigente con un país que crece poco como Chile”

Manuel Marfán
Manuel Marfán, economista y exministro de Hacienda.

El exministro de Hacienda reconoce ser “autocomplaciente” con el manejo económico de corto plazo que ha tenido el ministro Mario Marcel y “autoflagelante” con las expectativas de crecimiento futuro y la falta de acuerdos de largo plazo. El economista lanza críticas a la izquierda y a la propia ministra del Trabajo por su labor en materia de reforma de pensiones. “No he visto declaraciones de la ministra Jeannette Jara que sean consistentes con la búsqueda de este acuerdo”, sostiene. Sin embargo, también apunta al sector empresarial: “La CPC tuvo en los inicios de este gobierno una actitud mucho más colaborativa y de diálogo que la que está teniendo ahora”.


Hace casi una década dejó de militar en el PS, pero se sigue sintiendo socialista. El exministro de Hacienda, Manuel Marfán, analiza desde esa vereda la evolución que ha tenido el gobierno de Boric en los dos primeros años de administración, el legado que podría dejar tras abandonar La Moneda, y la importancia de retomar un alto crecimiento económico para resolver las presiones sociales y fiscales a futuro.

“No es compatible tener una sociedad exigente con un país que crece poco como Chile. Para poder hacer frente a una sociedad muy aspiracional se tiene que recuperar el crecimiento económico”, afirma el también el exvicepresidente del Banco Central, quien goza de una gran cercanía al ministro de Hacienda, Mario Marcel.

¿Cuál es su evaluación de la primera parte del gobierno de Boric en materia económica?

En el inicio del gobierno no estaba muy optimista. Su programa y su discurso fue evolucionando. Al principio, todo era muy ‘octubrista’, en el sentido de que el Frente Amplio creció sobre la base de capitalizar políticamente la rabia. La rabia sirve para capitalizar políticamente, pero no sirve para gobernar. El gran drama de la izquierda es que les gusta empezar, pero generan un despelote al poco andar, lo que siempre termina con gobiernos de derecha a posteriori. Son partidas falsas. Aspirar a una sociedad más justa es carrera de largo plazo.

Su programa inicial era muy disperso, desordenado, y yo estaba muy preocupado, pero me volvió el optimismo cuando se nombró a Mario Marcel como ministro de Hacienda. Él maneja muy bien el corto plazo. Recibió una economía con cuentas públicas muy disparadas, con el inicio de la guerra en Ucrania, que elevó los precios del petróleo y generó inflación en todo el mundo.

Poco a poco el programa de gobierno se ha ido limpiando de muchas cosas desordenadas. Por ejemplo, en el tema tributario desapareció esto del impuesto al patrimonio y los impuestos a las transacciones financieras internacionales. La idea de la Empresa Nacional del Litio también desapareció.

Se han ido despojando de las ideas iniciales...

El gobierno de Boric se ha ido despojando en su programa de las ideas que vienen de la rabia y que no fueron producto de una reflexión. Eso ha sido bueno. Al mismo tiempo, se ha dado prioridad a muchas cosas que no estaban en el programa, como es la reducción de los plazos de permiso para la inversión y el desarrollo más ordenado de las energías limpias y del tema del litio.

Al mismo tiempo, el sello de Marcel fue haber resuelto el drama que había con el exceso de gasto que tenía el presupuesto luego de la pandemia. En materia de inflación también hemos sido los primeros en aterrizar en ‘tierra derecha’ y se está convergiendo a un nivel de equilibrio deseado. Por lo tanto, toda la parte que son equilibrios macroeconómicos, que es el corto plazo, Chile ha sido líder. Todo lo que ha sido el manejo de corto plazo, uno no puede sino ser autocomplaciente.

Pero ese equilibrio de corto plazo no es un buen equilibrio a largo plazo… y ahí soy autoflagelante.

¿A qué se refiere?

Ese equilibrio es de bajo crecimiento, lo que aporta poco a las arcas públicas y al país, lo cual es un problema cuando simultáneamente hay una sociedad que es muy exigente, que quiere que a los profesores les paguen la deuda histórica, que quiere una mayor PGU, que quiere que se terminen las colas en el sistema de salud... todo el tema de la seguridad y las isapres. Todo eso es caro y no cuadra.

Hay que ponerse de acuerdo en una visión de mucho más largo plazo, porque volver a crecer no es inmediato. Desde el punto de vista fiscal, ampliar la posibilidad de crecer permite holguras para manejar y administrar mejor estos problemas de presión fiscal en un horizonte más largo. Es decir, no es compatible tener una sociedad exigente con un país que crece poco como Chile. Para poder hacer frente a una sociedad muy aspiracional se tiene que recuperar el crecimiento económico.

¿Y cómo se recupera ese crecimiento?

Requiere actuar en varios frentes. Un foco relevante es que el país recupere su capacidad de competir internacionalmente. Las exportaciones chilenas, desde la crisis de los países desarrollados entre el 2007 y el 2010, casi se estancaron. Es una condición necesaria que las exportaciones crezcan más que el PIB en términos reales.

Si mezclo esta sociedad exigente con bajo crecimiento y sin hacer nada, eso no me gusta. Hay que trabajar esta combinación, que es crecer más, lo que requiere un esfuerzo de mucha cooperación. Si eso resulta, sería bueno para el país, para la gente, para los negocios. Pero a lo mejor, desde la política, alguien pensará que, para ganar las próximas elecciones, esa no es la actitud que debo tener…

El problema de Chile es más político que económico, entonces…

En el informe de la comisión que presidí (Comisión Marfán) dijimos que lo más urgente que hay que hacer para poder tener una agenda de crecimiento es cambiar las reglas de la política, porque ponerse de acuerdo entre veinte partidos que están representados en el Congreso es muy difícil.

