En la actualidad, la palabra “egoísmo” tiende a ser interpretada de manera negativa por la mayoría de las personas. Algunos recuerdan a los clásicos villanos de las películas, quienes suelen preferir el poder por sobre el bienestar de los otros personajes, mientras que otros piensan en individuos que son capaces de mentir y engañar con el propósito de conseguir sus propios objetivos, sin importar el daño que generen.
Generalmente, ninguna de esas situaciones son bien vistas, un factor que seguramente ya no sorprende a nadie.
Numerosas investigaciones científicas, como una publicada en la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos en 2020, sugieren que quienes son más compasivos tienden a tener más hijos y a ganar mayores ingresos económicos que quienes no lo son.
Pero a pesar de aquello, como dice el típico cliché, los extremos pueden ser peligrosos.
¿Alguna vez has sentido que tu amabilidad y ganas de compartir con el resto han afectado en cómo te sientes? Bueno, no eres la única persona.
El autor de libros y conductor del podcast sobre felicidad Ten Percent Happier, Dan Harris, escribió un artículo en el New York Times para abordar este tema, a través de un concepto que conoció en una conversación con el mismísimo dalái lama: el “egoísmo sabio”.
“De manera innata, todos tendemos a ser egoístas. Es natural y no hay por qué avergonzarse de ello. Pero, según él, un egoísmo verdaderamente ilustrado también significa reconocer que actuar con generosidad y altruismo nos hace más felices de lo que nos hace pensar solo en nosotros”, explicó, para luego añadir que el líder espiritual le dijo que “pensar de un modo más compasivo es la mejor manera de beneficiarte a ti mismo”.
“El altruismo no significa que uno se olvide por completo de sí mismo, ¡no!”, le aclaró.
Pero entonces, ¿a qué se refiere?
El “egoísmo sabio” y cómo manejarlo para potenciar tu bienestar
Según Harris, el “egoísmo sabio” no se traduce en que no se puedan tener ambiciones propias, sino que más bien, hace referencia a que si se hacen buenas acciones por los demás, estas también nos beneficiará a nosotros.
En sus palabras, estas actividades “nos sacan de los agotadores círculos viciosos de egocentrismo a los que tan a menudo nos empuja la sociedad moderna”.
Bajo esta línea, ejemplificó con un caso que el psicólogo organizacional Adam Grant presentó en su libro Dar y recibir (2014).
“En un contexto profesional, la gente generosa con su tiempo, pero que a la vez tiene en cuenta sus propios intereses suele ser la más exitosa de una organización. En parte, esto se debe a que la generosidad te hace más querido por tus compañeros de trabajo, en parte porque te hace más feliz y más lleno de energía”, citó Harris, para después detallar que “se vuelve un círculo virtuoso: ser amable con los demás te hace más feliz, lo que te hace más amable, lo que te hace aún más feliz”.
Ahora, la gran pregunta es: ¿cómo se puede aplicar en nuestra vida cotidiana para mejorar cómo nos sentimos?
Las recomendaciones para ponerlo en práctica
El especialista manifestó que una gran forma de partir es a través de la “meditación de la bondad amorosa”. Para esto, puedes sentarte, cerrar los ojos, guardar silencio y pensar en varias personas o animales.
Una vez que ya tengas una figura en mente, puedes enviarle los cuatro tipos de pensamientos que fueron enumerados por Harris, los cuales son: “que seas feliz, que estés a salvo, que tengas salud y que vivas a gusto”.
“A continuación, piensa en ti mismo, en un mentor, en una persona neutral, en una persona difícil y, por último, en todos los seres del mundo”, añadió, “se trata de un clásico ejemplo de egoísmo sabio, ya que cultivas la capacidad de cuidar de los demás y te vuelves más sano y feliz en el proceso”.
Para partir, recomendó hacerlo por un periodo de cinco minutos al día entre semana, para luego ir aumentando la intensidad con el paso del tiempo.
Junto con ello, sugirió que la interacción positiva con otras personas es esencial, no solo con los seres más queridos y cercanos, sino que también con desconocidos que vemos por solo unos segundos en espacios como un ascensor o nuestro vecindario.
“El gesto no tiene por qué ser grandioso. No tienes que entrar corriendo a un edificio en llamas. Puede ser tan sencillo como abrirle la puerta a alguien, hacerle un cumplido o enviarle un mensaje de texto a alguien que está pasando por un momento difícil”.
Asimismo, detalló que tomarse un pequeño espacio para dedicar al resto lo que vayas a hacer también puede serte de utilidad con este objetivo, tanto para actividades rutinarias como para otras más importantes.
Harris dijo que “antes de hacer ejercicio o meditar, intento recordarme a mí mismo que lo hago no solo por razones egoístas, sino también para ser un padre, un marido y un compañero de trabajo más sano, feliz y útil”.
De esta manera, sentenció que lo más importante no es si empiezas a seguir sus recomendaciones con un propósito “egoísta”, ya que “es probable que tu motivación cambie con el tiempo” y te beneficie a ti como a quienes te rodean