Monedas latinoamericanas caen y peso chileno registra su peor primer semestre desde 2010
Sólo las monedas colombiana y malaya son las únicas que anotan ganancias frente a rally del dólar en primer semestre.
Decir que el primer semestre de este año ha sido duro para las monedas emergentes parece poco. Después del optimismo y la relativa calma de 2017, la primera mitad de 2018 ha dejado a las divisas de este segmento golpeadas en la medida que el apetito por riesgo se ha visto afectado por una seguidilla de eventos de volatilidad, ante una avanzada global del dólar, tensiones comerciales crecientes entre China y EEUU y la amenaza del fin del ciclo monetario expansivo por parte de la Reserva Federal de EEUU.
Es más, en el primer semestre sólo dos divisas han logrado ganar terreno frente a la moneda estadounidense: el peso colombiano, con una apreciación de 1,92%, y el ringgit malayo, que se ha elevado un 0,2%.
De hecho, algunas de las monedas de la región están entre las más depreciadas en los primeros seis meses del año. El peso argentino lidera las caídas mundiales frente al dólar, con un retorno de -35,62%, mientras que el real brasileño sufre una merma de 14,65%.
En este contexto, el peso chileno baja 5,95%, el peor desempeño de la paridad local frente al dólar en un primer semestre desde 2010, cuando se depreció 7,6%.
Desde el mercado local destacan que la caída en bloque de las divisas latinoamericanas -con única excepción del peso colombiano- no se debe a factores fundamentales, sino que como un contraste del avance global del dólar. "Si bien hay incertidumbre política, sobre todo en Latinoamérica por elecciones, han sido temas localizados", señala Carlos Schneider, subgerente de renta fija internacional de BICE Inversiones.
El dollar index - indicador que mide al dólar norteamericano frente a una canasta de monedas- anotó su mejor primer semestre desde 2015, registrando un alza de 2,55% hasta los 94,47 puntos.
"El fortalecimiento del dólar se da sobre todo ante el escenario de alza de tasas de la Fed", indica Schneider, de la mano de una economía estadounidense que sigue arrojando señales de solidez a través de sus indicadores macroeconómicos.
Si durante el primer trimestre del año la expectativa era que la Fed siguiera en la línea de tres alzas de tasas referentes para este año, el último comunicado de la entidad dio luces de una estrategia más restrictiva, con una posible subida adicional para 2018.
El peso chileno, en particular por su alta correlación con el cobre, se ha visto impactado también por las expectativas de la economía China, dado que el gigante asiático es el principal comprador del metal rojo.
Además de la clásica preocupación de que la segunda economía del mundo se desacelere, los ruidos de guerra comercial con EEUU echan leña. "Creo que todas las preocupaciones por una guerra comercial aumentan las preocupaciones por la economía china", explica desde Nueva York Marvin Loh, estratega global senior de BNY Mellon.
Ahora, mirando hacia la segunda mitad del año, hay incertidumbre y una cuota de preocupación.
"No está claro que las monedas latinoamericanas hayan tocado un piso", indica Schneider, de BICE, agregando que se espera que esta clase de activos siga vulnerable a factores como las señales que dé la Fed de qué tan agresivo va a ser su proceso de normalización de política monetaria hacia el futuro, además de nuevos desarrollos de la guerra comercial y de la cotización de commodities como el cobre y el petróleo.
"Es demasiado pronto para decir si es que se van a recuperar. Todavía hay muchos problemas que deben superar las emergentes", acota Loh, como las tensiones comerciales, el alza de los rendimientos de deuda soberana en el mundo desarrollado y la fortaleza del dólar.
Pero también hay que considerar hacia a dónde apunta el dólar multilateral. "No creo que haya mucho upside para el Dollar Index (índice que contrasta a la moneda estadounidense con una canasta de divisas del mundo), pero las monedas emergentes están en un lugar más tranquilo cuando está débil", dice el estratega de BNY Mellon, agregando que no ve que se vaya a debilitar mucho.
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