Pía y Pablo: el crudo relato de dos médicos chilenos luchando contra el coronavirus en España

Pia

Pía Asun y Pablo Díaz son pareja y médicos que, en Barcelona, luchan día a día contra el Covid-19 luego de haberse recuperado del contagio.


“A veces hacemos llamados telefónicos a familiares para decirles que el paciente ha fallecido por coronavirus, pero que no podrán verlo por última vez, ni velarlo, ni darle una despedida. O llamas y te dicen que el familiar cercano no está, porque también fue ingresado al hospital y te das cuenta que en dos meses el virus ha destruido familias completas, sin previo aviso”. El relato es crudo, pero es la realidad de una pareja de médicos chilenos que vive en España, uno de los lugares más rudos en torno al Covid-19.

Hasta la mañana del jueves el país registraba 152.446 casos y 15.351 fallecidos. De ellos, 31.043 contagiados y 3.148 muertos eran de Cataluña. En medio de ese caos, dos médicos chilenos emparejados en Barcelona, desde distintas trincheras, combaten como pueden el Covid-19, incluso con uno de ellos habiéndose contagiado y recuperado. Pía Asun (33), anestesióloga y Pablo Díaz (33), oftalmólogo, viven hace más de cinco años en la ciudad condal, hasta donde llegaron a hacer sus respectivas especialidades luego de egresar de Medicina en Chile.

Pasaron de trabajar en cirugías programadas y consultas oftalmológicas a ser la primera línea de Barcelona. Mientras ella lo hace en la UCI del Hospital Vall d’Hebron, él lo hace en un hotel Covid, que es una extensión de 120 piezas del Hospital Univeristario Germans Trias i Pujol, para pacientes en vías de recuperación.

“Ha sido muy difícil. Si bien en mi hospital tenemos una REA (unidad de reanimación) potente y de vez en cuando me toca trabajar allí con pacientes críticos postoperados, no tiene nada que ver con trabajar directamente en UCI con una patología nueva de la que hay que ir actualizándose continuamente”, dice ella. “Y la incertidumbre no acaba en el hospital. Llegas a casa y empiezas a saber de amigos o conocidos que han salido positivo y están ingresados por aquí y por allá, unos con pocos síntomas y otros gravísimos. Para qué decir la angustia de recibir un mensaje de alguien de mi familia o amigos en Chile que podrían estar positivos y uno aquí sin posibilidad de verlos”, suma.

Medicos
Pía Asun y Pablo Díaz.

Él, por su parte, cuenta: “Al principio claro que también fue difícil y luego fue cambiando, porque me enfrento a esta crisis en esta nueva posición, donde veo a pacientes en una fase final, la gran mayoría de la gente tiene buen pronóstico, está más contenta, más animada, es como la cara más feliz. Los pacientes vienen de un proceso muy negativo y largo en algunos casos. También eres testigo de reencuentros y momentos muy emotivos que te quedan marcados”.

Cuarentena

Antes de entrar a la primera línea, tuvieron que transitar una cuarentena obligatoria como pareja, cuando Pablo dio positivo por Covid-19. Cree haberse contagiado en una atención médica, porque el área de oftalmología donde trabajaba comparte espacio con la urgencia. “Tenía fiebre alta, tos, ya estaba sintomático. Me sentía mal, como soy funcionario de la salud me hice exámenes, salí positivo y posterior a eso me aislaron en casa. El aislamiento fue para mí y mi pareja, que también es personal sanitario”, dice. Cree que ella también se contagió, “pero cayó en el porcentaje de asintomáticos”, agrega.

El haber padecido de Covid-19 tempranamente fue, a la larga, un alivio, porque no sintieron el temor al contagio en el día a día de su profesión: “Si no hubiese tenido yo la enfermedad de manera tan precoz, sí que me hubiese sentido asustado porque es lo normal, tú ves que la gente se enferma y no todo el mundo va muy bien. Es justificable totalmente sentir miedo”, dice Pablo, quien tiene claro cuál fue el momento más crítico de esta crisis. “La sensación en el aislamiento fue de impotencia, de frustración, por la poca proactividad que hubo en el manejo de la enfermedad en el momento inicial”, critica.

“Somos animales de costumbre, así que cada día va pareciendo más normal que el anterior. La mayoría de los pacientes que recibo vienen absolutamente solos, porque las familias no pueden acompañarlos. Ingresan a la UCI porque están en insuficiencia respiratoria aguda y necesitan mayor soporte ventilatorio, por lo que en muchos de ellos el nivel de conciencia es menor; así que los duermes rápido y los conectas”, relata Pía. “Pensar que pudiste ser la última cara que vieron es desgarrador", añade.

Dice que los pacientes que ingresan a la UCI, pero aún no son tributarios de ventilación mecánica, lo pasan mal, "porque aún conscientes y ver todo lo que ocurre a su alrededor, sabiendo que tienen alta posibilidad de acabar intubados como sus vecinos, o muertos”.

Pero el oftalmólogo chileno dice que también hay momentos de alegría, cuando alguien contagiado logra irse a casa. “Es súper gratificante y satisfactorio dar de alta, sobre todo en este contexto”, cuenta.

Pía también carga con un peso a diario: “Informar a las familias, que para mí es muy duro porque los anestesiólogos no somos mucho de hablar con los familiares, nosotros somos el médico tras bambalinas. Solo hablamos con los familiares si ha pasado algo grave en pabellón. Ese llamado telefónico diario a los familiares es muy difícil, sobretodo porque se siente la angustia que tienen en casa sin poder ver a su ser querido”.

Pablo
Pablo y el atuendo que debe usar al trabajar.

Dice, eso sí, que no tiene miedo “porque sabemos lo que hacemos. Aplaudimos cuando el paciente se va de alta. Y si es por el tema de infectarse, a esta altura creo que la mayoría del personal de UCI ya hemos pasado por la enfermedad”.

Mirada atrás

El 31 de enero se confirmó el primer caso de coronavirus en España. Ese día empezó un brote que se descontroló y del que Pía y Pablo hacen memoria.

“El inicio fue lento", dice ella. Él también retrocede en el tiempo y hoy asegura: “No puedo decir que tuve miedo, pero sí preocupación y que me generaba un poquito de ansiedad cuando veía que esto empezada a crecer y a cruzar fronteras. En el momento en que mayor preocupación me generó fue cuando el virus ya estaba en Italia y dábamos por hecho de que en cualquier momento llegaba”.

Desde que empezó lo del coronavirus, las cirugías programadas en el hospital donde trabaja Pía, el que pasó de 56 camas a abrir otras siete UCI, se fueron cancelando y solo operaban casos específicos, pero luego hasta esos procedimientos se tuvieron que cancelar, porque el hospital se fue llenando de pacientes Covid y no habían camas donde llevarlos. “A la mayoría de los anestesiólogos nos enviaron a trabajar a la UCI y algunos se quedaron para cubrir el pabellón de urgencias”, explica la especialista.

Pablo asegura que las medidas que se tomaron al inicio en el país donde viven van a dar mucho de qué hablar cuando todo esto pase. “Creo que España va a ser un ejemplo de cómo no hacer las cosas al principio”. Ambos dicen que lo positivo para Chile es el tiempo de ventaja que le llevan a España.

"Esto es como un partido de póker contra un súper campeón internacional, pero el jugador chileno conoce las cartas del contrincante. De manera que por favor se utilice de la mejor forma posible esta ventaja, de lo contrario, será un partido que no creerán cómo fueron capaces de perder”, cierra Pía.

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