La fimosis es un padecimiento médico que consiste en que el prepucio es demasiado estrecho, por lo que no permite que su piel se retraiga por sobre el glande, también conocido como “la cabeza” del pene.

Si bien, es una afección que generalmente se tiende a diagnosticar durante la niñez, hay casos en los que esta no es detectada a tiempo, por lo que el problema perdura en la salud de los pacientes.

Y junto con ello, existen otras variables —abordadas más adelante en esta nota— que pueden desencadenar la aparición de un caso de fimosis ya en la adultez.

El urólogo de la Clínica Bupa Santiago, Diego Reyes, explica a La Tercera que esto se tiende a identificar en los niños antes de que cumplan los 5 años.

“Prácticamente, todos los niños tienen cierto grado de fimosis, pero esa edad es como el límite para definir si ya tienen una condición patológica, es decir, un problema. En esos escenarios, la única solución es la cirugía”, detalla el especialista.

También suele detectarse frecuentemente en la pubertad, cuando los jóvenes empiezan a tener erecciones espontáneas y a notar que sienten molestias, las cuales pueden provocar —en ese momento o posteriormente— complicaciones como dificultad para orinar, dolor durante las erecciones y el desarrollo de infecciones.

Estas últimas tienden a darse por la falta de aseo adecuado en esa zona, lo que es una consecuencia de que la piel del prepucio no pueda retraerse óptimamente para llevar a cabo la limpieza. En otras palabras, no facilita —o derechamente no permite— el acceso.

El académico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Los Andes, urólogo de la clínica de dicho establecimiento y director de la Sociedad Chilena de Urología, Ignacio Morales Dinamarca, subraya que “las causas pueden ser múltiples”.

“Si bien, en los recién nacidos es casi un 100% fisiológico y a medida que crecen la piel adquiere elasticidad, hay un porcentaje de un 6% de niños que queda con cierta dificultad para hacer descender adecuadamente el prepucio (...) A medida que el pene va creciendo durante el desarrollo puberal, no logra descender bien bajo la cabeza del glande y va generando una constricción que el adulto va percibiendo cuando va a realizar el aseo de esa zona en la ducha (...) también hace que durante la erección y la actividad sexual en sí se genere dolor. A pesar de que no afecta a la erección como tal, causa dolor porque este anillo sigue apretando permanentemente”.

Ese es solo uno de los motivos de por qué alguien podría enfrentar un caso de fimosis.

Y a ello se le suma, según precisa Reyes, que no existe una medida estandarizada que detalle cómo se debe presentar esta patología. Es decir, pueden haber casos en los que el prepucio se exponga con dificultad y otros en que la estrechez sea tan severa que no se logre en absoluto.

“Ahí el glande queda completamente cubierto de forma continua. El principal riesgo de tener ese tipo de fimosis (la segunda), es que puede producir infecciones del glande y del prepucio, además de dificultades para orinar. Incluso, hay pacientes que llegan con retención de orina por un cierre completo. Y lo peor que tenemos es que la dificultad para hacer aseo del glande puede llevar a que 15 o 20 años después, la inflamación que produce esta continua falta de higiene lleve a un cáncer de pene”.

Esta última enfermedad podría darse en los pacientes que no mantienen un aseo del glande y ocurre “por la misma inflamación crónica de la secreción normal del glande y el prepucio, que llamamos esmegma”.

Al estar continuamente en contacto con la piel y el glande sin ese aseo, se provoca una inflamación (...) estamos hablando de alguien que en verdad no tiene higiene en esa zona”.

Por otro lado, en quienes sí pueden retraerlo, pero con dificultad, el principal síntoma que enfrentan es el dolor en la actividad sexual.

“Les provoca una disfunción sexual. No es que no puedan tener una erección o penetrar a la pareja, sino que esta fimosis al comprimir el pene le genera dolor y finalmente termina no siendo una situación placentera y satisfactoria, que es lo que se espera de la actividad sexual”.

