¿Es posible que el agua de la planta nuclear de Fukushima que será vertida al mar alcance las costas de Chile?
Expertos señalan que el tratamiento al que será tratada el agua, lo hace inocua para el ser humano. Sin embargo, países vecinos de Japón, organizaciones medioambientales y la pesca local, se declaran descontentos ante la polémica medida. En Chile, un científico explica qué ocurre con las corrientes oceánicas y los tsunami provenientes de Japón.
Este martes, autoridades japonesas anunciaron que 1,25 millones de toneladas de agua procedentes de la accidentada central nuclear de Fukushima se verterán al mar, decisión que ha generado polémica entre organizaciones ambientalistas, políticos, países vecinos y pescadores locales que ven amenazada su fuente de trabajo.
De esta manera, se pone fin a siete años de debate sobre cómo deshacerse de las más de mil cisternas de agua acumulada por las capas subterráneas, lluvia o las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores nucleares que entraron en fusión como consecuencia del terremoto del 11 de marzo de 2011, que dejó enormes daños materiales, 1235 fallecidos y un tsunami que afectó 20 países, entre ellos 280 casas en Puerto Viejo, Caldera, Región de Atacama.
Ante ello, Yoshihide Suga, primer ministro japonés, aseguró que el agua será vertida “después de asegurarnos de que se halla a un nivel de sustancias radiactivas claramente inferior a los estándares de seguridad”, añadiendo que el gobierno tomará “medidas” para impedir que esto perjudique la reputación de la región.
La decisión tiene también urgencia, debido a la rápida acumulación del agua: en 2020 el lugar generó 140 metros cúbicos de agua contaminada diarias, y en el otoño de 2022 se podría llegar a los límites de capacidad de almacenamiento, según indicó Tepco, el operador de la central.
Sin embargo, el proceso será largo y tardará dos años en comenzar. Además, podría tomar varias décadas.
El dilema del tritio
Según explica Tepco en su sitio oficial, antes de ser vertida, el agua es tratada con un Sistema Avanzado de Procesamiento de Líquidos (ALPS, por sus siglas en inglés), para eliminar la mayoría de las sustancias radiactivas (radionucleidos), pero no el tritio, que no se puede quitar con las técnicas actualmente disponibles.
El tritio sólo es peligroso para la salud en dosis muy altas. Se desintegra en un 50% al cabo de unos 12 años (de una a dos semanas en el cuerpo humano) emitiendo radiación beta de baja energía.
Sin embargo, existían otras opciones disponibles: en enero de 2020, un grupo de expertos comisionados por el gobierno abogó por disolver las aguas progresivamente en el océano, descartando así la solución alternativa, que consistía en una evaporación en el aire. Además, el vertido al mar de agua tritiada ya se practica en Japón y en el extranjero desde centrales en funcionamiento y, por lo tanto, es “más factible”, estimaron los expertos.
Por su parte, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) también considera que esta solución “concuerda” con prácticas “asentadas” en todo el mundo.
Según un comunicado emitido por el organismo este martes, su director general, Rafael Mariano Grossi, acogió “con satisfacción” el anuncio japonés, añadiendo que la OIEA está lista para brindar apoyo técnico en el monitoreo y revisión de la seguridad del plan e implementación transparente.
“El método de eliminación de agua elegido por Japón es técnicamente factible y está en consonancia con la práctica internacional”, dijo el director General del OIEA. “Las descargas controladas de agua al mar se utilizan habitualmente en las centrales nucleares en funcionamiento en el mundo y en la región con autorizaciones reglamentarias específicas basadas en evaluaciones de impacto ambiental y de seguridad”.
“La decisión de hoy del Gobierno de Japón es un hito que ayudará a allanar el camino para un progreso continuo en el desmantelamiento de la planta de energía nuclear de Fukushima”, indicó. “Los tanques con el agua ocupan grandes áreas del sitio, y la gestión del agua, incluida la eliminación del agua tratada de manera segura y transparente que involucre a todas las partes interesadas, es de importancia clave para la sostenibilidad de estas actividades de desmantelamiento”.
