El plan de salvataje de Senerman para rentabilizar la Clínica Lo Curro
Si bien el recinto de Santa María de Manquehue ha sido deficitario desde sus inicios, acumulando múltiples demandas por el no pago de cotizaciones, honorarios y facturas, los socios tienen claro que no la dejarán caer. Desde que partió la iniciativa, Abraham Senerman ha aportado más de $ 6.000 millones para mantenerla a flote y hoy tienen clara la estrategia para que sea rentable: reestructuración del negocio, refinanciamiento bancario, venta o asociación son las alternativas.
El 13 de marzo, el cirujano Enrique Lanzarini demandó a Clínica Lo Curro. Desde agosto de 2017 que no le pagaban sus honorarios y la deuda ya alcanzaba -se lee en la acción judicial- los $ 44 millones.
Lo mismo habían hecho los anestesistas Paula Echeverría y Mauricio Delgado, a quienes les debían cerca de $ 10 millones en total, según consta en las respectivas demandas.
Si bien el establecimiento llegó a acuerdo con Lanzarini de pagar lo adeudado en 22 cuotas hasta 2020, su situación dio cuenta del débil panorama financiero por el que atraviesa la entidad de Santa María de Manquehue: son decenas de trabajadores los que han iniciado acciones judiciales por el no pago de honorarios, al igual que proveedores que decidieron llevar a tribunales el pago de sus facturas, entre ellos Clinical Market. Otros tantos -como Medtronic, a los que se les deben cerca de $ 75 millones- han optado por las conversaciones. Así, el panorama es hoy deficitario.
Es que Clínica Lo Curro ha sido un buque difícil de manejar por sus socios: el fondo de inversión Senvida, donde participan Abraham Senerman, Gonzalo Rojas, Andrea Heller, Lucas Silva, los hermanos Pedro y José Vidal, los hermanos Traverso y un grupo de médicos.
Desde 2011 a la fecha, nunca se ha generado el flujo necesario para costear los compromisos. Los socios -sobre todo Senerman- han debido meterse la mano al bolsillo.
Han puesto $ 6.500 millones, de ellos $ 6.000 han venido solo del empresario y presidente del grupo inmobiliario Sencorp. Con todo, el grupo cuenta con una estrategia para lograr que este barco flote, porque algo sí tienen claro: no lo dejarán caer.
"Es efectivo que la clínica ha experimentado déficit de caja y que hasta la fecha solo ha sido posible irlas cubriendo gracias a los créditos que unos pocos socios, principalmente Abraham Senerman, le han ido proporcionando", reconoce el presidente de la clínica, Lucas Silva.
Pero añade: "Se ha logrado el equilibrio de caja operacional y estamos buscando la forma de alcanzar el equilibrio no operacional, con lo cual la clínica quedará en una posición bastante sana. Existe un fuerte compromiso de mantener operando este negocio hasta que alcance su madurez".
La crisis de 2017
Si bien la clínica ha tenido un devenir a lo menos complejo, en 2015 logró ver la luz al final del túnel: los llamados GES aparecieron como la esperanza de un repunte tras una historia dramática, pero a poco andar -en 2017- la crisis volvió a golpear su puerta. "Esto ha sido peor que pesadilla", subrayan en la entidad.
En 2011, los socios -que habían levantado US$ 14 millones y tenían un crédito vía leasing por US$ 7 millones del Banco de Chile- compraron la Clínica Las Nieves, para hacer un recinto boutique de alta gama en cirugía plástica y dermatología. Clínica Lo Curro debutaría tras una profunda remodelación y teniendo a la cabeza al doctor Pedro Vidal, amigo de Senerman en ese entonces. Pasaron los meses y la clínica no partía.
La débil administración quedó de manifiesto en 2012, cuando Lucas Silva se hizo cargo del negocio tras un viaje de Vidal. Ahí se percató de que la inversión era el triple de lo planteado inicialmente -de cerca de $1.000 millones pasó a más de $ 3.000 millones-, y que los números presupuestados -tales como operaciones a realizar- no daban.
Si bien inicialmente Vidal siguió a cargo, las diferencias con Senerman se acrecentaron, y ya en 2014 la mayoría de los socios optaron por sacarlo de la administración. La situación financiera era insostenible. "Cuando el fondo compró la clínica, se inició un proceso de remodelación y modernización, durante el cual el doctor Pedro Vidal se desempeñó como director gerente de la clínica.
Esta gestión fue criticada debido a que impuso múltiples requerimientos y exigencias que ocasionaron demoras y sobrecostos al proyecto", explica Silva. Asegura, además, que una vez terminada la remodelación, el directorio y los inversionistas constataron que hubo un retraso importante en la obtención de permisos para operar, como en la incorporación de los equipos médicos que se requerían.
De hecho, se había mantenido a más de 60 trabajadores de la ex Las Nieves, quienes estuvieron recibiendo sueldos -sobre mercado, señalan en el sector- durante el proceso de remodelación y que luego fue imposible remover de manera automática por personal más calificado, puesto que no había caja para indemnizar; la misma falta de flujo derivó en problemas para pagar las cotizaciones.
Teniendo serias dificultades financieras, se realizó un aumento de capital, que preveía recaudar más de $ 2.000 millones, pero se alcanzaron cerca de $ 1.600. Y Senerman -cuentan en la industria- trasladó el crédito inicial que se había pedido -avalado por Vidal y el empresario- al Banco Santander, haciéndose cargo él de la deuda.
Se armó una nueva administración -a cargo de la gerenta general Suylan Ley, y médicos inversionistas- y al no tener recursos, Senerman comenzó a complementar lo que faltaba mes a mes. De hecho, él mismo ya había puesto previamente los cerca de $ 2.000 millones de diferencia entre lo que se estimó como capital de remodelación y lo que salió finalmente.
