Es considerado uno de los periodistas científicos y ambientales más importantes del mundo. Ha escrito quince libros y decenas de premiados artículos y reportajes en National Geographic, The New Yorker y otras publicaciones. Educado en Yale y Oxford, su libro Spillover, Animal Infections and the Next Human Pandemic (recientemente editado en español como Contagio. La evolución de las pandemias), fue publicado en 2012 y predijo, justamente una pandemia causada por un virus zoonótico. A través de una rigurosa y apasionante investigación, por la historia pasada y presente de virus como el ébola y el VIH, dio con las claves de lo que este año pasaría en todo el mundo. “Cuando lo escribí era un libro sobre el futuro, hoy es un libro sobre el presente”, dice vía Zoom desde su casa en Montana, donde vive desde 1973 con su mujer, sus perros y gatos.

-Su libro llegó a Chile en pandemia: se vende en librerías con aforo limitado, personas con mascarilla, alcohol, etc. ¿Cómo se siente haber predicho esta situación terrible y que no se haya tomado en cuenta?

-Mi primera respuesta es: habría preferido estar equivocado que ser profético. Y yo no fui el profético, sólo escuché a los científicos que fueron proféticos, porque habían estudiado el tema y podían ver la evidencia de que algo así iba a suceder. Hablé con algunos de los mejores del mundo, y me dijeron que iba a haber una nueva gran pandemia, y que sería causada por un virus que vendría de un animal salvaje, posiblemente un murciélago. ¿Qué tipo de virus? Posiblemente, dijeron, una influenza o un coronavirus, porque son muy peligrosos y muy adaptativos. Dijeron que esto pasaría posiblemente en un lugar donde los humanos tengan contacto con animales salvajes. En los bordes de los bosques, o en un mercado húmedo, donde animales salvajes son vendidos como comida. ¿Dónde? Posiblemente en China, dijeron. Todo eso está en el libro.

-Y pasó tal cual...

-Pasó. Y es frustrante para mí. Estoy feliz de que mi libro esté disponible, porque ayuda a entender la situación y, más importante aún, las causas de esta. Y las cosas que tenemos que hacer para prevenir y no tener más pandemias como estas en el futuro.

Nuestros líderes necesitan pensar y planear más allá del rango de su propio interés, de su propia carrera política, de la siguiente elección. Esa es una de las cosas que estuvieron muy mal esta vez. Ciertamente aquí en mi país, con nuestro presidente idiota, y con otros líderes que fracasaron

-Ha dicho que no le sorprendió, obviamente, el Covid, pero sí la falta de preparación de los gobiernos de los distintos países. Que el sistema sanitario no estuviera preparado, por ejemplo.

-Es una falla muy grande y terrible. Los científicos vieron esto venir, lo alertaron. En China los científicos alertaron que estaban encontrando coronavirus en murciélagos que podían potencialmente infectar a humanos, publicaron papers científicos. Las personas que trabajan en salud pública sabían que esto venía. Anthony Fauci (el infectólogo estadounidense) lo sabía, y otros en posiciones de responsabilidad en salud pública, también. Y hablaron con los líderes políticos.

-¿Y qué pasó?

-O fueron totalmente sordos, o ignoraron las alertas. Probablemente fue lo último, ignoraron esto porque la preparación fue considerada “cara”. Pero, comparado con el Covid-19, la preparación hubiera sido barata. Cuando esto partió, en enero, me impactó que no tuviéramos test kits, coordinación internacional de medidas de salud. En Estados Unidos y otros países, no tuvimos coordinaciones a nivel nacional, sólo respuestas locales. Fue una total falla del liderazgo político el no poner atención a la ciencia y no escuchar los avisos de alerta de salud, para proteger a su gente. Muy frustrante.

-¿La mentalidad que primó fue de corto plazo?