Desde la embajada de Japón en Chile señalan a La Tercera que esta hecho “no ha sido una decisión unilateral por parte del Gobierno japonés. Todo esto fue basado en un estudio comprehensivo de más de seis años, realizado por expertos, con revisiones por parte de OIEA y con la participación de las partes concernientes”.
“Al respecto, el Gobierno del Japón garantiza: la seguridad de la disposición, transparencia y rendimiento de cuentas. El agua tratada se vertirá en el mar únicamente después de la purificación y repurificación junto con la dilución suficiente para cumplir con los estándares regulatorios basados en los estándares internacionales. El Gobierno Japonés no autorizará tal disposición sin que se satisfagan los estándares regulatorios”, añaden.
Además, explican que el agua será diluida al menos más de 100 veces, y su concentración se reducirá hasta 1/40 de los estándares regulatorios, lo cual corresponde a 1/7 de los indicadores de Organización Mundial de la Salud para la calidad del agua potable, esperando que con este tratamiento se protegerá la salud y seguridad de las comunidades y medio ambiente.
Agua turbia
Aún así, desde China tacharon de “irresponsable” la decisión de Japón de verter al mar el agua, aún tras conocer el tratamiento que se le da para hacerla inocua.
Para el ministerio de Relaciones Exteriores chino, la medida anunciada por Tokio “es extremadamente irresponsable y dañará mucho la salud y la seguridad pública en el mundo, así como los intereses vitales de los países vecinos (...) el océano es propiedad común de la humanidad” y el vertido de aguas “no es un tema de asuntos internos japoneses”, señaló en un comunicado.
El gobierno chino estima que esta medida no debería poder tomarse “sin autorización” y sin consultar y obtener el acuerdo de “los distintos países afectados”.
Corea del Sur, que también expreso un “gran pesar” por la decisión que representa “un riesgo para el entorno marítimo”, convocó al embajador japonés en Seúl.
Por otro lado, el gobierno estadounidense -aliado de Tokio-, expresó su apoyo en un comunicado poco después del anuncio. Japón “sopesó las opciones y los efectos, fue transparente en su decisión y parece haber adoptado un enfoque acorde con las normas de seguridad nuclear reconocidas internacionalmente”, señaló.
En tanto, organizaciones como Greenpeace afirman que el agua de Fukushima contiene otros elementos radiactivos como el carbono 14, con el riesgo, según ellas, de entrar en la cadena alimentaria y dañar el ADN si las dosis se acumulan a largo plazo.
“El gobierno japonés ha vuelto a fallarle al pueblo de Fukushima. El gobierno ha tomado la decisión totalmente injustificada de contaminar deliberadamente el Océano Pacífico con desechos radiactivos. Ha descartado los riesgos de la radiación y ha dado la espalda a la clara evidencia de que hay suficiente capacidad de almacenamiento disponible en el sitio nuclear, así como en los distritos circundantes. En lugar de utilizar la mejor tecnología disponible para minimizar los peligros de la radiación almacenando y procesando el agua a largo plazo, han optado por la opción más barata, vertiendo el agua en el Océano Pacífico”, indicó Greenpeace.
Los pescadores japoneses tampoco están contentos. Desde la catástrofe de 2011, todos los productos de la agricultura y de la acuacultura locales, incluyendo la pesca, se someten a controles sanitarios muy exigentes. También a los alimentos del departamento de Fukushima se aplican estándares de radiactividad dos veces más severos que a nivel nacional, para tranquilizar a los consumidores. Aún así, temen que se deteriore aún más la imagen de sus productos.
¿Qué dice la ciencia?
