Han pasado ocho años desde que el coach especializado en apoyar a parejas, Ricardo Cariaga, publicó ¿Por qué nuestra relación no funciona si nos queremos tanto? (Diana, 2016), un libro en el que analiza en profundidad una de las preguntas que más aquejan a quienes se esfuerzan —sin éxito— por mantener vivo su romance con otra persona.
En el escrito, además de citar datos en torno al matrimonio y los divorcios, el autor relata experiencias personales que ha vivido con su esposa, la psicóloga Mónica Silva, con quien lleva más de 30 años casado.
Junto con ello, hace referencia a los casos de los pacientes que ambos han recibido en su consulta, llamada Vivir en pareja.
Si bien, dicho libro se muestra como una ayuda para quienes se sienten identificados con la mencionada premisa, recientemente estrenó una edición actualizada en la que “se presentan nuevas herramientas, algunas más ortodoxas que otras”.
Pero que según Cariaga, han dado resultados efectivos tanto en su vínculo como en el de las personas que han acudido a su espacio.
A través de una pluma que se dirige al lector —a veces, con un toque de humor— y que siembra reflexiones sobre este ámbito, da cuenta de un método que promete fortalecer las relaciones.
De esta manera, se adentra en la relevancia de aspectos como la complicidad, la comunicación, el placer sexual y las proyecciones que se tienen sobre un proyecto común.
En esta conversación, Cariaga enumera algunos de los puntos más relevantes que desgastan a las relaciones, pero que la mayoría de las parejas no consideran.
Por supuesto, cada uno de los casos varían entre sí.
Sin embargo, se pueden obtener una primeras luces de por qué —a pesar de los intentos, el cariño y la base que han construido— puede surgir una sensación de insatisfacción que pareciera ser inexplicable, pero que es el reflejo de una serie de acciones o, de hecho, inacciones.
1. No entender que la relación de pareja no es segura para siempre
—Lo primero es comprender que hay ciertas cosas ante las que si uno pone atención permanentemente, tiene mayores probabilidades de que la relación se mantenga y se mantenga bien.
Hay que entender que la relación de pareja no es segura (en el tiempo) desde que tú te casaste, comprometiste o decidiste irte a vivir en pareja.
Esto de que vamos a estar juntos por siempre y que tú me vas a cuidar hasta que la muerte nos separe, no es así, sino que siempre depende. Eso es muy importante.
2. Adentrarse en un espiral de aburrimiento
—Lo anterior nos lleva a un segundo punto. Hay que poner atención a prevenir la mayor de todas las enfermedades en las relaciones de pareja: sin duda, es el aburrimiento.
El aburrimiento corroe la relación. Las personas que tienen hijos saben que los niños muchas veces van a decirles: “Mamá, papá, estoy aburrido”.
“¿Y qué hacen?”, pregunto yo. Y me responden: “Jugamos con ellos o los mandamos a entretenerse al patio”.
Pero, ¿cómo se ponen los niños cuando están aburridos? Odiosos, mal genio.
Bueno, los adultos también nos aburrimos y nos ponemos mal genio, pero no podemos ir a donde la pareja a decirle: “Oye, dame entretención, porque estoy aburrido”.
Entonces, el aburrimiento nos va llenando un estanque y eso nos hace mirar la vida muy mal. Así, puede darse que se respondan mal. No porque no se quieran, sino que porque están aburridos.
Es clave tener una dinámica y saber que en el fondo no se casaron con el objetivo de formar una familia, ni para desarrollar un proyecto de vida, ni para compartir, ni para envejecer juntos.
Cuando se casaron, lo hicieron por una sola razón: para ser felices y pasarlo bien. Están con la persona con la que mejor lo pasan, la que mejor les hace sentir y quieren perpetuar eso para seguir pasándolo bien, para seguir siendo felices.
No obstante, muchas veces la gente se casa, se olvida de eso y empieza a pensar: “¿Ahora cómo hacemos funcionar esta pyme el matrimonio?”.
O sea, hay que poner el foco en la entretención. Eso es bien complejo, porque podrás pensar cómo puedes entretenerte con la misma persona durante 40 años. ¿Es cuático o no? Sobre todo cuando no hay sorpresas ni novedades.
3. No atreverse a expresar lo que se piensa y que es importante para uno
—Voy a contar una anécdota mía, de los tiempos en los que estaban los VHS y los clubes de video.
Estábamos un sábado con Mónica viendo una película y yo estaba pensando: “Qué latero esto. Deberíamos estar carreteando, haciendo otras cosas, un asado…”.
Está bien ver una película, pero nosotros vimos muchas. La cuestión es que estaba tan volado con ese pensamiento que se me salió decir: “Qué aburrido”.
Ahí ella tomó el control remoto, le puso pausa y me dijo: “¿Perdón? ¿Te aburres conmigo?”.
Yo pensé en una milésima de segundo: “¿Qué pasaría si le dijera que sí? Quedaría la escoba, podríamos pelear”. Así que no me atreví, le dije que esa película era aburrida y que era una lata.
Entonces me dijo: “Cambiémosla”.
Eso le pasa a mucha gente, quienes no se atreven a expresarlo.
Después me atreví y le expresé: “Te quiero mucho. Esto no tiene nada que ver contigo. Eres la mujer de mi vida, pero aquí no pasa nada. No vibra, no suena, no tiene sustancia, es una cuestión insípida”.
A todo el mundo le puede pasar lo mismo.
4. Confundir a la pareja con la relación: no son lo mismo
—Como se profundiza en el libro, podemos entender la relación de pareja como una empresa. Al final, es un proyecto, el más importante de tu vida y tienes que manejarlo como tal.
Esta tiene un objetivo: hacer felices a ambos. Ese es su propósito.
Al igual que una empresa busca generar dinero para los dos, el vínculo nos tiene que dar felicidad a ti y a mí. No yo a ti, ni tú a mí, sino que es la relación.
Lo complejo es que esta tiene que ser tan eficiente para no solamente hacerlo ahora, sino que además tiene que actualizarse en el tiempo. Lo que te hace feliz hoy, en cinco años puede cambiar, luego en 10 y después en 15.
Por eso Mónica y yo armamos una metodología que permite mirar la relación de esa manera. Lo que hacemos es cambiarle la vida a la gente.
Cómo decimos en nuestro sitio web, se trata de “terminar la relación y empezar una nueva, pero con la misma persona”.
No interesa lo que pasó atrás, porque las cosas que hicieron mal, las efectuaron así porque no sabían hacerlas bien. Con esto partimos de cero, entendiendo que el cariño y el afecto todavía están, además del compromiso.
Cambiemos esa estructura y armémosla de nuevo. Para cada relación es una diferente.
Cuando me preguntan por qué las relaciones no funcionan y quiénes son los culpables, muchas veces digo que el matrimonio. No la institución, sino que la estructura actual.
“¿Cómo lo sabe?”, me responden. Bueno, porque las estadísticas dicen que no funciona: la mitad de los matrimonios se separa y de la otra parte un 73% declaran no ser felices. Osea, funciona un 10%.
Y si funciona un 10%, se tiene que terminar esta forma de ser pareja, ¿o no? Tenemos una propuesta: creemos que cada pareja tiene que construir su propia estructura, independiente de la creencia y los valores de cada uno.
Nosotros los ayudamos en eso.