Cómo prevenir contagios en piscinas, y evitar accidentes por inmersión
Ante la llegada del verano y la reapertura de piscinas autorizadas, un experto entrega recomendaciones sobre cómo disminuir los focos de contagio en estos espacios y prevenir accidentes.
Para muchos, la llegada del verano y el calor son sinónimo de esparcimiento y piscinas, actividad que a pesar de la Fase 2 instaurada en la Región Metropolitana, igualmente está permitida de lunes a viernes siguiendo las medidas de prevención sanitaria obligatorias.
Al respecto, el pediatra de Nueva Clínica Cordillera, Dr. Fernando Ruiz-Esquide, explica los principales riesgos tanto en piscinas caseras como públicas.
En relación a estas últimas, Ruiz-Esquide indica que “los niños y los adultos que los acompañan tienen que tener siempre presente la posibilidad de un contagio, que ciertamente es mucho menos probable que en otro lugar público” y precisó que uno de los elementos a considerar es el “uso de toallas y otros accesorios individuales”, además de las recomendaciones de distancia social y uso de mascarilla fuera del agua, para así disminuir las posibilidades de contagio.
Por el lado de las piscinas públicas, existe una responsabilidad de quien administra el recinto respecto a la cloración “que corresponde a 0.2 a 0.4 mg por litro o un pH entre 6.8 y 7.2”, de acuerdo al experto. Además, recalcó que la cloración efectiva no dura más de 5 a 7 días y que esta norma “no sólo es importante para el virus pandémico, sino que también frente a múltiples otros gérmenes que han afectados a los niños desde siempre”.
Accidentes de inmersión, el otro peligro
El pediatra de Nueva Clínica Cordillera se refirió también a los accidentes por inmersión, uno de los principales riesgos que enfrentan los niños en estos espacios.
“Desde hace varios años, las piscinas públicas son más seguras que una domiciliaria”, ya que en estos recintos públicos hay un salvavidas observando a los bañistas.
El especialista también puso énfasis en lo relevante de que los padres cuenten con conocimientos de reanimación básica, a fin de favorecer una óptima prestación de primeros auxilios y la integración del concepto de “siempre vigilante”, “puesto que es necesario contar con una cultura de la prevención en que la que los padres y adultos tengan claro que este entretenido elemento de esparcimiento guarda un riesgo silencioso”.
Asimismo, Ruiz-Esquide destacó que aunque “el ahogamiento es lo más dramático que puede ocurrir, existen otros accidentes como caídas y lesiones cervicales a raíz de los tradicionales piqueros, insolación o picaduras de insectos en niños proclives a la urticaria”.
En relación a lo anterior, el especialista recomendó, ante un ahogamiento por inmersión:
Mantener la calma y pedir ayuda
Pedir a la primera persona que concurra a ayudar que llame al 131
Sacar al niño del agua y posicionarlo en una superficie plana y dura
Fijarse si respira. Puede ser de utilidad darle un golpecito en el hombro y preguntarle si se encuentra bien.
Asegurarse que la vía aérea esté permeable, es decir, que no haya restos de alimentos en la garganta. Retirarlos con la mano. Evitar hiperextender el cuello.
Si no responde ni respira, mantener al niño bien alineado boca arriba, cubra la boca y nariz del accidentado y provisto de una mascarilla, la cual siempre debemos usar en contexto de la pandemia. Seguido a esto, iniciar la respiración boca a boca. Dar cinco ventilaciones de rescate, asegurándose de que el pecho se mueva con cada ventilación.
Observar si hay respiraciones espontáneas y recuperación del color. Tratar de palpar el pulso femoral en no más de 10 segundos. Si no hay recuperación, iniciar las compresiones torácicas, en el centro del pecho, a un ritmo de 30 compresiones por 1 ventilación, sumando 100 compresiones por minuto.
Las compresiones deben conseguir hundir el tórax en 1/3 de su diámetro anteroposterior, con los brazos extendidos y una mano sobre la otra. Con ello se logra hacer circular la sangre.
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