En Chile, desde la Comisión Chilena de Energia Nuclear se abstuvieron de comentar el tema, por carecer de información suficiente para referirse a él, y sobre todo porque se trata de una actividad aún en desarrollo y discusión a nivel intencional. Aún así, se apegaron a lo dispuesto por la OIEA.
Para Michiaki Kai, experto en riesgos de las radiaciones en la Universidad de Ciencias de la Salud de Oita en Japón, la clave está en controlar la dilución y el volumen de agua tritiada vertida al mar.
“Existe un consenso entre los científicos sobre el hecho de que el impacto en la salud (de un vertido al mar de agua tritiada) es minúsculo”, pero “no podemos decir que exista un riesgo cero, por eso es polémico”, sostuvo.
Geraldine Thomas, experta en radiaciones del Imperial College de Londres, cree que “el tritio no presenta ningún riesgo para la salud, especialmente porque hay que tener en cuenta que se va a diluir en el océano Pacífico”.
El carbono 14 en el agua de Fukushima tampoco es dañino, dice. Los contaminantes químicos en los océanos, como el mercurio, deberían preocupar a los consumidores mucho más que “todo lo que proviene de la central de Fukushima”, afirma.
¿Podría llegar a Chile?
Aún considerando el estricto tratamiento al que será sometida el agua de Fukushima, no sería descabellado imaginar la posibilidad que por las corrientes presentes en el Pacífico esta pudiese alcanzar las costas chilenas, tal como ocurrió además con el tsunami generado por el terremoto de 2011 en Japón, a pesar de los 17 mil kms que separan ambas costas.
José Garcés, doctor en oceanografía, académico e investigador del Instituto de Ciencias Marinas y Limnológicas de la U. Austral, explica que “una de las principales corrientes del lado este de Japón es la del Kuroshio, una de las más veloces del mundo y comparable a la corriente del Golfo en la península de Florida, en EE.UU. Son corrientes que llevan mucha agua cálida de la parte tropical, muy fuerte, de un metro por segundo. Como referencia, la corriente de Humboldt, tiene una velocidad de 10 centímetros por segundo”.
“La verdad es que desconozco el tipo de tratamiento que se le realiza a estas aguas que serán lanzadas al océano, pero lo más probable es que lleguen a la zona del polo norte, porque es donde se dirige la corriente de Kuroshio. Esta corriente, al llegar al norte, toma el nombre de otra corriente, de ahí se dirige hacia Alaska, luego al sur y completa el giro subtropical”, añade.
¿Y qué ocurre en el caso de un tsunami? tomando en cuenta que el proceso de vertido dura décadas, ¿podría llegar a nuestro país? Garcés es enfático: “No, de ninguna manera. Cuando son olas, es distinto. En esos casos, el transporte de partículas es muy pequeño. Imaginemos las tormentas en el pacífico sur, y nunca llega agua fría de esas zonas, a pesar de las enormes olas que se producen ahí”, dice.
Garcés apunta que al no conocer la densidad de esos residuos, quizá “caigan” al fondo marino y ni siquiera sean transportados por alguna corriente. “Tampoco sabemos dónde serán lanzados, qué tan al orilla de la costa, a que profundidad, etc. No creo que lo lancen en la plataforma porque lo mas probable es que con las mareas esta agua se devuelva, por lo que creo que quizá se use un ducto submarino. Si envían estas aguas a gran profundidad, probablemente sea arrastrada por las corrientes. De hecho, en oceanografía a veces se utilizan pequeños residuos que permanecen por mucho tiempo para poder seguir las corrientes, como si fuese un trazador de corrientes”.
Aún así, el experto agrega que con las pruebas realizadas en el Atolón de Mururoa, lugar donde hasta 1996 se realizaron 137 pruebas nucleares, sí quedaron vestigios de radiación. “Es probable que esos residuos queden ahí por miles de años, quizá no en concentraciones perjudiciales para el ser humano, pero sí pueden permanecer ahí por mucho tiempo”, explica.
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