Salir de casa
Mustang es la historia de una huida que, con ligeros cambios, bien podría estar ambientada en cualquier pueblo sudamericano.
Muy lejos de los culebrones de moda y de los sultanes con sombreros exagerados, a miles de kilómetros de Estambul y sus grandes mezquitas, cinco hermanas viven en un pueblo perdido en la costa turca. Mustang, la primera y entrañable película de Deniz Gamze Ergüven, es el recuento de las mil y una peripecias con que deben lidiar esas muchachas que quieren escapar de la provincia, del machismo e incluso de la estupidez.
En otras palabras, de su futuro. Lale, Nur, Ece, Selma y Sonay son alegres, hermosas, llevan el pelo largo y ríen despreocupadas, aunque ya intuyen que tras el verano las cosas serán distintas: una se casará obligada y otra entrará al colegio, y así, de a poco, tendrán que aceptar el papel de la mujer en la Turquía rural, que en nada se parece a la vida que hubieran llevado en la capital. Mustang, a fin de cuentas, es la historia de una huida que, con ligeros cambios, bien podría estar ambientada en cualquier pueblo sudamericano y, tal vez, por lo mismo es una cinta peligrosamente comprensible y cercana. Una de esas con las que uno ríe encantado, sí, pero con una ligera mueca de miedo.
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