La mayoría de las veces, las malas noticias tienden a llegar de manera inesperada. Desde el quiebre de una relación sentimental hasta un despido laboral, el diagnóstico de una enfermedad o el fallecimiento de un ser querido, son muchos los factores que pueden tomarnos por sorpresa y generar un impacto en nuestro bienestar psicológico.

Hace apenas unos meses, una serie de investigaciones científicas compartieron las claves para apoyar a otro individuo que vive un escenario complejo. Pero, ¿qué pasa cuando tú debes comunicar información de este tipo a otra persona?

“No existen ni el momento ni el escenario ideal para las malas noticias”, escribió en El País la psicóloga clínica del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Patricia Fernández, “pero sí la posibilidad de atemperarlas con una mezcla de preparación y sensibilidad que evite males mayores”.

La especialista citó al doctor Robert Buckman para explicar que estas “alteran las expectativas de futuro y la visión que se tiene de uno mismo”.

En esta línea, es natural que cuando aparezcan sintamos emociones como el enojo, la tristeza o la desesperación, entre otras dependiendo de cada escenario. Después de todo, se trata de factores que afectan en nuestra percepción del mundo que nos rodea.

Emociones. Foto referencial: iStockphoto.

Y si bien, generalmente no estamos preparados para recibirlas, Fernández enfatizó en que “pueden causar más daño del inevitable si no se cuidan las formas” en que se las transmitimos al resto.

“Como decía Aristóteles, existe un arte de la retórica a la hora de comunicar, en el que el orador debería tener racionalidad y excelencia, pero también benevolencia”, dijo, “la prudencia siempre nos ayudará”.

Cómo informar una mala noticia a otra persona

Para Fernández, uno de los aspectos esenciales a considerar es quién será la persona “más indicada” para transmitir la noticia. Este individuo debería ser capaz de informarla idealmente de manera presencial (en caso de que exista la posibilidad) y debe elegir cuidadosamente el momento y el lugar para hacerlo.

Respecto a este último punto, la especialista recomendó elegir “un espacio seguro y tranquilo, en donde no haya distracciones ambientales”, como por ejemplo, mucho ruido o gente caminando por los alrededores.

“Esto facilitará que la comunicación sea más fluida”, enfatizó.

La especialista recalcó que quien recibe la mala noticia, “debe notar que tiene toda la atención de quien se la transmite”, debido a que eso “le reconfortará”.

En cuanto a la proximidad física que se debe tener dichas instancias, dependerá de la confianza y la personalidad que tenga cada uno de los partícipes, pero un factor a tener en cuenta es “una distancia prudente que ayude al receptor a sentirse más fortalecido”, mientras que “una postura corporal relajada servirá como acompañamiento del contenido verbal que se transmite”.

Conversación. Foto referencial: Adobe Stock.

“El contacto visual y facial debe ser directo, cálido y empático. Si se puede, es mejor sentarse”, sugirió la psicóloga, para después agregar que si se trata de una noticia “menos urgente”, se pueden comentar pequeños adelantos a la otra persona para ir “sensibilizándole” y no le llegue tan de golpe.

Según Fernández, “el mensaje relevante hay que decirlo de forma clara, neutra y sin rodeos”, por lo que “es bueno modular el tono y el ritmo de la conversación a la personalidad del receptor”, ya que no todos tenemos la misma sensibilidad.

Asimismo, dijo que “no conviene utilizar palabras demasiado difíciles de comprender”, para así no generar “ambigüedades ni dobles interpretaciones” que puedan desencadenar una complicación adicional.

Qué hacer después de la conversación

Después de que hayan hablado, es probable que la otra persona quede en un estado de asombro y que no responda verbalmente por unos minutos. En esos casos, la especialista destacó que “conviene respetar el silencio”, ya que los tiempos para procesar la información varían dependiendo de cada individuo.

Por otro lado, también es posible que reaccione con emociones como el enojo, las cuales a pesar de que no son las más satisfactorias en primera instancia, son necesarias de “tolerar y normalizar”, expresó la psicóloga.

Aunque claramente, con eso último se refirió a situaciones en las que ninguno de los participantes se ve afectado por casos de violencia que pueden ser denunciados ante la ley.

Conversación. Foto referencial: Priscilla Du Preez / Unsplash.

“Es pertinente demostrar interés y disponibilidad para responder a las cuestiones que el receptor quiera preguntar. Hay que asegurarse de que la persona haya entendido bien lo que se le ha transmitido. Si tiene dudas, conviene aclararlas”, manifestó.

De la misma manera, sentenció que “ser asertivo al comunicar malas noticias es encontrar el término medio entre no agredir y hacer respetar los derechos del receptor”.