¿Cuál su visión acerca de la relación que han tenido los empresarios con el gobierno? ¿Cree que existen dos almas en el empresariado?

No existe una uniformidad en el empresariado. La mayoría de los empresarios, cuando uno habla con ellos de estos temas de mayor colaboración, dicen que prefieren que esto funcione y salga para adelante. Ese no fue el discurso de Ricardo Mewes (presidente de la CPC) en la Enade. Fue un discurso de la no colaboración.

Existen muchas almas en el empresariado. Lo que quiero decir es que a la larga los negocios también requieren de un ambiente de largo plazo que funcione económicamente.

Además de las reglas de la política como traba a la no colaboración también está que el propio Frente Amplio y el Partido Comunista tuvieron la estrategia de negarle ‘la sal y el agua’ al gobierno de la derecha, de Sebastián Piñera. Entonces, ahora viene la vuelta de mano de negar ‘la sal y el agua’ al gobierno de Boric. Esa es una historia que ya conocemos y sabemos cómo termina. Es se llama técnicamente un equilibrio de Nash (basado en la Teoría de juegos del expremio Nobel de Economía, John Nash, en que los actores carecen de incentivos para cambiar su estrategia), que es un mal equilibrio y hay que romperlo. Para romperlo se requiere una visión más constructiva respecto del mediano y largo plazo.

Manuel Marfán
Manuel Marfán, economista y exministro de Hacienda.

¿Ha faltado más colaboración del empresariado?

La CPC tuvo en los inicios de este gobierno una actitud mucho más colaborativa y de diálogo que la que está teniendo ahora. El pacto por el crecimiento (pacto fiscal) que está proponiendo el gobierno es una mirada a largo plazo, a diez años, y eso hay que aprovecharlo. La CPC en la Enade perdió una oportunidad de hacer una cosa constructiva y no la hizo. Eso es malo para el país, para la gente y para los negocios.

¿Cree que las reformas que ha planteado el gobierno están muertas?

Urge abordar el tema del pacto fiscal. También si no se resuelve el tema de las isapres, si esto culmina en una quiebra del sistema y que converge todo hacia Fonasa, el problema que hubo con el Transantiago sería un ‘niño de pecho’ al lado del problema que se armaría. Ese es un tema que requiere ser abordado nuevamente con una visión un poquito más larga.

En el tema de las pensiones es mejor una reforma que se legisle en este gobierno; que haya acuerdo. Pero no he visto declaraciones de la ministra Jeannette Jara (Trabajo) que sean consistentes con la búsqueda de este acuerdo. Ahí tenemos un problema. Ahí necesitamos a alguien que realmente sepa cómo funcionan los sistemas de pensión, hay un problema de manejo técnico.

¿La ministra no tiene manejo técnico?

Los ministros no tienen por qué saber. Los ministros tienen que asesorarse bien… No he visto que haya habido contribuciones desde el Ministerio del Trabajo. Tengo la impresión de que si el primus inter pares fuera Hacienda, ese tema de pensiones se resolvería mejor técnica y políticamente, y lo mismo pasa en el tema de las isapres.

¿Cómo anticipa lo que será el segundo tiempo del gobierno en materia económica? ¿Cómo será la recuperación?

Los gobiernos pasan a la historia más por la forma como terminan que por la forma como empiezan. Si hubiera un espíritu de colaboración, el gobierno de Boric puede terminar con un buen sabor, como fue el gobierno de Ricardo Lagos. Pero de aquí a fines de este gobierno va a ser difícil remontar un crecimiento tendencial de más de 2% al año

El buen sabor de boca con que puede terminar este gobierno está en poder embarcarnos en un camino que dé más esperanza; con un Boric que recibió una economía con el despelote máximo y la entrega encaminada a un futuro que es un poco más promisorio que el que teníamos antes de la pandemia. Esto, aunque la economía no crezca tanto el 2025. Si se trata de exacerbar el crecimiento el año 2025, va a permitir un poco más de votos, pero difícilmente para ganar las elecciones. Lo importante es cómo se termina en el camino largo. Un crecimiento de 2,5% este año y 2% el próximo, es un camino consistente.

Bajo este contexto, ¿cuál debiera ser el gran legado de este gobierno?

El gran legado de este gobierno a futuro pueden ser varias cosas. Por ejemplo, tener una capa de dirigentes jóvenes de la centroizquierda que hayan aprendido a gobernar bien, pareciéndose más a un movimiento más socialdemócrata que al Podemos de España. Eso me da esperanza.

Otro legado es que las exportaciones, que han venido creciendo desde hace más de una década menos que el PIB en términos reales, alcancen mayor dinamismo. Este año y el próximo año van a crecer más que el producto en términos reales y, por lo tanto, se están generando las condiciones necesarias para aspirar a un crecimiento estructural mayor hacia futuro. La economía chilena se puede hacer más competitiva internacionalmente. Se cambia la tendencia perversa por una tendencia que puede transformarse en un círculo virtuoso. Esto se fundamenta en energía verde, cobre y litio.

Pero el mayor legado tiene que ver con la política. Si este gobierno logra construir un ambiente de más colaboración, está poniendo el principal ingrediente para resolver este dilema de enfrentar a una sociedad muy exigente con un país que crece poco.

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