El Dr. Mario Alonso Puig ha dedicado la mayor parte de su carrera a estudiar cómo funciona nuestro organismo y cómo se desenvuelve la relación entre el cuerpo y la mente.
Esto, con el objetivo de potenciar el bienestar y la salud, tanto a nivel físico como mental.
Para ello, ha profundizado en aspectos que van desde las emociones, la autopercepción y los vínculos interpersonales hasta cómo nos alimentamos y el rol que tienen el cerebro, el intestino y la microbiota.
Es médico especialista en cirugía general y del aparato digestivo, además de Chairman del Center for Health & Well-Being del IE University.
También es Fellow en cirugía por la Harvard Medical School y se formó en el Instituto Mente-Cuerpo de la misma casa de estudios, por mencionar solo algunos de sus títulos.
A lo largo de su trayectoria profesional, Puig ha publicado más de una decena de libros en los que aborda estos tópicos.
Uno de ellos se titula El camino del despertar (2023) y en este hace referencia a la metáfora del “camino del héroe”.
El médico español propone a los lectores que se embarquen en su propio “viaje” o proceso personal, para que así puedan percatarse de lo que son capaces de lograr en múltiples aristas de sus vidas.
Para ello, ofrece una mirada integral que incluye ámbitos de la psicología, la filosofía y, por supuesto, la medicina.
Puig —quién dará una serie de conferencias en Chile en agosto de 2024— conversó con La Tercera sobre sus reflexiones y temas como el desarrollo de ese camino, la sensación de estancamiento, el encuentro con el dolor emocional, la influencia de lo que comemos en cómo nos sentimos y la búsqueda de la felicidad.
En su libro hace la distinción entre los conceptos de persona y personaje. ¿Cuáles son las señales de que estamos viviendo como lo primero y no como lo segundo?
—Bueno, el personaje de alguna manera se expresa por tu personalidad, es decir, por tu forma de ser, de estar y de expresarte en el mundo. Es tu manera de hablar, de actuar, lo que haces, lo que dejas de hacer.
La persona es lo que realmente eres. No cómo te manifiestas, sino lo que realmente eres.
Hay quienes, por ejemplo, son muy capaces y tienen recursos internos extraordinarios, pero no se manifiestan en el mundo como si lo fueran.
Ese alejamiento de lo que somos frente a cómo nos manifestamos es algo que me ha interesado siempre, porque he visto que lo que somos (por experiencias personales que hemos tenido y por personas que hemos conocido a lo largo de los años) es mucho más que la forma en la que nos manifestamos.
En el fondo somos capaces de hacer muchas más cosas de las que imaginamos, pero hasta que no conectemos con ese verdadero talento o potencial, no habrá manera de que eso salga.
Voy a poner una metáfora, porque me encantan. Hace muchos años visité Santiago de Chile. Ustedes tienen edificios realmente muy bonitos.
Supongamos que soy un extraordinario arquitecto, pero no lo sé. Hago casas y edificios muy sencillos, porque creo que eso es lo que soy capaz de hacer. Y de repente alguien me ayuda a descubrir que soy un grandísimo arquitecto, así que empiezo a hacer obras verdaderamente extraordinarias, que reflejan mi verdadera creatividad y potencial.
Llevemos esto a todas las etapas y dimensiones de la vida. Entonces, no estamos viviendo a la altura de nuestros verdaderos talentos y posibilidades. Muchas veces digo que más que vivir, estamos sobreviviendo.
Mi magnífica obsesión, le dijo así porque me parece bonita, es ayudar a las personas a darse cuenta de quiénes son realmente.
El camino de despertar es el libro que he escrito en la época más madura de mi vida, porque es el último en ser publicado hasta ahora. Ahí, de alguna manera lo que quiero es invitar a los lectores a despertar su verdadera realidad. Esto es siempre una invitación.
Pongamos otro ejemplo. Uno está dormido, pero no sabe que está dormido y está viviendo uno de estos sueños que son desagradables, casi una pesadilla. Cuando esa persona despierta y dice ‘uf, menos mal que era solo un sueño, mi vida es mucho mejor que lo que yo viví en ese sueño”. Ese momento es como un alivio, se respira, es el despertar.
Este proceso para mí siempre ha tenido mucha importancia, porque he tenido evidencias directas y he conocido personas que cuando han despertado, lo que ha salido de ellas era muy superior a lo que creían que había en su interior...
Cuando tú reconoces que tienes un potencial mayor del que te imaginabas, puedes afrontar la vida con más ilusión, con más serenidad y con más confianza.
¿Cómo identificar que se está avanzando en ese camino y enfrentar el estancamiento que puede aparecer?
—Efectivamente eso ocurre. Uno persiste en su camino cuando empieza a tener evidencias de progreso. De las cosas que más necesitamos las personas, es darnos cuenta de que vamos por el camino correcto. Y esto sucede cuando vemos progresos.
