PC: ¿Políticamente Correcto?
Hasta acá el Partido Comunista era reconocido por el gobierno y sus socios en la Nueva Mayoría como el partido más disciplinado y leal a la presidenta Bachelet, aunque significara resignar fuerza en los movimientos sociales. Pero los nuevos bríos del "realismo sin renuncia" de la mandataria abrieron un flanco inesperado: la defensa a ultranza del programa por parte del PC significa una amenaza latente sobre el futuro de la coalición de gobierno.
Lealtad. Durante los días de mayor turbulencia política que vivió la presidenta Michelle Bachelet, a raíz del estallido del caso Caval, su entonces ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, asistió, en un acto inédito para un jefe de gabinete desde el retorno de la democracia, al pleno del comité central del Partido Comunista.
Peñailillo irrumpió ese sábado 21 de marzo en el auditorio del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), algo así como el think tank del PC, bajo un estruendoso aplauso de la militancia. De vestimenta casual y sin abandonar su riguroso peinado, el entonces jefe del gabinete usó la palabra lealtad.
“Su aporte, su lealtad con el programa y el aporte al gobierno de Michelle Bachelet ha sido un soporte clave para llevar adelante la agenda de transformaciones estructurales”, señaló Peñailillo a su audiencia. La complicidad era mutua. El PC veía en el ministro el sello de garantía de que el programa de gobierno comprometido se cumpliría. “Reconocer a la persona del ministro del Interior, que ha sido un sostenedor incansable de esta decisión presidencial y que tiene todo nuestro respaldo político”, devolvió el jefe del PC, sellando a fuego la estratégica alianza.
El paso de los días y el avance de las investigaciones del caso SQM dieron vuelta el tablero. La mandataria se vio obligada a sacar a su hombre de confianza, y a todo su comité político. El 11 de mayo, el día del ajuste ministerial, había sentimientos encontrados en el PC. Por un lado, encontraban el premio a esa lealtad sumando a un nuevo ministro (el subsecretario de Previsión Social, Marcos Barraza, se convertía en ministro de Desarrollo Social) para hacer una inédita dupla comunista en el gabinete con la titular del Sernam, Claudia Pascual; pero la salida de Peñailillo y el ministro de Hacienda, Alberto Arenas, significaban un golpe directo al corazón del programa por el cual ingresaron al gobierno. El viernes 10 de julio pasado, varios dirigentes comunistas recordaron aquella tarde de complicidad con Peñailillo. La presidenta Bachelet acuñaba un nuevo concepto: “realismo sin renuncia”. Lo anunciaba tras una extensa jornada de trabajo en el consejo de gabinete que reúne a todos sus ministros.
“Sabemos que no vamos contar con todos los recursos previstos originalmente para llevar adelante nuestro programa (…) Será necesario entonces jerarquizar y dar mayor gradualidad a algunos aspectos de nuestros compromisos”, dijo la mandataria ese día.
Sus palabras fueron la confirmación de lo que ya se advertía en el debate entre los militantes comunistas: el escenario había cambiado por completo.
EL FRENO PUESTO
Aunque expresó su tranquilidad a los periodistas que lo esperaban afuera de Teatinos 120, sede del Ministerio de Hacienda, el diputado Teillier salió muy preocupado de su primer encuentro con Rodrigo Valdés, el viernes 26 de junio pasado. El jefe de las finanzas recibió en su despacho al presidente del PC, dando vida a una conversación “franca y directa”, según quienes conocieron el contenido del encuentro. Valdés le expuso sin matices su diagnóstico: los factores externos, pero también los internos, es decir, la crisis de descrédito de la política había profundizado la desaceleración económica y el país iba a crecer menos de lo esperado. El ministro le explicó su plan para revertir las cifras negativas y le adelantó que era partidario de “priorizar” y no gastar en demandas adicionales. Dicen las mismas fuentes que se inició una fuerte discusión entre ambos. Teillier hizo hincapié en que el país contaba con los recursos para financiar las reformas y que no se podía retroceder, y que si había que priorizar, había que apuntar al “gasto social”.
“Me quedo tranquilo por la explicación que me dio el ministro, pero quedo muy intranquilo sobre la economía del país”, dijo el dirigente tras la reunión, dando cuenta de este nuevo ánimo, aunque aclarando que “el programa no está en peligro en lo grueso”.
Las señales de Hacienda despertaron discusiones acaloradas al interior del partido. Si bien desde el cambio de gabinete del 11 de mayo que las reuniones semanales de la comisión política del PC se habían transformado en un hervidero, bajo la premisa de que el nuevo equipo ministerial se inclinaba hacia la “moderación”, Teillier ponía paños fríos.
Pero las señales de Valdés empujaron a los dirigentes del PC a pactar un par de conclusiones rectoras. El partido exigiría el cumplimiento a cabalidad del programa. Un dirigente comunista lo resume así: “No aceptaremos nada menos de lo que está, ni tampoco nada adicional”. Junto con ello, el envío del mensaje a La Moneda de que la garantía es la “propia presidenta Bachelet”, dice la misma fuente.
