Tanto el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, como el mandatario de China, Xi Jinping, han sugerido que estarían dispuestos a enfrentarse militarmente por la situación de Taiwán.
Y sus acciones así lo han demostrado.
Un ejemplo claro se dio en mayo de 2024, cuando tropas estadounidenses y filipinas realizaron una serie de ejercicios militares en el Mar de China Meridional.
Los simulacros incluyeron el hundimiento de un antiguo buque de la Marina de Filipinas, el cual había sido fabricado en China y para ese entonces ya se encontraba fuera de servicio.
Aquello fue interpretado por distintos analistas como un mensaje para Pekín y una demostración del poder militar que Estados Unidos y sus aliados tienen en la región.
Por su parte, China ha lucido su moderno portaviones Fujian, el cual se presenta como el mayor buque de su Armada y completó sus primeras pruebas marítimas a principios de 2024.
A este contexto se le suman otros ejercicios militares que son cada vez más frecuentes.
Ambas potencias mundiales mantienen un interés significativo en Taiwán, debido a que se trata de un punto estratégico de relevancia por múltiples motivos.
La relevancia estratégica de Taiwán para China y Estados Unidos
Uno de los factores es su ubicación.
La isla principal de Taiwán se encuentra a unos 130 kilómetros de China continental.
Sin embargo, también tienen control sobre otras pequeñas islas que están en las cercanías de las costas de China, tales como Kinmen, Wuqiu y las Matsu.
El país presidido por Xi Jinping considera a Taiwán parte de su territorio.
Por otro lado, Estados Unidos no tiene lazos formales con sus autoridades, pero sí mantienen una comunicación estrecha y ha manifestado explícitamente su interés de que China no invada la isla.
Al oeste se encuentra el Estrecho de Taiwán, una ruta que es clave tanto para el comercio local como internacional.
De la misma manera, hacia su noreste, está el Estrecho de Miyako, el cual se extiende entre Taiwán y el grupo de islas pertenecientes a Japón.
En el sur está el Canal de Bashi, entre Taiwán y Filipinas.
Gran parte de su importancia estratégica se debe a que los estrechos que están a sus lados son, para China, rutas de acceso para llegar al Océano Pacífico.
En el caso de Estados Unidos, su Armada cuenta con algunas de sus bases navales en Corea del Sur, Japón y Filipinas.
El especialista del centro de investigación Council on Foreign Relations con sede en Nueva York, David Sacks, explicó a Deutsche Welle que la ubicación de las bases forma una suerte de línea frente a las costas de China.
“Taiwán se encuentra en el corazón de lo que en Estados Unidos llamamos la primera cadena de islas. Si nos fijamos, todas ellas son aliadas formales del país, o socios cercanos en el caso de Taiwán”.
Bajo esta línea, continuó: “Así es cómo Estados Unidos puede proyectar su poder cerca de las costas chinas, proteger a sus aliados y sus intereses”.
“Es muy difícil para el ejército chino proyectar su poder fuera de la primera cadena de islas y amenazar militarmente a Estados Unidos o a nuestros intereses en el Indo-Pacífico”, agregó el experto, quien anteriormente trabajó en el American Institute in Taiwan, la embajada de facto del país norteamericano en la isla.
Tanto Washington como sus aliados en la región rechazan lo que consideran ambiciones de expansionismo por parte de China.
El exdiplomático del país asiático y vicepresidente del Center for China and Globalization con sede en Pekín, Victor Gao, declaró al citado medio que “utilizar esta forma anticuada de pensar, como si se pudiera establecer una cadena para bloquear, por ejemplo, el acceso de China al Océano Pacífico, es ridículo”.
Según el análisis de Sacks, “el objetivo número uno (de los ejercicios militares de China) es mantener a Estados Unidos fuera de la región durante un conflicto”.
“Lo que llamamos ‘anti-acceso’ y negación de área: impedir que Estados Unidos pueda defender a sus aliados y socios”, enfatizó.
Pero más allá de la ubicación de la isla, ahí se encuentra la Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), empresa que es líder mundial en la fabricación de microchips.
De hecho, se estima que Taiwán fabrica alrededor de un 90% de los más avanzados del globo.
Estos componentes son de carácter fundamental para distintas industrias tanto de China como de Estados Unidos, ya que con ellos se pueden producir desde dispositivos móviles hasta autos, aparatos para el hogar e, incluso, aviones de combate, por solo mencionar algunos ejemplos de una extensa lista.
Por lo tanto, si China tomara control de Taiwán, podría desencadenar consecuencias económicas significativas para Estados Unidos.
En palabras que Sacks dijo a Deutsche Welle, “no creemos que una región bajo hegemonía china estaría abierta al comercio y a la inversión estadounidense”.
“Creo que China reordenaría la región. Quieren que Estados Unidos les suministre básicamente materias primas para convertirlas en productos manufacturados en China y luego venderlos en todo el mundo. Y no hay realmente un papel para Estados Unidos u otros países industrializados en eso”, advirtió el experto del Council on Foreign Relations.
Frente a esa hipótesis, el exdiplomático del país asiático afirmó que “la economía china ya es mayor que la de Estados Unidos si atendemos a la paridad del poder adquisitivo”.
“China produjo más de 30 millones de autos en 2023. Los estadounidenses probablemente produjeron menos de la mitad. Así que, ¿por qué creer que se puede obtener algún beneficio de enfrentarse con China? No, no hay ninguno”, añadió Gao.
Junto con ello, hizo hincapié en que su país “no mira a Taiwán desde una perspectiva económica o comercial”.
Con tales palabras, el vicepresidente del Center for China and Globalization hizo referencia a un factor más bien histórico, ya que ellos consideran que la isla es parte de su territorio.
Cabe recordar que China se vio obligada a ceder Taiwán a Japón en 1895, después de la primera guerra sino-japonesa.
Posteriormente, tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), las autoridades niponas tuvieron que renunciar a los territorios que habían ocupado.
Para ese entonces, China estaba pasando por una guerra civil que había iniciado su primera fase en 1927 y que enfrentaba a dos fuerzas: los nacionalistas liderados por Chiang Kai-shek y los comunistas dirigidos por Mao Zedong.
Estos últimos salieron victoriosos en 1949 y establecieron la República Popular China (RPC) en el continente.
Frente a este escenario, Chiang Kai-shek y los que quedaban de su gobierno se refugiaron en Taiwán, bajo la bandera de la República de China (RC).
A pesar de aquello, el gobierno de la RPC considera que solo existe una China y que Taiwán es más bien una provincia separatista.
Y aunque Estados Unidos no reconoce a Taiwán como un Estado independiente, sí tiene vínculos informales con sus autoridades y se ha manifestado en contra de que el territorio sea controlado por la RPC, que es gobernada por Xi Jinping.