Salario emocional: la otra riqueza

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"Ya se ve una tendencia en las organizaciones que están trabajando en atender estas necesidades, muchas de las cuales se hicieron más evidentes post-pandemia. En ese sentido, el salario emocional apunta a las retribuciones no económicos del trabajo, y para saber qué comprende, es necesario identificar qué es lo relevante para los equipos".


Por Ornella Bono, socia fundadora y Directora de Humanitas Cornerstone

¿Salario emocional? Muchos podrían mostrarse escépticos -por decir lo menos- frente a este concepto. Efectivamente, y como se dice en buen chileno, “nadie trabaja por bolitas de dulce”. Con eso no se paga el arriendo, ni la salud, ni la alimentación. Pero, ¿qué pasa si esos “básicos” pasan a ser un factor dentro de un ecosistema mucho más amplio? Uno que otorgue mayor calidad de vida, como tiempo personal, desarrollo de otros intereses, viajes y esparcimiento. Ahí es donde entra esta nueva mirada.

Ya se ve una tendencia en las organizaciones que están trabajando en atender estas necesidades, muchas de las cuales se hicieron más evidentes post-pandemia. En ese sentido, el salario emocional apunta a las retribuciones no económicos del trabajo, y para saber qué comprende, es necesario identificar qué es lo relevante para los equipos. En este aspecto, emergen temas como la flexibilidad, incluido, por cierto, el teletrabajo, que llegó para quedarse. Otro tema fundamental es el cuidado del ambiente laboral, que va más allá de velar por buenos climas, y más bien pasa por generar una sensación de orgullo por ser parte de una organización. A estos se suman el dar espacio para la formación de habilidades y competencias para el desarrollo laboral y personal. El salario emocional, al que también se le conoce como “Bienestar 360″, contempla asimismo la preocupación por al menos no afectar negativamente la salud mental y física de los colaboradores, ámbito que sin duda tiene que estar presente la propuesta de un salario emocional competitivo.

Esta tendencia tiene efectos concretos. Así lo evidencia el estudio State of the Global Workplace, de Gallup, que concluye que un mayor compromiso de los trabajadores conlleva un aumento de 21% en la rentabilidad y de 17% en la productividad de la empresa. Por otra parte, la Encuesta Global de 2022 de Deloitte reveló que la “Generación Z” –jóvenes de entre 20 y 28 años- y los “Millennials” identifican el balance vida personal / profesional como un aspecto relevante al momento de decidir su permanencia en su empleo.

El salario emocional tiene directa relación con el bienestar global de los empleados, lo que, a su vez, es crítico para la salud de una organización. Es un concepto complejo, cambiante y que es valorado de distinta forma dependiendo de la fase vital en la que se encuentren los colaboradores. ¿Están los empleadores considerándolo al momento de atraer y retener talento? La invitación es a prestarle atención; puede que en la riqueza que representa estén las claves para construir y mantener equipos sólidos y comprometidos y a la vez que una mejor calidad de vida para todos.