El escenario coincidió con una etapa crucial al interior del PC: a fines de julio el pleno del comité central debe fijar la fecha del congreso del partido, máxima instancia de resolución política. Aunque los planes originales de la directiva de Teillier eran llevar a cabo el evento en octubre próximo, el actual escenario podría facilitar una postergación para enero del 2016. Pese a ello, la comisión política encomendó a sus integrantes Juan Andrés Lagos y Patricio Palma preparar un documento reflexivo que será la guía del debate. Este último adelantó el 4 de julio pasado algunos conceptos en una columna titulada “Mirada económica y política de los comunistas”, publicada en el diario El Siglo. “Tras el cambio de gabinete (…) el panorama se tornó preocupante. En el marco de una fuente ofensiva empresarial, el riesgo de ceder a la presión por frenar las reformas se hizo patente. Las declaraciones de los nuevos ministros del Interior y de Hacienda, que buscaron tranquilizar a la derecha y a los empresarios, abren una interrogante que se hace necesario despejar para asegurar la continuidad del proceso de reformas que sustenta la actuación de los comunistas en el escenario nacional”.
Si bien hasta ahora los problemas de convivencia del PC habían estado radicados en la relación con sus socios antagónicos en la Nueva Mayoría, como la DC, por primera vez el partido comenzaba a sincerar su incomodidad con el gobierno. El consejo de gabinete del viernes pasado desató las amarras.
REALISMO O RENUNCIA
“Más que realismo, me parece una renuncia, señor ministro”. A mediodía del lunes pasado, en la tradicional reunión de coordinación legislativa de los jefes de bancada de la Cámara y el Senado con el ministro de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, el jefe de los diputados del PC, Daniel Núñez, encaró al secretario de Estado.
El diputado le pidió a Eyzaguirre “abandonar las ambigüedades” y explicar con claridad si el nuevo rumbo anunciado significaba, por ejemplo, que se modificaría el proyecto de reforma laboral, poner en duda el compromiso de gratuidad en la educación superior, o el proceso constituyente anunciado por la propia presidenta hace unos meses.
La señal de Núñez estaba lejos de ser aislada. Ya desde el fin de semana, diversos actores sociales y políticos del PC habían endurecido su discurso contra el gobierno. Sin anestesia, la presidenta de la CUT y militante comunista Bárbara Figueroa lanzó un frontal discurso en plena marcha en la Alameda. “Esta es la primera respuesta a ese consejo de gabinete de ayer, la primera respuesta a la arremetida empresarial, pero no la última”, señaló.
La advertencia de la líder sindical no sorprendió tanto como las palabras de la presidenta de la comisión de Educación de la Cámara, Camila Vallejo, quien ese mismo día le respondió directamente a la presidenta en una entrevista en La Tercera. “No comparto que la gratuidad deba ir asociada al crecimiento económico”. Vallejo se salía de libreto, pese a haberse mantenido firme con varias posiciones del partido y el gobierno. Como la idea de mantener el trámite del proyecto de carrera docente, apostando al diálogo con los profesores. Ello, pese a la posición rígida del gremio dirigido por el PC Jaime Gajardo, de exigir el retiro de la iniciativa. Varios dirigentes comunistas recuerdan que precisamente dicha discusión dividió aguas al interior de la colectividad, al extremo de que la postura del partido tuvo que ser sometida a votación en la comisión política. El resultado fue estrecho a favor de la opinión alineada con el gobierno, pese a los reclamos de dirigentes que advertían los costos de insistir en ir a contrapelo de los movimientos sociales.
“Podemos convivir con socios que empujen ideas conservadoras, mientras el gobierno mantenga el rumbo. Pero si imponen su mirada y cambian el rumbo del gobierno, se pone cuesta arriba. Eso es lo que está sucediendo en Interior y Hacienda. No está en juego si seguimos o no en el gobierno. Lo que está en juego es la proyección de la Nueva Mayoría, la proyección de una segunda etapa de reformas en un próximo gobierno. Eso es un escenario totalmente abierto”, advierte el diputado Núñez.
PRAGMATISMO EXTREMO
El lunes pasado fue agitado para el PC. Algunos no daban crédito del nuevo escenario. De hecho, para tener más antecedentes en la mano, la comisión política se reunió en el ex Congreso en Santiago e invitó a un grupo de asesores del Ministerio de Hacienda, para revisar una vez más las cifras y el diagnóstico del ministro Valdés. “La verdad es que aún nos quedan dudas”, confidenció a Qué Pasa el propio Núñez, quien además señaló que la instancia partidaria invitó al ministro de Hacienda para las próximas semanas.
Mientras tanto, el lunes el presidente lanzó por primera vez una advertencia: “El PC ingresó al gobierno con el objetivo de llevar adelante un programa de reformas comprometidas con el pueblo (…) si ello se desvirtuara, estaríamos en otro momento político y deberíamos revisar nuestra posición”, señaló. Lo del PC es “puro pragmatismo”, dice otro dirigente que prefiere el anonimato. Y lanza una prueba. “Hay algunos que dicen esto: si fuimos flexibles para convivir con la DC, ¿por qué no lo seríamos en el futuro, por ejemplo, para convivir con Marco Enríquez-Ominami?”. Todos los caminos están abiertos.
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