-Claro. Nuestros líderes necesitan pensar y planear más allá del rango de su propio interés, de su propia carrera política, de la siguiente elección. Esa es una de las cosas que estuvieron muy mal esta vez. Ciertamente aquí en mi país, con nuestro presidente idiota, y con otros líderes que fracasaron. Creo que fue una materia en que no estuvieron dispuestos a gastar sumas considerables y serias en preparación, en algo que podría no pasar durante su mandato. Algo así como: si no puedes prometerme que esto pasará durante mi periodo en el gobierno, entonces no gastaré el dinero ni mi capital político ni mi atención para prepararme para esto. Y nos dejaron sin preparación y desprotegidos.

El futuro del virus

-¿Cómo terminará el coronavirus? ¿Terminará alguna vez o nos acostumbraremos a convivir con él?

-Pienso que nunca se va a acabar completamente. Todo lo que sé es lo que leo de los expertos científicos, y otras fuentes en las que confío en esta materia, y lo que recojo de ellos es que el escenario más probable es que dentro de un año o dos, tendremos algunas vacunas, luego tendremos que persuadir a las personas a que se pongan la vacuna. Y eso será un problema, porque nuestros líderes políticos han ido socavando la confianza en la ciencia de manera muy perjudicial. De nuevo, el presidente idiota de mi país, lo hace de dos maneras: sigue diciendo que una vacuna ya viene, incluso antes de la elección... Y, al mismo tiempo, no les presta ninguna atención a sus asesores científicos, socava la ciencia, hablando de ella como otra forma de “fake news”, y si la gente no confía en la ciencia, no querrán vacunarse. Van a rechazarla, y no puedes culparlos por ello, especialmente si la vacuna parece haber sido creada de manera apurada.

Crédito: Ronan Donovan.

-¿Qué pasará, entonces, con la esperanza de que esto acabe con la o las vacunas?

-Tendremos vacunas, algunas personas se vacunarán, probablemente no toda la cantidad que necesita ser vacunada, el virus continuará circulando y matando personas. Pero no a tantas. La vacuna no hará que el virus desaparezca. Nada lo hará desaparecer. Este virus está ahora en los humanos, y pienso que para siempre. Circulará en nuestra población. Por ejemplo, tenemos una vacuna para el sarampión, pero este todavía circula. Y mató a 140.000 personas el año pasado en el mundo. Esta creo que será una de las enfermedades humanas permanentes. En 2043, pienso, los niños todavía serán vacunados contra este virus. Seguirá con nosotros.

-¿Va a evolucionar, mutar, después de la vacuna?

-Está siempre mutando. Decir que un virus muta es como decir que el sol sale cada día. Pero la mayoría de esas mutaciones son sólo cambios al azar que no van a ninguna parte. La pregunta es si puede evolucionar, si se puede adaptar. Y podría hacerlo de muchas maneras. Si tenemos una vacuna, podría hacerlo para escapar de ella, rodearla. También podría adaptarse siendo menos virulento. Menos letal, haciendo que menos gente se enferme gravemente. Esto hay que pensarlo en términos evolutivos, darwinianos.

Habrá quizás un periodo, en veinte años más, cuando el virus aparezca en el sur de Chile, por ejemplo. De pronto habrá un brote en Chaitén. Y la gente se enfermará y se identificará que el coronavirus se está moviendo alrededor de Chaitén. La gente se tendrá que poner las máscaras, distanciarse socialmente...

-¿Cómo se mira el virus desde esa óptica?

-El virus no tiene deseos, no tiene intenciones malvadas, no quiere matar humanos. Posee tres imperativos darwinianos: replicarse a sí mismo del modo más abundante posible; extenderse a sí mismo en el sentido geográfico más amplio posible; y expandirse en el tiempo lo más posible, para sobrevivir. No tiene un imperativo de matar, sino de transmitirse de una persona a otra, del modo más continuo posible, a través del tiempo. Si lo desafiamos con una vacuna, puede evolucionar hacia darle la vuelta a esta, bypasearla. Pero también puede ponerse menos virulento, porque no se beneficia de matar gente, salvo que aquello le permita transmitirse mejor. Y no parece ser el caso. Pero no necesariamente hará esto. Los virus son complicados, su evolución involucra muchísimos factores. Hay quienes dicen que inevitablemente evolucionará hasta convertirse en algo parecido a un resfrío común. Bueno, quizás, pero no sabemos. Creo que en 20 años este virus estará en humanos, y matará a algunos.

