Napoleón, el general que vacunó a todo su ejército, desarrolló la egiptología y estaba fascinado con la astronomía: el legado científico del militar a 200 años de su muerte
Considerado un genio innovador, el líder francés no solamente remeció la política europea,, también realizó un no tan conocido aporte a la arqueología, la biología e incluso, la física.
En 1805, mientras Napoleón Bonaparte (1769-1821) mantenía una encarnizada guerra contra los ingleses, un grupo de madres de soldados británicos le pidió al ya célebre médico Edward Jenner, desarrollador de la vacuna contra la viruela, que le solicitase al emperador francés la liberación de sus hijos, apresados en el continente.
Jenner accedió y, como parte de la negociación, le ofreció al general vacunar a su ejéricito, para evitar así la propagación de esta letal enfermedad por Europa. “No le puedo negar nada a uno de los más grandes benefactores de la humanidad”, replicó Napoléon, mientras ordenaba que todo su ejército se vacunara.
“La historia dice que fue un precursor de la vacunación de todo su ejército. Necesitaba un ejército combativo, estaba en plena batalla contra los ingleses”, señala Máximo Quitral, historiador y académico de la Universidad Tecnológica Metropolitana.
“Le temía más a la enfermedad que a los ingleses”, asegura. Explica que Napoleón tenía una especial predilección por las ciencias, como la medicina o las matemáticas. “Las fomentaba”.
Precisamente, ad portas del bicentenario de su muerte, el próximo 5 de mayo, muchos investigadores e historiadores, recuerdan su legado más allá del campo de batalla y cómo ayudó a fomentar todo tipo de disciplinas científicas.
El militar llegó a conquistar y controlar la mayor parte de Europa occidental mediante una avanzada y agresiva estrategia (Imperio Napoleónico). Pero su legado menos conocido escapa de lo político o territorial. También dejó un importante huella en la medicina, la investigación y la ciencia.
Raúl La Torre, historiador del Museo del Carmen de Maipú, destaca que como parte de su lado y herencia más luminosa, “está el claro impulso que le dio al conocimiento y la inteligencia individual, manifestado en su apoyo al desarrollo de la ciencia, el arte, la educación y la medicina, entre tantas otras áreas que gozaron de su interés”.
Su campaña a Egipto fue la excusa perfecta para solicitar la compañía de científicos y estudiosos a África. “Esta campaña impulsó un claro desarrollo en la arqueología, la biología e incluso, la física”, revela La Torre.
Admás, sufría de hemorroides, por lo que se obsesionó mucho de que hubiera una cura, “porque lo debilitaba frente al enemigo”, explica Quitral.
Quizás hoy, en este contexto de pandemia y donde los países están en una carrera por conseguir la tan ansiada inmunidad de rebaño, “la relación epistolar de Napoleón y el, ya reconocido para la época, médico y científico inglés, Edward Jenner, descubridor de la vacuna contra la viruela, cobra mayor notoriedad”, añade La Torre.
Para ambos esta relación tenía un alto grado de conveniencia. “Jenner, por un lado, recuperaba prisioneros de guerra para la corona británica a condición de probar, en un amplio grupo humano, como eran las tropas francesas, su vacuna y obtener datos que ayudaran a comprobar su eficacia. Napoleón, por su parte, mantenía relación con quien llamó uno de los más grande amantes de la humanidad y obtenía la inmunidad de su tropa para sus campañas militares futuras”, añade el historiador del Museo del Carmen de Maipú.
Genio innovador
Tenía una obsesión por rodearse de gente de ciencia. La Torre señala que participaba de discusiones científicas o inclusive le gustaba comentar publicaciones de similar carácter. “Así, por ejemplo, existen referencias a un cruce de palabras con Joseph Louis Lagrange y Pierre Simon de Laplace, dos de los más destacados astrónomos de la historia y cercanos al emperador francés, sobre la evolución del sistema solar y la existencia de Dios”.
La Torre explica que el significado de Napoleón para la historia puede ser leído desde diferentes perspectivas, todas ellas grandilocuentes, y en casi todas con un denominador común: su genio innovador.
Esta innovación atraviesa sus luces y sombras. “Va desde su lado más conocido, el de gran estratega y militar, sumado a su aspecto más oscuro, asociado a su carácter autoritario, al baño de sangre con que tiñó a buena parte de Europa; como también el derrotero que tuvieron sus posturas para el mundo de hoy”, establece La Torre.
Quitral destaca que Napoleón es una figura importante para la historia. “No solo desde el punto de vista del desarrollo político de Francia, sino de las estrategias militares y su afán expansionista. Esto ha sido estudiado y reconocido por quienes se dedican a revisar cuestiones vinculadas a las guerras y desarrollo militar. Es una figura clave en la historia política mundial”.
En Napoleón hay, sin duda, un dinamismo muy interesante con relación a que, aunque sus planes eran fundamentalmente eurocéntricos, “con una predilección hacia el oriente, no pocas de sus acciones tuvieron una resonancia trascendente en dirección occidental, como fueron, por ejemplo, los procesos independentistas en América y los personajes que los lideraron”, argumenta La Torre, historiador de la Universidad Gabriela Mistral.
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