Ya sea en la universidad o en el colegio, es común que cuando se acerque un periodo de exámenes se empiecen a generar expectativas en torno a los resultados que se pueden obtener. Algunos planifican su estudio con semanas de anticipación, mientras que otros, repasan las materias solo unos días antes.
Reunir destacadores de múltiples colores, organizar juntas con compañeros de aula, leer solo en voz alta y comentar los contenidos con otras personas son solo algunas de las estrategias que se pueden utilizar.
Pero hay casos en los que a pesar de todo el esfuerzo y tiempo invertido, las notas no reflejan lo que realmente se espera.
Factores como el estrés pueden influir en dicho fenómeno, pero también hay otras consideraciones que se deben tener en cuenta, los cuales van más allá de los casos particulares de cada estudiante.
Así lo afirmó recientemente el profesor de psicología de la Universidad de Virginia y autor del libro Outsmart Your Brain: Why Learning Is Hard and How You Can Make It Easy (Gallery Books, 2022), Daniel T. Willingham.
En un ensayo que escribió para el New York Times, el académico enfatizó en que a pesar de que los alumnos adquieren más conocimientos a medida que avanzan en sus cursos, no se les suele enseñar a “aprender de forma independiente”.
Dicho factor es especialmente clave para Willingham, sobre todo porque mientras transcurre la etapa escolar adquieren cada vez más responsabilidades. Asimismo, la dificultad de los contenidos aumenta y, por lo tanto, también las habilidades que se requieren para superarlos.
Una encuesta realizada en Estados Unidos y disponible en Springer Link reflejó que solo el 20% de los universitarios consultados estudian como lo hacen porque uno o varios profesores les enseñaron a hacerlo con esa metodología.
Asimismo, una investigación publicada en la National Library of Medicine (NIH) sugirió que los estudiantes tienden a elegir peores estrategias con la misma frecuencia que otras mejores, además de creer que las más deficientes son las más adecuadas para generar resultados positivos.
Los cuestionamientos de Willingham son claros: “¿Cómo podían estar tan mal informados? Se podría pensar que, después de años de estudio y de ver los resultados de los exámenes, los alumnos se darían cuenta de qué métodos funcionan y cuáles no”.
“Se equivocan al estudiar porque no evalúan si un método funciona a largo plazo. En lugar de eso, se fijan en si el método es fácil de hacer y si les parece que funciona mientras lo hacen”, añadió.
Los errores más comunes al estudiar y cómo enfrentarlos, según un experto
Bajo esta línea, el académico de Virginia hizo una analogía entre el escenario anterior y un supuesto caso en el que se hace ejercicio para generar más músculos.
“Tú me ves entrenar y te sorprende que haga flexiones de rodillas. Cuando me sugieres que las de puntillas son un ejercicio mejor, te respondo: ‘Ya lo he intentado, pero puedo hacer muchas más de rodillas. Y así no son tan difíciles’”.
Aquello, según él, sería un equivalente a lo que viven muchos alumnos.
Para sostener dicha premisa citó una encuesta publicada en Psychology Press, en la que la mayoría de ellos aseguraron que releer apuntes o textos es su método más común para estudiar antes de una prueba.
En este sentido, explicó que volver a efectuar una lectura no necesariamente ayuda a entender los contenidos, ya que no asegura que realmente se esté comprendiendo el significado de la materia.
Si bien, puede servir para que las asignaturas resulten más familiares, para aprender es necesaria la presencia de otro componente fundamental.
“Juzgar que el contenido es familiar y saber lo que significa —ser capaz de describirlo y de utilizar ese conocimiento cuando se piensa— se apoyan en procesos diferentes en el cerebro. Como están separados, la familiaridad puede aumentar aunque no aumente el conocimiento del significado. Eso es lo que ocurre cuando una persona te resulta muy familiar pero no puedes identificarla (...) Y así, cuando los alumnos releen sus libros de texto, el aumento de la familiaridad les hace pensar que están aprendiendo, pero como no están pensando en el significado de lo que leen, no están mejorando los conocimientos que realmente construyen la comprensión”.
Entonces, ¿qué se puede hacer para que tus métodos sean más eficientes?
Sus recomendaciones para mejorar el aprendizaje
Existen distintas opciones, pero Willingham sugiere que si todavía estás viendo una materia que procesaste solo parcialmente, una buena opción es tratar de recordarla, ya que “es una mejor forma de solidificar ese frágil aprendizaje que estudiar más”.
Dicha recomendación se condice con una investigación disponible en la NIH, la cual evaluó el desempeño de tres grupos en torno a textos educativos de 260 palabras.
Los participantes del primero leyeron repetidamente el texto en cuatro periodos de cinco minutos. Los del segundo, solo lo estudiaron en tres periodos y en el cuarto (de 10 minutos) anotaron todas las ideas que pudieron recordar. Por último, los del tercero lo analizaron solo en un periodo e intentaron rememorar en los tres restantes.
Tras el término de esos ejercicios, los que habían leído más veces el texto aseguraron haber aprendido mejor las materias. Pero una semana después, se les hizo un examen y consiguieron los peores resultados. Por otro lado, los del último grupo obtuvieron los mejores.
Otro de los mecanismos más utilizados para estudiar es destacar a medida que se está leyendo, pero una investigación disponible en Association For Psychological Science —en la que también participó Willingham— concluyó que las diferencias son mínimas en relación a no hacerlo.
Según dijo el académico de Virginia aludiendo a los resultados de un documento de Reading Psychology, aquello se debe a que generalmente subrayan definiciones en vez de conceptos más profundos.
Frente a esta situación, sugirió que un método más eficaz es “identificar conclusiones y preguntarse cómo se apoyan”, ya que aquello facilita un mejor entendimiento del trasfondo de los contenidos.
“Estudiar días antes de un examen requiere planificación, y la mayoría de los universitarios no lo ven necesario. Cuando se les pregunta cómo deciden en qué van a trabajar, solo el 13% de ellos —según una investigación disponible en Springer Link— mencionan seguir un plan”, aseguró Willingham.
Y en el caso de las exposiciones o clases presenciales —o en línea— recalcó que “no deben limitarse a entender los hechos, sino comprender cómo se relacionan para formar un tema o argumento”.
Con dichos argumentos, el profesor de Virginia enfatizó en la necesidad de que se implementen cursos de técnicas de estudio en los establecimientos académicos, una medida que no solo podría ayudar a los actuales alumnos, sino que también a los futuros profesores en formación, quienes después podrían seguir traspasando estos conocimientos sobre una muestra más amplia.