Estudio en 236 mil personas: Uno de ocho sobrevivientes de Covid-19 manifestó alguna enfermedad mental a seis meses de su recuperación

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La investigación más numerosa realizada hasta hoy asegura que los casos relacionados a afecciones neurológicas o psiquiátricas posteriores a la enfermedad fue del 33,6%, mientras que casi el 13% recibió su primer diagnóstico de este tipo. La cifra aumenta a uno de cada tres cuando se incluyen personas con antecedentes relacionados a estas enfermedades.


A mediados de enero, un estudio en la revista científica The Lancet realizado a 1.733 personas reveló que a seis meses de contagiarse con coronavirus, el 76% de los pacientes recuperados dijo tener malestares como fatiga o debilidad muscular, problemas renales, alteraciones en la función pulmonar y anomalías en las tomografías del tórax en los casos más graves. Pero además, muchos manifestaron síntomas de ansiedad o depresión, factores que según especialistas, se convertirá en la nueva pandemia a enfrentar.

Más allá de las secuelas físicas, la parte mental poco a poco comienza a tomar importancia en los estudios que buscan analizar cómo el coronavirus está afectando nuestras vidas. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC), las medidas adoptadas por autoridades sanitarias como el distanciamiento social, necesario para reducir la propagación del Covid-19, pueden hacer que muchos se sientan aislados y aumente el estrés, la angustia y la ansiedad, generando cambios de apetito, abuso de alcohol o sustancias, dificultad en la concentración, tristeza, enojo y otros.

Ya en noviembre pasado, un estudio de la Universidad de Oxford publicado en The Lancet Psychiatry en base a 62 mil casos de Covid-19 señalaba que al 20% de los infectados se les diagnosticó un trastorno psiquiátrico dentro de los 90 días posteriores al contagio. Al mismo tiempo, la investigación encontró que personas con enfermedades mentales preexistentes tenían un 65% más de probabilidades de ser diagnosticadas con Covid-19 que aquellas que no las tenían, debido un mal cuidado general de salud.

Es por ello, que especialistas insisten en la necesidad de identificar tratamientos para las enfermedades mentales posteriores al Covid-19, y que los servicios de salud estén preparados para brindar la debida atención, ya que es probable que los resultados de los estudios preliminares estén subestimando el número de nuevos pacientes que vendrá en los próximos meses.

La tercera ola

Parte de lo anterior se reafirma en el estudio más grande hasta la fecha publicado sobre el tema, y que revela que una de cada ocho personas ha manifestado alguna situación del tipo psiquiátrico o neurológico durante los seis meses posteriores a dar positivo para el Covid-19, cifra que aumenta a uno de cada tres cuando se incluyen personas con antecedentes de enfermedades de este tipo.

De acuerdo al Dr. Maxime Taquet, del departamento de psiquiatría de la Universidad de Oxford, quien también es autor de la investigación de noviembre pasado, además uno de cada nueve pacientes fue diagnosticado con depresión o accidentes cerebrovasculares a pesar de no haber ido al hospital durante el desarrollo de la enfermedad.

Para el estudio, realizado con datos de entre el 20 de enero y 13 de diciembre de 2020, se evaluó a 236.379 pacientes de EE.UU. hospitalizados y no hospitalizados y sobrevivientes de Covid-19, comparándolos con un grupo diagnosticado con influenza y otro con infecciones del tracto respiratorio. En el análisis, que además involucró factores de riesgo conocidos como edad, sexo, raza, condiciones físicas y mentales subyacentes y privación socioeconómica, se descubrió que los casos relacionados a afecciones neurológicas o psiquiátricas posteriores a la enfermedad dentro de seis meses fue del 33,6%, mientras que casi el 13% recibió su primer diagnóstico de este tipo.

En el análisis, los científicos descubrieron que gran parte de los diagnósticos aumentaban después del Covid-19, a diferencia de la influenza u otras infecciones respiratorias, siendo la incidencia mayor en pacientes que requirieron tratamiento hospitalario, y mucho más en quienes desarrollaron una enfermedad cerebral.

Asimismo, el informe indica que existe una baja probabilidad que en el estudio hayan estado involucrados pacientes con enfermedades subyacentes, y que simplemente no habían sido diagnosticados previamente. Aún así, también faltan algunos datos como la densidad de viviendas, el tamaño de la familia, el empleo y el estado migratorio, que en muchos estudios ha demostrado tener un papel relevante.

