Desde que era una niña, la estadounidense Marilyn vos Savant destacó por sus habilidades sobresalientes en ámbitos como las ciencias y las matemáticas.
Tenía apenas 10 años cuando tomó las pruebas de coeficiente intelectual (CI) de Stanford-Binet y Hoeflin’s Mega.
Y en este último test, obtuvo un puntaje de 228, es decir, más que el doble que el promedio.
Aquel hito influyó a que más adelante el libro de Guinness World Records la considerara de 1985 a 1989 como la mujer con el CI más alto que se haya registrado, un logro que le significó el apodo de “la persona más inteligente del mundo”.
Pese a que sus capacidades en las áreas mencionadas eran más que conocidas desde su infancia, ella, quien hoy tiene 77 años, nunca quiso cerrarse a una sola esfera.
Durante su adolescencia ayudó en la tienda que tenían sus padres, pasaba su tiempo libre leyendo libros y cuando salió de la escuela optó por estudiar filosofía en la Universidad Washington en St. Louis, su ciudad natal en Misuri.
No obstante, luego abandonó la carrera para dedicarse a un negocio familiar de inversiones y ya en 1970 contaba con los ingresos necesarios para autofinanciar su anhelada carrera como escritora.
Así, comenzó a redactar artículos para la prensa y a publicar sus propios libros tanto de ficción como de no ficción.
En ese punto, su intelecto era un factor de interés para las audiencias, hasta el punto en que después de mudarse a Nueva York fue invitada a programas de entrevistas como el de David Letterman y el de Joe Franklin.
La pregunta sobre qué era la inteligencia era recurrente en tales instancias.
“La inteligencia sería tu capacidad global para sacar provecho de la experiencia (...) El coeficiente intelectual podría, como mucho, medir tu capacidad para usar esa inteligencia”, sugirió a este último presentador televisivo.
Por esa época también creó una columna llamada “Pregúntale a Marilyn”, la cual era distribuida en la revista Parade que era incluida en varios periódicos nacionales.
Y fue en esa publicación donde en 1989 respondió un problema matemático que a simple vista parecía sencillo, pero que con su solución generó polémica entre los especialistas de la época.
El problema que respondió Marilyn vos Savant
Consistía en lo siguiente: imagina que vas a un concurso de televisión en el que tienes la oportunidad de ganar un auto nuevo.
Ahí debes elegir entre tres puertas. Detrás de una de ellas están las llaves del vehículo, mientras que detrás de las otras dos hay cabras enfurecidas.
Para obtener el auto, debes seleccionar la entrada en la que se encuentran las llaves. Solo tienes un intento.
Ahora, supongamos que eliges la puerta del medio, debido a que tienes la intuición de que es esa la que te hará ganar.
Sin embargo, después de decir que esa será tu elección, el presentador del programa te dice que te quiere ayudar y que te dirá qué hay detrás de una de las puertas.
Después de abrirla y de encontrar una cabra, solo te quedan dos opciones: en una se encuentra el otro animal y en la otra las llaves del auto.
¿Seguirías eligiendo la puerta que dijiste en un primer minuto o la cambiarías por la otra que queda disponible?
El primer análisis de la mayoría de las personas es que como te quedan dos posibilidades, deberías tener un 50% de probabilidades de que escojas la correcta y un 50% de que falles.
Por su parte, Marilyn vos Savant planteó que tendrías casi dos tercios (66%) de probabilidades de ganarte el auto.
Aquel acertijo era conocido desde antes como “El problema de Monty Hall”, en referencia al presentador estadounidense que hacía concursos similares en su programa Let’s Make a Deal.
Ella escribió en su columna: “Sí, deberías cambiar. La primera puerta tiene un tercio de posibilidades de ganar, pero la segunda puerta tiene dos tercios de posibilidades. Esta es una buena manera de visualizar lo que sucedió. Supongamos que hay un millón de puertas y eliges la puerta número 1. Luego, el anfitrión, que sabe lo que hay detrás de las puertas y siempre evitará la que tiene el premio, las abre todas excepto la puerta #777.777. Cambias la puerta rápido, ¿no?”.
A raíz de dicho análisis, su correo personal se llenó de cartas que cuestionaron su razonamiento. Según rescató la BBC, llegó a recibir cerca de 10.000, mientras que un décimo de ese número venían de parte de matemáticos y expertos en diversas áreas.
El académico de la Universidad George Mason en Virginia, Robert Sachs, fue más allá y en 1991 publicó un artículo en el New York Times, en el que se refirió a lo planteado por Marilyn vos Savant.
“¡La embarraste! (...) Como matemático profesional, estoy muy preocupado por la falta de habilidades matemáticas del público en general. Por favor, ayuda confesando tu error y, en el futuro, ten más cuidado”.
Esa fue solo una de las réplicas que se hicieron a su columna, la cual ella constantemente defendió.
Aún así, el tiempo le dio la razón. Y hoy su respuesta es considerada correcta, siempre y cuando se cumplan dos condiciones que el resto no había considerado: que el presentador de televisión revele qué hay detrás de una de las puertas que no tenga las llaves (como fue en la escena descrita más arriba) y que ofrezca la oportunidad de cambiar de decisión.
Es por eso que dicho caso es considerado como un ejemplo de lo que se llama probabilidad condicional.
A esto se le suma, como contempló Marilyn vos Savant, que el programa no quiere que te lleves el premio.
Y si bien, cambiar de puerta no asegura que te ganes el vehículo, sí aumenta las probabilidades a favor.
A raíz de aquello, distintas universidades hicieron experimentos para comprobar si aquello se daba de esa manera. Efectivamente, los resultados se tendían a dar como lo sugirió.
Aunque no todos los que la criticaron le enviaron nuevas cartas para disculparse por lo sucedido, Robert Sachs sí expresó su arrepentimiento.
“Ahora estoy comiendo del pastel de la humildad. Prometí como penitencia responder a todas las personas que escribieron para reprenderme. Está ha sido una profunda vergüenza profesional”.