Con el paso de los años, hablar de temáticas de salud, tales como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), se ha convertido en toda una tendencia en plataformas como TikTok.
A través del hashtag #adhd (en referencia a las siglas en inglés), la red social alberga más de 17.000 millones de visualizaciones en videos que aluden a esta temática, en los que se puede ver a jóvenes que describen sus supuestos síntomas frente a sus seguidores.
Entre sus relatos, se encuentra desde poca productividad en las actividades diarias hasta fijaciones en detalles específicos, lo cual genera miles de comentarios de cibernautas que aseguran sentirse identificados y que sospechan que podrían padecer esta condición.
Pero un factor que no consideran a la hora de autodiagnosticarse en la red social, es que no todo lo que se ve en Internet tiene validez científica.
El riesgo de autodiagnosticarse
Un reciente estudio publicado por un grupo de investigadores en The Canadian Journal of Psychiatry reveló que aproximadamente la mitad de los virales en TikTok sobre esta temática incluyen información “engañosa”, un escenario que ha despertado la atención de los especialistas y que los ha llevado a estudiar su “potencial impacto en la atención clínica”.
Frente a esto, el profesor de psiquiatría de la Oregon Health & Science University, Joe Nigg, destacó al New York Times que los síntomas del déficit atencional e hiperactividad pueden variar considerablemente dependiendo de cada persona, mientras que varios de ellos “son comportamientos que todo el mundo experimenta en algún momento”, por lo que el hecho de sentirse identificado con uno de los videos de la red social, no necesariamente significa un diagnóstico asertivo de TDAH.
Junto con ello, según explicó la neuróloga de IntegraMédica, Marisol Avendaño, en un artículo que escribió para La Tercera, existen tres principales tipos: uno en que predomina la inatención, uno en que destacan la impulsividad e hiperactividad, y un tercero que reúne características de ambos.
Pero, ¿cómo diferenciar entre una distracción común y un trastorno por déficit de atención e hiperactividad en adultos?
Lo que consideran los especialistas
El psiquiatra a cargo del Programa de Investigación de TDAH en Adultos del Hospital General de Massachusetts, Craig Surman, detalló al Times que para que un especialista efectúe un diagnóstico, es clave que considere cuántos síntomas tiene el paciente, si los ha tenido desde la infancia (antes de los 12 años) y si estos afectan negativamente a dos o más aspectos de su vida, tales como el trabajo, el hogar y las relaciones interpersonales.
Una vez que se esclarecen estos puntos, “realmente se elimina un número de personas”, añadió el experto, debido a que se deben presentar al menos cinco de los nueve síntomas descritos en el manual de diagnóstico para esta condición.
Según los datos reunidos por el citado medio, estos pueden dividirse en tres categorías generales.
La primera involucra dificultades de productividad o rendimiento, tales como dejar tareas para más tarde o no terminarlas por completo.
La segunda alude a la memoria y a situaciones como perder pertenencias u olvidarse de planes previamente agendados.
Y la tercera se refiere a la organización de los objetos y el tiempo, a través de aspectos como tener la casa o la oficina desordenada, o llegar siempre tarde a reuniones.
En este sentido, desde el Times explicaron en términos sencillos: “si su hogar está desordenado, pero tiene éxito laboral y su vida personal es rica y satisfactoria, probablemente no podrá ser diagnosticado”.
Más allá de los síntomas
En una guía para entender el déficit atencional que elaboró La Tercera, el especialista en neurología pediátrica de la Red de Salud UC CHRISTUS, Manuel Tomás Mesa, aseguró que cerca del 15% de los mayores de edad padecen esta u otras condiciones similares, mientras que el neurólogo de la Clínica INDISA, Álvaro Romero, manifestó que “a los adultos les cuesta más reconocer que hay un problema” en relación a los niños.
Asimismo, la docente de psiquiatría en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York, Deepti Anbarasan, detalló al periódico de la Gran Manzana que popularmente se tienden a estereotipar los diagnósticos como síntomas exclusivos de hiperactividad, los cuales no necesariamente deben estar presentes en todos los casos.
Según explicó, aquellos solo están en el 5% de los pacientes adultos, mientras que otros como las dificultades de concentración, memoria y organización (propios del primer tipo que describía Avendaño más arriba en este artículo), son más comunes en este rango etario.
“En los adultos, a menudo no se trata necesariamente de hiperactividad o impulsividad, sino de problemas de funcionamiento ejecutivo. Es más sutil”, expresó Anbarasan al Times, para luego añadir que el déficit de atención e hiperactividad suele diagnosticarse erróneamente, cuando en realidad podría tratarse de otra condición que presente síntomas similares.
Es por esto último que Joe Nigg es enfático en que “hay al menos una docena de trastornos psiquiátricos y cognitivos que pueden imitar al TDAH, así como una lista considerable de enfermedades (...) cuando alguien crea que lo tiene, yo recomendaría un examen completo”.
Cómo tratar el TDAH
Existen distintas maneras de tratar el déficit atencional e hiperactividad en caso de que genere dificultades en adultos.
Una de ellas es recurrir a los remedios que sugieren los médicos tras evaluar los detalles en la ficha personal de cada paciente, pero también existen otras alternativas que no involucran el consumo de medicamentos, tales como la terapia conductual, la cual entrega herramientas para que los afectados puedan operar con normalidad en su rutina.
Según explicó Craig Surman al New York Times, esta última es recomendable por sobre un tratamiento farmacéutico para quienes cumplen con los criterios de diagnóstico, pero que no enfrentan dificultades a la hora de ejercer sus labores y responsabilidades.
Aun así, cabe destacar que siempre es recomendable visitar a un médico para evaluar cada caso particular en función de las experiencias, síntomas y condiciones específicas de cada persona.