En Chile

El Dr. Marcelo Leiva, neurólogo y docente de la Facultad de Medicina Universidad Austral de Chile, apunta que “el estudio es interesante por la cantidad de registros de pacientes que se revisaron y por su cifra significativa, pero no pasa de ser un estudio descriptivo, retrospectivo, con diagnósticos hechos sin criterios homogéneos, sin objetivación, mediante escalas, de los diagnósticos neurológicos descritos (en especial cognitivos), además de falta de las características socioeconómicas de los pacientes que pueden predisponer a una u otra de las patologías neurológicas discretas. En todo caso, insisto, es valiosa la cantidad de pacientes, y además es consistente con las sensaciones que uno, como clínico, tiene en el ámbito de la neurología”.

“En mi experiencia, tanto en el sistema público como privado, puedo decir que diversos pacientes post Covid me han consultado, con síntomas y características clínicas extremadamente variables. Desde el punto de vista hospitalario público, no hemos objetivado accidentes cerebrovasculares directamente relacionados a Covid. Sólo hemos tenido pacientes de este tipo con serología positiva, pero no con PCR positiva”, añade.

Leiva sostiene que “en relación a la la atención en extrasistema, los motivos de consulta han ido desde cefaleas crónicas no invalidantes hasta trastornos de la memoria y la atención. La edad de los consultantes ha ido desde los 30 años hasta los 85 años. Diría que, en promedio, de 10 pacientes vistos post Covid, dos han quedado con secuelas que determinan no ser aún completamente autovalentes de su entorno, a tres meses de su cuadro agudo. Estos dos casos han sido un trastorno de ansiedad severo con extremo temor a volver a contagiarse, y el otro un fallo de memoria y concentración”.

“Se aprecia, además, una tendencia a la fatigabilidad, inseguridad ante eventos diarios cotidianos, temblor de manos, cefaleas y algunos trastornos conductuales”, afirma.

Por su parte, la Dra. Evelyn Benavides, neuróloga de las Clínicas Dávila y Vespucio, señala que “hemos visto varias complicaciones psiquiátricas y neurológicas del Covid, pero no se encuentran estandarizadas aún -los estudios de tendrán que hacer con retrospectiva-, salvo el aumento de crisis convulsivas o encefalopatía. En general, lo llamamos ‘síndrome post Covid’: la agente queda lenta, con dificultades de pensamiento o aprendizaje, cansados, y pueden durar varios meses”.

“También tenemos algunos casos del síndrome de Guillain-Barré, una reacción inmunológica de los nervios de brazos y piernas que produce una muy poca fuerza, e incluso provocar dificultades respiratorias. También neuropraxia, o los nervios apretados en extremidades producto del respirador mecánico. En cuanto a patologías psiquiátricas, creo que han aumentado pero no sabemos si por Covid u otro; son en su mayoría efectos inmunológicos no relacionados a la infección pulmonar”, agrega.

En relación a las secuelas, la especialista dice que “no son permanentes, pero el termino ‘permanente’ es muy relativo. Tenemos apenas seis meses de seguimiento clínico, de pacientes que han vuelto a control porque no han podido volver a trabajar y otros. Por ejemplo, el síndrome de Guillain-Barré puede ser suave o muy intenso, y existe la posibilidad que el paciente caiga de nuevo al ventilador mecánico”.

El Dr. Rodrigo Guerrero, neurólogo de Clínica Santa María, dice que “la prevalencia de pacientes con enfermedades neurológicas o psiquiátricas es lo que se ha visto en estudios previos. Se repiten la mayoría de los diagnósticos que conocemos, como la anosmia (pérdida total del olfato), encefalopatía en la mayoría de los hospitalizados (desorientación, somnolencia), y también enfermedades cerebro vasculares isquiémicas o hemorragias intracerebrales”.

En cuanto a los casos en el país, Guerrero dice que la situación no es muy distinta: “Entre lo que hemos visto se repiten la anosmia en cuadros ambulatorios, encefalopatía, encefalitis y delirium (estado de confusión agudo), este último muy frecuente y muy difícil de manejar. Además de ello, enfermedades cerebro vasculares o alteraciones del sistema nervioso periférico (parálisis facial, síndrome de Guillain-Barré)”, señala.

Para el neurólogo, lo importante en este minuto es darle el peso y la importancia que requiere el tema, para adaptar las políticas públicas de salud en relación a las probables enfermedades que se puedan dar durante y post pandemia.

“Hoy es necesario que los servicios de rehabilitación y que los médicos estén atentos a estas señales, buscando estas y otras consecuencias de la infección. Es la diferencia con la primera etapa, cuando no teníamos pacientes que llevaban seis meses enfermos, y en el que la parte mental no era el foco. Nuestro objetivo entonces, era que hubiese suficientes ventiladores, y los pacientes no fallecieran”, sostiene.

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