Estudio revela desconocidos tsunamis que azotaron Chile que pueden anticipar cómo serán los próximos

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Imagen referencial.

Investigación internacional realizada en las costas nacionales ofrece importantes antecedentes frente a tsunamis.


Hace cientos de años, un tsunami se estrelló contra la costa norte de Chile: una pared de agua de 20 metros de altura, más alta que un edificio de seis pisos, que arrastró rocas hacia la tierra. Se trataba de un enorme tsunami, el que ocurrió antes de que existieran registros escritos en Chile.

Lo anteriormente descrito corresponde a una parte de la investigación realizada por un grupo científico que se ha encargado de descubrir los signos y consecuencias de antiguos eventos telúricos marítimos en todo el planeta, llamados paleotsunamis. Y por supuesto, Chile en calidad de país sísmico, forma parte del trabajo.

Usando una amplia gama de técnicas científicas, estos investigadores de paleotsunamis han encontrado evidencia de olas colosales previamente no documentadas. En primera instancia, el estudio reveló que las comunidades costeras podrían estar en mucho más peligro de los tsunamis de lo que creen actualmente.

Esto último debido a que medida que el grupo de investigación ha ido ampliando el rango de búsqueda de eventos históricos de estas características, ha encontrado cada vez tsunamis más grandes, señala James Goff, investigador de paleotsunamis de la Universidad de Southampton en Inglaterra. Las implicaciones son claras, “si un gran tsunami ocurrió una vez en un lugar determinado, podría volver a ocurrir. La pregunta es si estamos preparados para ello”, añade.

20 metros o más de altura

A diferencia de una ola grande, provocada por el viento y las capas superiores de agua, con poca energía, un tsunami es generado por fuerzas geológicas: un terremoto, una erupción volcánica o la ladera de una montaña que se estrella contra el mar, involucra toda la columna de agua. Si bien los grandes tsunamis pueden medir 20 metros o más de altura (algunos incluso se elevan cientos de metros), no es necesario que sean excepcionalmente altos para causar daños generalizados, indica la investigación.

En lugar de colapsar en la playa, un tsunami se precipita hacia la costa como un ariete. Después de correr cientos de metros o más tierra adentro, el agua retrocede hacia las profundidades, llevándose casi todo a su paso. Pero los tsunamis casi siempre dejan evidencia de su paso, como una roca fuera de lugar en lo alto del desierto, añade el grupo científico.

Goff, a cargo del estudio, ha estado buscando tsunamis antiguos durante casi tres décadas, principalmente en países que bordean el Océano Pacífico, Chile es uno de ellos.

Atacama.
El sismo estudiado ocurrió en Atacama.

La forma más fácil de saber que un tsunami golpeó hace cientos o miles de años es mirar bajo la tierra, dice Goff. “Cuando la ola retrocede, deja rastros de todo lo que contenía esparcido por la superficie. Esta fina capa de rocas, pequeñas conchas y otros depósitos marinos se entierra con el tiempo, preservando el camino del tsunami entre las capas de sedimento. En algunos lugares, las capas están tan bien conservadas que los investigadores pueden ver evidencia de múltiples tsunamis apilados uno encima del otro como un pastel de capas”.

En el sur de Chile, indica, “puedes cavar un hoyo cerca de muchos ríos costeros y contar las bandas. Uno, dos, tres, cuatro. Y solo puedes ver estas capas, y sabes que son paleotsunamis”, añade.

En lugares con terreno rocoso o más árido, la huella de un paleotsunami puede ser más difícil de discernir y las técnicas utilizadas deben adaptarse al entorno. Goff y otros investigadores también buscan organismos marinos microscópicos como diatomeas y foraminíferos, ADN antiguo de la vida marina, cambios en la geoquímica y, como en Atacama, rocas inesperadas.

El tsunami de Atacama, descrito inicialmente, probablemente ocurrió en 1420, dice Tatiana Izquierdo, investigadora de paleotsunamis con sede en la Universidad Rey Juan Carlos en España que ayudó a descubrirlo. Ella y sus colegas cavaron debajo de la roca para encontrar sedimentos intactos, fechando algunas de las conchas marinas que encontraron, dando un rango de fechas potenciales desde el siglo XIV al XVI.

Luego de más investigación, el equipo científico encontró registros históricos de un tsunami en Japón en 1420 que encajan con sus fechas. Izquierdo dice que su tsunami probablemente se originó frente a la costa chilena luego de un gran terremoto y cruzó el Pacífico hasta Japón.

Rocas del tamaño de automóviles

Además de lo anteriormente señalado, los investigadores de paleotsunamis también obtuvieron información del registro arqueológico del lugar. Izquierdo establece que los arqueólogos en Chile notaron previamente que de repente, hace unos 3.800 años, varios sitios costeros fueron abandonados sistemáticamente, y pronto aparecieron nuevos sitios tierra adentro. Encontraron evidencia de conchas que mostraban haber sido erosionados por fuertes corrientes, lo que da cuenta de un posible paleotsunami.

Estas fechas se alinean perfectamente con un enorme paleotsunami, del que justamente Goff había encontrado evidencia a un océano de distancia, en Nueva Zelanda, donde rocas del tamaño de automóviles habían sido arrojadas casi un kilómetro tierra adentro. Es un desastre que no aparece en los registros históricos, explica Goff, “y es un tsunami que probablemente afectó islas en todo el Pacífico Sur, incluidas Vanuatu, Tonga y las Islas Cook. Descubrir cuán grande y cuán malo fue un paleotsunami es más que una cuestión de interés histórico. Esos datos tienen mucho valor para las comunidades costeras contemporáneas”, agrega.

Si bien predecir tsunamis es imposible, existen sistema de alerta como boyas o sismómetros para detectar posibles tsunamis antes de que lleguen a la tierra. Debido a la falta de antecedentes históricos (como los descubiertos en esta investigación), los datos proporcionados pueden ser inexactos, establece.

Por ejemplo, señala Goff, en 2011 ocurrió un tsunami en Tōhoku, Japón, el que fue generado por un terremoto de magnitud 9,0, provocando olas de hasta 40 metros de altura que viajaron hasta 10 kilómetros tierra adentro. Lamentablemente, murieron más de 15.000 personas.

Los investigadores locales solo conocían tres grandes tsunamis a partir de registros históricos que datan del siglo XVII, uno de los cuales produjo olas casi tan altas como el tsunami de 2011. Sin embargo, los funcionarios basaron sus preparativos de defensa contra tsunamis, en un tsunami de 1960 generado por un terremoto en la costa chilena que produjo olas en Japón de solo seis metros de altura, indica la investigación.

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