“No fue suerte”: Manuel Suárez, descubridor del chilesaurio, a 20 años del hallazgo que redibujó la historia de los dinosaurios
El investigador, candidato al Premio Nacional de Ciencias Naturales, rememora el descubrimiento que asegura “es el mayor hallazgo paleontológico de las últimas décadas en el mundo”.
Han transcurrido 20 años desde que el geólogo Manuel Suárez, junto a su hijo Diego, llevaron a cabo el que posiblemente sea el hallazgo paleontológico más importante en Chile: el descubrimiento del chilesaurio.
Bautizado como Chilesaurus diegosuarezi, la especie vivió durante el Jurásico Superior, hace 150 millones de años en lo que es hoy Sudamérica. Los fósiles fueron descubiertos cerca de Cerro Negro, Región de Aysén, el 4 de febrero de 2004.
“No fue suerte”: Manuel Suárez, descubridor del chilesaurio, a 20 años del hallazgo que redibujó la historia de los dinosaurios
El dinosaurio medía 1,60 m de alto y tenía una mezcla de varias especies, como los sauropodomorfos (dinosaurios de cuello largo), ornitisquios (con cuernos) y terópodos (carnívoros bípedos), pero era vegetariano. Fue clasificado como un terópodo, un pariente del tiranosaurio rex, pero que comía plantas. Algo nunca visto en la historia evolutiva de los dinosaurios.
Manuel Suárez hoy se desempeña como académico e investigador de la carrera de Geología de la Universidad Andrés Bello, y es uno de los candidatos al Premio Nacional de Ciencias Naturales, que se conocerá la última semana de agosto.
El géologo acaba de participar de un estudio sobre la Patagonia, y está ayudando a impulsar que Chelenko, el lugar donde se encontró el chilesaurio, sea declarado geoparque por la Unesco.
En entrevista con Qué Pasa recuerda la histórica jornada cuando descubrieron el chilesaurio, el significado de la candidatura al Premio Nacional de Ciencias Naturales y las investigaciones en las que actualmente trabaja.
Restándose algo de mérito, dice que todos sus hallazgos fueron investigaciones de campo -“en terreno como le llamamos”- hechos en equipo, ya sea con otros geólogos, baqueanos, marineros, pilotos de helicóptero, etc.
Recuerda que el día del descubrimiento del chilesaurio, era un día de sol. ”Cabalgamos desde Mallín Grande, poblado de la zona sur del lago General Carrera hacia la cordillera. Íbamos con Rita de la Cruz, también geóloga, y Diego, nuestro hijo de siete años, Macarena hija mía y como baqueano, don Álvaro Saldivia, de Mallín. En el grupo teníamos diferentes objetivos, Rita deseaba buscar antecedentes de terreno que le permitieran comprobar que determinadas rocas en el sector de Cerro Negro eran del Jurásico, lo cual se comprobó posteriormente. Diego, de siete años, andaba detrás de dinosaurios, como muchos niños de su edad, Macarena, a su vez, buscaba piedras exóticas”.
“Era un recorrido por el día y había que vadear un río, donde hoy hay un puente. El sol del día preocupaba a don Álvaro, ya que derretiría hielos en la cordillera y el río podría crecer y no darnos paso al regreso. Era un Proyecto Fondecyt y los costos de nuestros jóvenes ayudantes lo pagábamos aparte, obviamente”, señala.
“Una vez a unos 1.400 metros de altura, en la zona de ´escoriales´, más arriba del bosque de lenga, y donde el cerro es pura roca, nos detuvimos y Diego pidió un martillo de geólogo y partió en su búsqueda de dinosaurios. Mientras, con Rita, estudiábamos las rocas. Al poco rato regresó Diego con dos pequeñas muestras de roca blanca con tonos azulados, menores a 1 centímetro de largo, diciendo: ‘huesos de dinosaurio’”.
“¿Fue suerte? No tanto, ya que Diego tenía el conocimiento suficiente para ´atrapar/comprender´ lo que sucedía: sabía que existían los fósiles, restos petrificados de vida antigua incrustados en las rocas, conocía la textura de un hueso, ya que llevaba días recogiendo huesos de vaca o caballo, pensando que eran de dinosaurio y, ¡andaba buscando dinosaurios!”, sostiene
“Paleontólogos de dinosaurios indican que el descubrimiento del Chilesaurus diegosuarezi es el mayor hallazgo paleontológico de las últimas décadas, en el mundo”, cree Suárez.
Dice que es, además, una espcie importante en una nueva propuesta de clasificación de dinosaurios que han hecho científicos británicos y que en los mismos estratos donde descansaba el chilesaurio había restos de otras tres especies de dinosaurios herbívoros, de cuello largo y una nueva especie de cocodrilo, el Burkesuchus mallingrandensis. “Pudimos determinar que estos animales vivieron hace 148 millones de años, en el Jurásico, y que vivieron cerca de volcanes activos a orillas de un mar”, establece.
Desde el descubrimiento del fósil, reconoce una gran cobertura periodística en muchos países, lo que le ha dado la oportunidad de dar a conocer, a diferentes públicos, aspectos de nuestra investigación y de la antigua historia de Aysén, remontándonos millones de años atrás, a los mundos jurásicos y cretácicos. “Este hallazgo de varios dinosaurios en los cerros al sur del lago General Carrera ha hecho que a niños de la cuenca del lago General Carrera les ´vuele´ la imaginación y que en ese territorio se acuñe la frase: ´Niños del chilesaurio´ para ellos. Se agregan, así, los dinosaurios a la identidad territorial en Aysén”.