-¿Nos debemos, entonces, adaptar a esto?, ¿asumir que estos cambios enormes en la vida diaria serán más o menos permanentes o episódicos?

-Sí, sí. Habrá quizás un periodo, en veinte años más, cuando el virus aparezca en el sur de Chile, por ejemplo. De pronto habrá un brote en Chaitén. Y la gente se enfermará y se identificará que el coronavirus se está moviendo alrededor de Chaitén. La gente se tendrá que poner las máscaras, distanciarse socialmente...

-¿Cuarentenas?

-Sí, pienso así. Eso esperaría. Y después de que esas medidas se tomen, puede controlarse el brote, y quizás no aparezca en ninguna otra parte de Chile, quede contenido, y se vaya por un tiempo, y que quizás su país no sea molestado por el coronavirus, digamos, por diez años, si las personas están vacunadas. Pero pienso que esas respuestas serán necesarias en el futuro, al menos en pequeñas áreas, cuando haya un brote.

-¿Entonces deberemos estar preparados en el futuro para volver al confinamiento en cualquier momento?

-Sí. Requiere mucha paciencia, sé que es difícil, es duro para los niños, para quienes deben salir afuera para ganarse la vida, es terrible y empatizo, pero tenemos que hacerlo, hacerlo ahora y rigurosamente, para no tener que hacerlo siempre, sino solo en ciertos lugares y en ciertos momentos. Creo que debemos resignarnos a eso, de manera de que entre medio, en los espacios entre medio, en otras partes del mundo se pueda volver a lo normal.

-¿La estrategia de qué países ha resultado, a su juicio? Ya llevamos muchos meses y ha podido comparar.

-Primero que nada, el modelo más efectivo que nadie haya implementado es el de la ciudad de Wuhan, en China. Ellos tuvieron un comienzo terrible, esa explosión en Wuhan, y entonces tomaron medidas drásticas, imponiendo la cuarentena y el aislamiento, encerraron a la gente en sus vecindarios y en sus departamentos. Sacaron a la gente de la calle, sacrificaron libertades y derrotaron al virus, le ganaron, al menos hasta ahora. Hay muy pocos casos en China ahora, y no creo que los haya en la ciudad de Wuhan. Lo que ellos hicieron fue efectivo. ¿Fue el mejor modelo? No lo sé. Porque hubo muchas libertades civiles en riesgo.

-O traspasadas…

-Claro. Luego hay otros modelos, como Singapur, Corea del Sur, que les fue bien con mucho control, pero no tanto como China. Mucho rigor en la trazabilidad de los contactos, cuarentenas y testeo. Para hacer testeo, trazar y cuarentena debes ser muy activo al comienzo, pues si ya hay una gran explosión, no puedes trazar. Hay un infinito número de contactos para buscar. Pero Singapur y Corea lo hicieron, y lo hicieron bien.

Investigadores del grupo PREDICT toman muestras biológicas de murciélagos en África. Crédito: Jaber Belkhiria/UC Davis.

-Usted advierte en su libro que las enfermedades zoonóticas nos volverán a golpear, por la manera como hemos invadido los ecosistemas de los animales salvajes.

