A pesar de que las conversaciones en torno al calentamiento global y la crisis del cambio climático hoy son cada vez más visibles en espacios como las redes sociales, estas han preocupado a la comunidad internacional desde hace décadas.
En 1970, distintos científicos ya habían advertido que la capa de ozono estaba empezando a degradarse, un factor que no solo generó preocupación porque es la encargada de absorber la mayor parte de la radiación ultravioleta que viene del sol, sino que también, porque su exposición directa afecta negativamente a los seres vivos que viven en la Tierra.
Por ejemplo, en el caso de los humanos, estos rayos pueden causar quemaduras y potenciar enfermedades como el cáncer de piel, entre otros diagnósticos que podrían ser terminales.
Ya en 1985, se descubrió que la capa de ozono tenía un gran hoyo en su superficie, por lo que dos años después, en 1987, 46 países se unieron para firmar un acuerdo conocido como el Pacto de Montreal, en el cual se comprometieron a disminuir progresivamente el uso de elementos dañinos para la atmósfera, tales como algunos que suelen estar presentes en las latas de aerosol o en ciertos refrigeradores.
Pero esta semana, a 36 años de que se pactara el compromiso, un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en colaboración con Estados Unidos y la Unión Europea, reveló los efectos que ha generado ese compromiso internacional.
Así fue su balance.
El estado actual de la capa de ozono
Según informaciones reunidas por la BBC, la capa de ozono podría restaurarse en algunos puntos a cómo estaba en 1980, siempre y cuando se continúe con lo acordado en el Pacto de Montreal.
Bajo esa premisa, se espera que en 2066 se recupere sobre la Antártida —la zona que se encuentra más dañada— , mientras que en 2045 debería regenerarse sobre el Ártico y en 20 años más sobre otros lugares de la Tierra.
Si bien, esta noticia es interpretada por los analistas como una señal positiva, los organismos detallaron que no es seguro que el pronóstico vaya a ser completamente efectivo, debido a factores como los envíos de dióxido de azufre a la atmósfera, una propuesta que algunos especialistas han planteado para enfrentar el calentamiento global, pero que podría causar efectos adversos en la capa de ozono.