Es uno de los monumentos más conocidos alrededor del mundo, pero también, es uno de los más misteriosos. Pese a que los arqueólogos estiman que Stonehenge fue construido hace aproximadamente 5.000 años, todavía no se sabe quién la construyó ni para qué fines servía.
Si bien, durante años se han planteado ideas de que pudo haber sido un mausoleo o un calendario celestial, una reciente investigación científica presentó una nueva teoría sobre este mítico monumento, el cual está ubicado en una colina de Wiltshire, Inglaterra.
Cuáles fueron los hallazgos
El académico de la Universidad de Salford en Manchester, Trevor Cox, descubrió que Stonehenge en algún momento de su historia funcionó como una cámara de eco, la cual amplificaba los sonidos que se producían al interior del círculo para quienes estaban dentro, pero sin filtrarlos hacia quienes estaban fuera.
A partir de aquello, ahora los investigadores se preguntan si fue un espacio que sirvió para que un grupo minoritario y de élite efectuara rituales.
“Sabemos que la acústica de los lugares influye en cómo los usas, por lo que comprender el sonido de un sitio prehistórico es una parte importante de la arqueología”, aseguró a la BBC el experto, quien se dedicó una década a investigar desde este enfoque.
Por su parte, la gerente de la organización English Heritage, Susan Martindale, declaró que “gradualmente estamos averiguando más y más al respecto, pero algunas cosas simplemente no creemos que podamos averiguarlas nunca”.
Ese es solo uno de los motivos de por qué el trabajo de Cox es tan valorado.
Cómo llegó a esa conclusión
Para llegar a esta teoría, el especialista británico construyó una réplica a escala de Stonehenge (de 1:12), la cual posicionó dentro de una habitación con sus paredes cubiertas de espuma. Dicho modelo está ubicado al interior de un centro de investigación de un recinto universitario, pero de momento su uso es solo científico, por lo que no está disponible para que lo vea el público.
Esta fue elaborada a partir de mapas digitales que le suministró English Heritage, organización benéfica que administra el monumento.
De esta manera, creó piedras idénticas mediante técnicas de impresión y moldeado 3D, para así replicar cómo se veía el monumento hace cerca de 4.000 años.
“Si vas al Stonehenge moderno, es un sitio magnífico, pero faltan muchas piedras o algunas están tiradas en el suelo”, manifestó al citado medio, “desde aproximadamente el 2000 a. C. en adelante, cambió mucho durante aproximadamente un milenio”.
Ya con la réplica lista, su equipo puso unos altavoces alrededor de las piedras y emitieron sonidos para medir distintas frecuencias. Al mismo tiempo, unos micrófonos posicionados alrededor de la sala registraban cómo cambiaban las ondas sonoras desde múltiples perspectivas.
Luego, crearon un modelo digital de Stonehenge para ver cómo sonarían distintos sonidos desde dentro y fuera del círculo rocoso.
Fue ahí cuando confirmaron que aunque no tiene techo ni piso, los ruidos rebotan entre los huecos de las piedras, para así generar un eco persistente (una reverberación) que permanece al interior del espacio.
“Si pensamos en las ceremonias humanas, por lo general involucran algún tipo de sonido, ya sea música, habla o canto. Y sabemos que si realmente querían ser escuchados, la gente debería haber estado dentro del círculo”, precisó.
Aún así, todavía quedan investigaciones por realizar, las cuales tienen una serie de complejidades adicionales en relación a las de otras áreas de esta rama de la ciencia.
En palabras que Cox enfatizó a la BBC, “el problema con la arqueología acústica es que el sonido desaparece, por lo que nunca podemos estar seguros de lo que se hizo allí”.