Es probable que los hayas oído mencionar en reiteradas ocasiones cuando revisas el pronóstico del clima, pero a pesar de que asocias algunos de sus efectos con determinados escenarios, todavía no tienes claro en qué consisten.
Los fenómenos del Niño y La Niña son un tema recurrente en las conversaciones científicas, debido a que generan distintas repercusiones tanto en Chile como alrededor del mundo.
En entrevista con La Tercera, el meteorólogo de Chilevisión, Eduardo Sáez, explicó que el primero puede describirse a grandes rasgos como “el calentamiento del agua superficial del mar en el Pacífico ecuatoriano, ese cinturón tropical que une la costa de Ecuador y Perú con la de Indonesia y el norte de Australia (...) sube entre uno y dos grados aproximadamente y cuando está en las fases de calentamiento se le llama ‘El Niño’”.
Según el especialista, fue nombrado así debido a que “antiguamente, aparecía una corriente de agua cálida en la costa peruana, en la época cercana a la Navidad, por lo que le pusieron ‘corriente de El Niño’ (...) pero cuando empezaron a investigarlo, se dieron cuenta de que era más complejo de lo que creían, ya que no era una corriente como tal, había una situación extraña que ocurría en el océano y por eso se le llamó ‘fenómeno’”.
En el caso de La Niña, la situación es opuesta.
Es decir, las aguas se enfrían en vez de calentarse, mientras que también hay una fase intermedia a la que se le denomina como “neutra”, debido a que no hay una tendencia particular hacia ninguno de los dos extremos.
“Todo eso hoy, los científicos lo llamamos el ENOS, siglas que en castellano se traducen como El Niño-Oscilación del Sur”, explica Sáez.
¿Por qué cambia la temperatura del agua?
Por su parte, el meteorólogo Gonzalo Espinosa Doggenweiler contó a La Tercera que “si los vientos alisios que soplan en ese sector son débiles en un largo período, el agua del mar está más tiempo en contacto con los rayos solares o energía que proviene del sol, por lo tanto se calienta por sobre la temperatura normal y se produce El Niño”.
“Si los vientos son más intensos que lo normal, el mar está menos tiempo en contacto con la energía proveniente del sol y su temperatura queda más baja que lo normal, ahí se genera La Niña”, advierte.
Si bien, la comunidad científica se ha dedicado a estudiar extensamente estos escenarios durante las últimas décadas, todavía no existe una teoría validada universalmente que explique el origen de por qué ocurren.
Respecto a cada cuánto tiempo aparecen, Sáez expresó que “hay ciertos autores que hablan de entre tres y siete años, pero en la realidad, cuando uno ve, podemos tener dos o tres eventos de La Niña o de El Niño seguidos”.
“No es que ocurra uno por medio o haya un patrón tan claro, es bastante irregular”, añadió.
La Niña: los efectos del fenómeno
El meteorólogo de Chilevisión enfatizó en que —actualmente— los patrones que siguen ambos fenómenos varían considerablemente, a pesar de que desde 2010 hacia atrás sí se veían ciertos comportamientos más acentuados.
Refiriéndose a El Niño, dijo que “lo que teníamos y lo que se ve, cuando recordamos las imágenes del 82′ y el 87′ en el Río Mapocho, es que cuando aparece, en la zona central tiende a aumentar la cantidad de lluvias, en la zona austral suelen disminuir las precipitaciones y cambia la temperatura superficial del agua en las costas del norte, lo que también altera el tipo de peces que hay y dicha industria se ve afectada”.
En cuanto a La Niña, “se relaciona con un descenso en la precipitaciones de la zona central y un aumento en las lluvias en la zona sur (...) pero además, trae un aumento de las precipitaciones en el altiplano”.
Si hablamos de temperaturas, en este último fenómeno “los inviernos tienden a ser mucho más fríos”, mientras que en el primero, “suelen ser un poco más moderadas, no bajan tanto en el invierno y en verano tienden a ser medianamente regulares”.
Aún así, Sáez recalcó que estas tendencias han cambiado con los últimos años.
“Por ejemplo, en 2015 tuvimos ‘El Niño Godzilla’, que supuestamente iba a ser un ciclo donde esperábamos gran cantidad de lluvias y, sin embargo, no sucedió nada. Seguimos con la sequía como estábamos”, asegura el meteorólogo.
Luego sigue: “Este último tiempo, los patrones en general de la circulación de aire que generan tanto El Niño como La Niña no están siguiendo lo que conocíamos desde el 2010 o el siglo pasado, por lo no podemos decir que va a ser un invierno lluvioso solo porque está uno de estos fenómenos, se necesitan también otros factores”.
Bajo esta línea, recordó que “en la década del 80 o 90, cuando decíamos que llegó el Niño, todos sabíamos que iba a llover, mientras que si venía La Niña, sabíamos que iba a estar seco, pero ahora no podemos decirlo”.