¿Progresos de qué tipo? Te levantas con más ilusión, resuelves los conflictos de una manera más creativa, los ataques te los tomas de una forma menos personal, tienes más confianza cuando estás frente a un reto, mantienes mucho más la calma cuando antes se te salía una reacción airada.
Todo esto son indicios y evidencias, al principio sutiles y cada vez más claras, de que uno va por el camino correcto.
Dicho esto, tenemos que tener en cuenta que estamos hablando de un proceso de transformación muy profundo, de un cambio en la raíz.
Este libro invita a pensar de una manera a veces radicalmente distinta a la que estamos acostumbrados, a ver una realidad que muchas veces los ojos y los oídos no pueden captar, y que sin embargo es real... Está invitando a un viaje de descubrimiento.
Hace falta tener paciencia en el proceso y no esperar un cambio inmediato. Es como si alguien que nunca hacía ejercicio físico, comienza a hacerlo y espera inmediatamente sentirse mejor, pero no. Su organismo tiene que empezar a captar que hay una diferencia, pero pasa un tiempo hasta que uno lo nota.
Suelo poner el ejemplo de los agricultores. Desde que pone la semilla hasta que sale la primera plantita, que luego se convierte en un árbol frutal extraordinario, pasa un tiempo. Uno cree que porque no ve nada salir de la tierra, no está pasando nada. Pero sí hay una raíz que está creciendo. Y cuando ha crecido hasta un determinado tamaño, entonces sale la plantita.
Puede costarnos creer que ciertos cambios pueden tener impactos tan positivos en nuestra vida.
Usted es médico especialista en cirugía general y, precisamente, uno de los puntos que aborda en El camino del despertar tiene que ver con el “eje cerebro-intestino”.
—Es el capítulo 7 del libro, es largo y lo dedico íntegramente al segundo cerebro. Es todo un conjunto de neuronas instaladas en el tubo digestivo, en relación con la población de microorganismos que hay en la parte hueca que se llama la luz.
A esa población también la conocemos como microbiota y está regulando el funcionamiento de todo el organismo, incluso en gran parte del cerebro.
Tradicionalmente, los procesos de ansiedad y de depresión se han considerado mentales, que en muchos casos solo se podían resolver con abordaje psicológico, psicoterapéutico o psiquiátrico.
Esta era la norma. Y es verdad que en muchos casos eso ha funcionado.
Pero de repente se empieza a descubrir que cambios en la alimentación pueden hacer que una persona salga de un proceso de ansiedad o de depresión. Esto es tremendamente disruptivo, alguien puede decir: " Qué tontería, ¿cómo lo que yo como podría afectar a mi estado anímico?”.
Hoy se sabe que detrás de los cuadros de ansiedad y de depresión hay inflamación del cerebro y esta se debe a la entrada de productos tóxicos por el tubo digestivo y al desencadenamiento de una reacción inflamatoria por parte del sistema inmune. Ahora lo entendemos.
Todos los capítulos del libro están enfocados a explicar cómo determinados cambios y elecciones tienen un enorme impacto en nuestra vida. En dicho caso, sería elegir entre una comida adecuada y una que no lo es.
El desafío con el que nos encontramos es que muchas de estas ideas con las que yo invito a experimentar en El camino del despertar son muy contraintuitivas y eso es lo que cuesta.
O sea, cuesta creer que un cambio en la alimentación mejore la función mental, pero eso es parte. Yo doy pautas muy concretas, muy específicas para gestionar esto y así con otras dimensiones del ser humano que no son físicas, que son mucho más psicológicas y anímicas.
Respecto al ámbito psicológico, las personas tendemos a sentir miedo o rechazo al dolor y a reencontrarnos con nuestros traumas. ¿Cómo acercarnos a ese lado puede ayudarnos a avanzar en este proceso?
—Supongamos que yo de pequeño escuché de parte de una figura que para mí era importante (como un padre, hermano, amigo, profesor, etc.): “Tú no sirves para nada”. Y que en ese momento lo creí.
Ahí se ha producido una herida interna. Como eso pasó hace mucho tiempo y me produjo un gran dolor, la voy aparcando en el inconsciente.
¿Qué ocurre? Que ya soy una adulto y me he olvidado de eso, pero aquello no se ha olvidado de mí.
Entonces, en un momento determinado, siendo adulto, alguien me dice: “Oye, sería importante que me ayudaras en este proyecto, que tiene un gran alcance”. Y yo quiero ayudarle, pero algo dentro de mí resuena y dice: “Tú no sirves para nada”.
No oigo el mensaje, solo siento los efectos. Por tanto, me va a limitar de forma extraordinaria todo lo que haga.
Mira, yo desarrollé un curso online que se llama Reinventarse para fortalecer el autoestima. Una de las cosas que hago ahí, precisamente, es llevar a la persona a un encuentro con su niño interior, con su niña interior.
Es impresionante lo que nos están diciendo las personas que lo han hecho. Están sanando heridas muy profundas que ni siquiera sabían que tenían y cuya expresión sucede cuando adultos, porque claro, a nosotros nos da miedo reencontrarnos con estas, porque es volver a sentirlas.