-Sí. Y para partir es importante decir por qué los virus siguen atacando a las personas. Y, primero que todo, es porque nosotros nos hemos convertido en un target tan grande. Somos el blanco más grande del mundo. Somos un globo de aire caliente en una habitación llena de personas que lo quieren reventar. Eso somos. Por eso nos atacan. Somos ocho mil millones de personas en este planeta y estamos hambrientos de recursos, constantemente yendo al mundo natural. Lo sacudimos, lo cortamos, lo cavamos, matándolo. Estamos llevando esos recursos de vuelta a nosotros mismos. Y al hacer eso, sacudimos también esos virus y los traemos con nosotros. Y aquí estamos, ocho mil millones viviendo en grandes ciudades, tomando aviones, entonces los virus tienen esta invitación a un nuevo y gran futuro si logran infectar humanos, y pasar de humanos a otros humanos.

-Como usted dice, una clave es modificar el estilo de vida individual para cambiar esta relación con la naturaleza. Pero algunos piensan que este no será un momento de cambio, sino que volveremos al mismo estilo de vida de antes y peor. ¿Qué pasará si no cambiamos nuestra relación con la naturaleza?

-Espero que cambiemos y soy uno de los optimistas que creen que será así, que este evento será suficientemente malo como para hacer ver la necesidad del cambio. Pero si no lo hacemos, habrá más pandemias. Un año será Covid-19, el siguiente una terrible influenza, y el siguiente un nuevo tipo de virus quizás relacionado con la familia del virus del sarampión, que venga de un animal salvaje, acaso un roedor, en un bosque en Centroamérica... O puede venir de un mono en África Central, y llega a los humanos y se esparce por todo el mundo. Estas cosas seguirán pasando, porque hay más virus de los que podamos contar viviendo en los animales salvajes y en ecosistemas salvajes y diversos. Y si continuamos consumiendo ecosistemas, estaremos consumiendo más virus. Y luego ellos nos consumirán a nosotros. Además, si no cambiamos, la economía global estará en una montaña rusa, de cierres y recesiones y depresiones y emergencias con las que lidiar. Hasta el punto que eventualmente tendremos que cambiar. Pero sería bueno que esta catástrofe sea todo lo que necesitábamos para cambiar, en vez de que sea por una serie de catástrofes, una tras otra, en los siguientes 20 años. Debemos cambiar. No queda nada más.

-¿Cuáles son los cambios más importantes a nivel individual que deberemos hacer?

-Tienes razón, esto no se trata sólo de elegir mejores líderes, y deshacerse de los viejos y estúpidos, y elegir a personas con visión que se tomen el problema en serio. Cómo votamos es una parte muy importante, pero hay otras responsabilidades para todos nosotros. Todas las decisiones que tomamos: lo que comemos, usamos, compramos, si tenemos o no celulares y laptops, que requieren minerales como cobalto que vienen de la selva en el Congo y que es extraído por personas que podrían tener que comer animales salvajes para tener proteínas y se exponen así a nuevos virus… Otras decisiones: cuántos hijos tenemos, si es que decidimos tenerlos. Cuánto viajamos, cuántos combustibles fósiles quemamos, cuánta carne comemos. Todo eso representa, en parte, nuestra huella en el mundo natural. Y colectivamente tenemos esa gran huella en el mundo natural. Y hasta que cambiemos, y esa huella sea menor y más suave, seguiremos teniendo estos brotes y estas epidemias.

-¿Habrá, tras la pandemia, una mejor oportunidad para combatir el cambio climático, algo como el Acuerdo de París, por ejemplo?

-Eso espero, pero tendrá que ser algo más fuerte y más grande que el Acuerdo de París. Necesitamos acuerdos internacionales y colaboración y coordinación global en esto. El cambio climático probablemente no causó el Covid-19, pero es un enorme problema que corre en paralelo al problema de las amenazas de pandemias emergentes. Y el otro grave problema es la pérdida de diversidad biológica. Esos son los tres grandes problemas que tenemos en la Tierra. Son como tres grandes ríos que corren en paralelo pero que salen de la misma montaña, de la misma nieve de esa montaña, que estamos derritiendo con nuestras actividades. Y el agua corre montaña abajo en estos tres ríos de problemas. Pero aún podemos hacer algo.