Por ello, el descubrimiento ha dado un fuerte impacto al turismo. “Espero que incentive a jóvenes a seguir alguna carrera científica o tecnológica de avanzada para contribuir a dar, no solo una mejor vida a futuras generaciones, sino también para dar caminos que nos permitan sortear todos los enormes peligros que estamos enfrentando y seguiremos haciéndolo a futuro todos los seres vivos”, sostiene el académico de la Unab.
Así está impulsando a que Chelenko, el lugar donde se encontró el Chilesaurio, sea declarado un geoparque por la Unesco. “La postulación a geoparque Chelenko se puede considerar una consecuencia natural de los años de investigaciones geológicas del Sernageomin y la Universidad Andrés Bello, en las que me ha tocado participar junto a Rita de la Cruz y otros colegas. Proyectos financiados principalmente por el Gobierno Regional”, indica.
“Esto ha permitido trabajar en la puesta en valor del geopatrimonio aysenino, En cuanto al proyecto del Geoparque Chelenko, Corfo lanzó el año pasado un concurso de bienes públicos regionales para avanzar en el reconocimiento de la ribera del lago General Carrera como parte de la red global de geoparques de Unesco, concurso que ganó la Seremi de Minería como mandante y el Museo Regional de Aysén como ejecutor. La Universidad Andrés Bello, a su vez, participa en parte del proyecto del geoparque”, añade.
Los requisitos se pueden resumir en contar con geopatrimonio de relevancia mundial en el área, que se cumple por ser la ribera del lago General Carrera el lugar de Chile con mayor cantidad de geositios oficialmente reconocidos por la Sociedad Geológica de Chile, incluyendo además, el sitio donde se encontró el Chilesaurio, explica Suárez.
Finalmente, indica, “es más bien un círculo virtuoso. Llegar a obtener la etiqueta de geoparque Unesco le da relevancia a todos los hallazgos del área, incluido el Chilesaurio… pero sin lugar a dudas el que este maravilloso hallazgo (que incluso fue portada de la revista científica más prestigiosa del planeta) se encuentre en el territorio otorga un gran argumento, que fortalece la postulación”.
Manuel Suárez, descubridor del Chilesaurio y candidatura al Premio Nacional de Ciencias Naturales
Nunca se me pasó por la mente el postular a un premio, ni menos a uno de tal envergadura, reconoce Suárez. “Fue una total sorpresa, y ya con la nominación que hace la Universidad Andrés Bello, me siento muy premiado. Esta situación me ha hecho pensar y repensar que ha sido lo que he estado haciendo todos estos años, que me pasaba de expedición geológica en expedición geológica, particularmente en los canales magallánicos, en el cabo de Hornos y en Aysén”.
“De tanto revisar lo hecho, veo que mis trabajos han permitido empezar a conocer de qué está formada una parte enorme de nuestro territorio, particularmente el de más al sur, el de Patagonia hasta sus islas más australes, muy poco conocido. Acá viene al caso la frase ´soberanía por el conocimiento´, del primer presidente del Instituto Chileno de Campos de Hielo, don Horacio Toro. Para realmente decir que una región pertenece a un país, lo mínimo es saber su composición más íntima, es decir, su base de rocas”, agrega.
“Recuerdo que hace unos 40 años atrás planteé la primera hipótesis que ocupaba la reciente, en aquella época, Teoría de la Tectónica de Placas, comparando la geología del extremo de América con la de la Península Antártica. Fue uno de varios momentos emocionantes que me ha dado este trabajo, como lo fue también el haber llegado al cabo de Hornos en 1972 luego de recorrer los últimos 8 km en un bote de aluminio durante un temporal”, reconoce.
“Estas primeras expediciones al sur del canal Beagle las relato en un reciente libro que escribí: ´Mundos del Cabo de Hornos: crónicas de exploración de un geólogo y relatos históricos´ de Ril editores”, señala Suárez.
Manuel Suárez, descubridor del chilesaurio y nuevos estudios
Respecto a su último estudio, un arco volcánico mesozoico asociado a rocas en el volcán Viedma, en Campo de Hielo Sur, el investigador sostiene que actualmente está dedicado, junto a colegas, a escribir los resultados sobre las islas y montañas de Aysén, algunos de ellos relacionados a la presencia de antiguos volcanes, que formaban franjas que migraban en el tiempo. “Parte de mis estudios están hechos en el Campo de Hielo Sur, donde trabaje en un proyecto del Instituto Chileno de Campos de Hielo”.
“Allí, por un tiempo, se indicaba la presencia de un volcán, el volcán Viedma, sin embargo, hace ya décadas una expedición chilena en que participaba Gino Casassa (recientemente nombrado director del Inach), reportó que este volcán no existía (lo cual ratificaron, años después, geólogos argentinos y nosotros)”, argumenta Suárez.
“Recientemente, con otros geólogos, hemos publicado un resumen en un Congreso Geológico en Brasil, en que planteamos que las rocas del nunatak Viedma se correlacionarían—continuarían- con aquellas expuestas en parte del archipiélago de los Chonos. Estas rocas se habrían depositado en una fosa ubicada mar adentro de una cadena volcánica que se extendía por el extremo oriental de la Patagonia argentina durante el Triásico Superior o Jurásico Inferior, esto es, hace unos 200 millones de años”, explica.
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