¿Qué es lo que nos tiene que dar confianza? Que ahora vamos con la consciencia del adulto, no del niño. Cuando tú vas con la consciencia del adulto o adolescente, como muchos que siguen este curso, y te acercas a la herida del niño, lo ves con una perspectiva completamente distinta. No es la misma persona la que se encuentra con la herida que aquella que la sufrió en ese momento.
Es verdad que hay personas que han sufrido heridas mucho más serias que estas, que no es que les hayan dicho “tú no sirves para nada”, es que les han tratado de una manera tan humillante que han quedado con un dolor muy profundo.
El curso y el libro El camino de despertar invita a ese encuentro. Si una persona nota que empieza a emerger algo, muchísima intensidad emocional, que cree que no la puede gobernar, lógicamente tiene que pedir un acompañamiento por parte de un psicoterapeuta, de una persona que de alguna manera sea un compañero de viaje.
Tampoco podemos pretender que el libro o el curso sean la panacea o la solución de todo.
No son tan frecuentes estas situaciones, pero incluso con personas que han tenido momentos muy duros a lo largo sobre todo de su niñez, ellos dicen que agradecen ese encuentro, porque de alguna manera con la conciencia del adulto han podido procesar e integrar mejor la herida del niño. Y claro, cuando uno cura una de estas heridas, es impresionante el efecto en su vida.
Fíjate en la diferencia entre creer a un nivel profundo, en el inconsciente, que no sirves para nada, y creer a un nivel profundo que sirves. Y mucho, para un montón de cosas.
Hay una frase que puse en uno de mis libros hace muchos años, que es “creer es crear”. Tú empiezas a crear un mundo de acuerdo a lo que tú crees. Si yo creo que no valgo, crearé un mundo de imposibilidad. Si yo creo que sí valgo, crearé un mundo de posibilidad.
¿Cree que el objetivo de este camino debe ser la felicidad?
—Primero tenemos que distinguir lo que es bienestar subjetivo de lo que es felicidad.
El bienestar subjetivo es el goce de los sentidos. Por ejemplo, si como algo muy rico y tú no, mis sentidos están disfrutando, pero no los tuyos, porque no lo estás apreciando y yo sí.
Esto viene de afuera, porque si como un plato, este viene del exterior, no me sale de adentro.
La felicidad es el gozo del corazón. Si yo en un momento determinado sé que a ti te gusta lo que voy a comer y lo comparto contigo, eso me va a producir alegría, porque voy a ver tu cara de disfrute y digo: “Qué bien que mi amigo también está disfrutando de esta comida conmigo”.
Por tanto, no vamos a poder encontrar nunca la felicidad en el tener. Sí, el goce de los sentidos. Quien tiene más recursos para comer cosas ricas y viajar, tiene mayor goce de los sentidos que aquella que no los tiene.
La felicidad es interna. No tiene que ver con el tener, sino que con el ser.
Una persona que sea cercana, amable, busque el encuentro con los demás, que le importen las otras personas y que no piense solo en sí misma, va a ser más feliz que aquella que tiene mucho, pero que es indiferente, solo piensa en sí misma y no tiene ningún interés en contribuir a un mundo mejor.
No es que uno haya de buscar la felicidad, es que la felicidad es el resultado de un determinado nivel de consciencia.
Cuando yo sea consciente de que todo lo bueno que haga para ti, también va a ser bueno para mí, y de que el mayor poder es dar para multiplicar, lo que va a suceder de manera natural es que voy a experimentar felicidad.
Sabemos que eso es felicidad, porque voy a sentir júbilo. Segundo, porque una de sus marcas más profundas es la paz interior. Y tercero, porque voy a tener confianza.
Eso depende de una elección. Que tú me importes o no, depende de una decisión mía. Por eso la felicidad es fruto del encuentro, nunca la voy a encontrar si solo pienso en mí. Ahí solo voy a encontrar bienestar subjetivo, algo agradable a los sentidos.
Si quiero ser feliz, debo buscar encontrarme con los demás, superar las diferencias y que lo “distinto” no se convierta en “distante”.
¿Hay alguna idea o pensamiento del que haya estado fuertemente convencido, pero del que cambió completamente de perspectiva?
—Nunca imaginé que el silencio y la quietud mental pudieran ayudarme a descubrir tantas cosas. Durante muchos años le he dado un valor tremendo a pensar, reflexionar y a escribir con la mayor profundidad que he podido sobre ciertas ideas.
Mi cabeza siempre tenía que estar dando vueltas. Cuando empecé a tener algunas experiencias de silencio y quietud a lo largo de mi vida, descubrí cosas sin pensar demasiado. Emergían.
Es de lo que más valoro hoy en día, porque para mí son momentos de revelación. Es algo que no te sale de la cabeza, sino que de otro lugar y, de repente, ves una realidad que no tenías ni idea de que fuera así.
Eso es lo más disruptivo que he podido experimentar, el valor del silencio y la quietud para conocerse, comprenderse y superarse.