"Aunque siempre el directorio ha estado al tanto del nivel de deuda existente, se han enfrentado dificultades para obtener de todos los socios los recursos que la clínica necesita. Desde el último aumento de capital la gran mayoría no ha aportado recursos adicionales", revela Silva.
Y añade: "En este contexto, unos pocos inversionistas han continuado aportando recursos mediante préstamos a la clínica. El principal aporte ha provenido de Abraham Senerman, que ha aportado créditos por más de $ 6.000 millones, varios de estos aportes se han realizado durante estos últimos dos años".
Con todo, el 2015 vino la época de oro de la mano de los GES (Garantías Explícitas de Salud), lo que se tradujo en que tenían ciertos convenios con isapres -por ejemplo con Consalud- que les garantizaban el pago de un número fijo de cirugías. Gracias a este mecanismo, la clínica empezó a tener buenos resultados.
De hecho, el área plástica se redujo al 50% del total de los retornos, mientras que el porcentaje restante provino de cirugías bariátricas, traumatológicas, entre otras, de la mano de estos convenios. Todo marchaba bien hasta el año pasado.
En el mercado precisan que en 2017 la industria comenzó a debilitarse. "A las grandes clínicas les empezó a ir mal y se llevaron todos los GES. El volumen que le quedó a Lo Curro comenzó a disminuir y ya no se pudo pagar lo que se consumía".
De hecho, Silva subraya que todo esto les permitió constatar que la curva de desarrollo de este negocio requería más tiempo que la media, generando dificultades de caja, ya que se debía invertir mucho en forma previa a la operación y durante un largo período de tiempo para lograr buenos resultados.
"Las clínicas que hoy día están más consolidadas en el mercado tienen una historia de fuertes dificultades económicas e incluso en años recientes han presentado ejercicios con pérdidas importantes", asegura el directivo.
Dado ello, Senerman -que ya se hacía cargo de pagar mensualmente la cuota del crédito- decidió asumir el pago de los sueldos. Cercanos precisan, sin embargo, que fue tajante en señalar que no se haría cargo de nada más. Y es justamente en los otros frentes donde han estado los problemas: cotizaciones, honorarios y facturas.
Medidas de rescate
Si bien la situación sigue siendo deficitaria, Silva asegura que la estrategia para que la clínica sea rentable está. Y que poco a poco los retrasos en el pago de cotizaciones y facturas se han ido subsanando. "Se ha tratado solo de desfases, porque posteriormente se ha ido poniendo al día la situación de los trabajadores", señala.
Agrega que en los casos de diferencias con doctores también se ha alcanzado algún acuerdo, al igual que con los proveedores. "Siempre tratamos de cumplir nuestros compromisos", enfatiza. En líneas generales, los desfases serían solo para ir ganando tiempo para acumular los recursos necesarios para pagar las deudas.
Es por eso que han alcanzado acuerdos para cancelar todo en varias cuotas, con la finalidad de alivianar la carga financiera. De hecho, extrabajadores de la clínica puntualizan que la figura del autodespido -por el no pago de cotizaciones- se ha hecho recurrente, puesto que es la única forma de poder cancelar lo adeudado en varios pagos y no una indemnización de manera directa.
Y Silva va un paso más allá. Actualmente, los socios están analizando un refinanciamiento de la deuda, que permita extender su pago, para que la carga mensual no sea tan abultada. Fuentes de la industria reconocen tales tratativas y apuntan a que la idea es extender su pago a 25 años (hoy el plazo está en torno a siete años). Con ello, el monto mensual que cancela Senerman se reduciría en más de cinco veces, comentan en el sector.
Venta o asociación
A las medidas de rescate también se sumaría la venta o asociación. Y ya están en varias conversaciones, señalan altas fuentes del mercado. No es primera vez que intentan enajenar la clínica. Ya en 2013 se habló del posible ingreso de Banmédica y luego de LarrainVial, procesos que no prosperaron.
Es que los socios apuntan a recuperar lo que han invertido, considerando que la opción de capitalizar la compañía nuevamente está descartada. Es decir, solo se están aportando recursos vía préstamos con la finalidad de que el monto sea devuelto a los accionistas, puntualizan en la industria.
Silva no descarta ni afirma lo anterior, sino que puntualiza que siempre puede haber interesados, pero que "cualquier propuesta debería considerar el nivel operativo que se ha alcanzado, como también la calidad de las instalaciones y su excelente ubicación".
En esa misma línea, se está trabajando firme en reestructurar el negocio. Los socios ya tienen claro que el sueño de la clínica 100% estética no está. De hecho, hoy captan un tercio de ese tipo de cirugías a nivel país, por lo que crecer en ese negocio es complejo.
Así, hoy arriendan los pabellones a médicos de otras especialidades, con la finalidad de que atraigan clientela. Con este mecanismo, el paciente le paga directamente al doctor, y este último le cancela un derecho de pabellón a Lo Curro, con ello la clínica no necesita tener un staff de médicos propio, sino solo el personal relacionado.
Dado ello, apuntan a seguir en esa senda, fortaleciendo las operaciones bariátricas, traumatológicas, otorrinas, entre otras especialidades. Incluso, antiguos trabajadores del recinto reconocen que actualmente tienen maquinaria para tratamientos de fertilidad guardada por temas de costo, pero que el objetivo es potenciar ese rubro.
Con todo, los socios ya prevén que en el corto plazo el negocio dé los réditos necesarios para poder recuperar los millonarios prestamos que han aportado. Y que así -tras seis años- su aterrizaje en el sector salud dejé de ser una historia para olvidar.
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