Fimosis en adultos: qué es, cuáles son sus síntomas y cómo puede estar afectando tu vida sexual. Foto: referencial.

Qué es la parafimosis y cuáles son las otras posibles causas de la fimosis en adultos

Morales explica que la parafimosis es definida por los médicos como una urgencia urológica, la cual es una complicación en sí de la fimosis.

En este sentido, el académico de la U. de los Andes comenta que ocurre cuando “este anillo comprime y genera constricción, de tal forma que una vez que termina el acto sexual (...) el paciente no consigue que el pene vuelva a su estado de flacidez”, es decir, no logra que la piel vuelva a cubrir el glande total o parcialmente.

Bajo esta línea, el urólogo de la Clínica Bupa Santiago detalla que “este anillo empieza en cierta medida a ahorcar el pene y la cabeza de este, lo que provoca una inflamación que puede llevar incluso a producir una necrosis del glande”.

“¿Qué significa eso? Que en el fondo lo ahorca y comienza a dañarse el tejido, producto de que no le llega el suficiente flujo sanguíneo. Ahora, la gran mayoría de los pacientes consultan previamente (a llegar a ese punto), porque es doloroso, tienen continuamente el glande expuesto y no pueden volver a la posición normal (con el prepucio cubriendo el glande)”.

Además de la ya mencionada fimosis que se origina por la identificación nula o tardía durante la niñez, Morales relata que “muchas veces hay causas irritativas que pueden ser por un mal aseo de manos y la manipulación de algún químico o sustancia que genere irritación, dañe el prepucio y desencadene un evento inflamatorio mantenido en el tiempo, una inflamación crónica que va dañando la elasticidad que tiene esta piel”.

Es habitual de ver en gente que trabaja manipulando químicos, obviamente con una mala supervisión desde el punto de vista del control del trabajo al aseo de manos. Van al baño, no hay un buen aseo y traspasan este químico hacia la zona (...) eso puede generar un fenómeno inflamatorio crónico que si no se trata adecuadamente, puede llevar a una fimosis”.

Asimismo, tanto Morales como Reyes aseguran a LT que podría desarrollarse un caso de esta afección en pacientes adultos que padecen un diagnóstico de diabetes.

Frente a estos últimos casos, el director de la Sociedad Chilena de Urología explica que “generalmente son diabéticos que debutan muy mal controlados, con alteración metabólica o niveles de glicemia muy altos, sobre 200 o 250 y que la llevan al menos más de seis meses”.

“Dependiendo de la magnitud o la severidad de la alteración metabólica, eliminan mucha azúcar por la orina y eso genera inflamación. La inflamación y esta lesión de la piel muchas veces baja el sistema inmune local y permite la llegada de hongos. Estos últimos perpetúan aún más esta inflamación crónica, lo que va haciendo que la piel se vaya engrosando. Y cuando pasa eso, los pacientes van viendo que no pueden descender o retraer adecuadamente el prepucio”.

Es por esto que cuando llega un paciente adulto con síntomas de fimosis, pero que nunca ha tenido problemas o síntomas relacionados a esta afección, “habitualmente lo que uno debe hacer es pedirle una glicemia, porque sale un poco de lo habitual”, aclara Morales.

“Uno hubiera esperado que haya tenido problemas desde joven, pero a veces nos encontramos con hombres de más de 45 o 50 años que debutan con estos cuadros críticos, con un enrojecimiento importante en toda la zona. Ahí, uno debe pensar entre las posibles causas asociadas al trastorno una descompensación metabólica atribuible a una diabetes (...) una vez hecho el diagnóstico y manejada la parte metabólica, muchas veces el cuadro se recupera, pero la piel queda tan dañada que el paciente igual va a una circuncisión”.

Fimosis en adultos: qué es, cuáles son sus síntomas y cómo puede estar afectando tu vida sexual. Foto: referencial.

Cómo es el tratamiento de la fimosis en adultos y qué implica la recuperación

Reyes enfatiza que para tratar esta afección se debe hacer directamente una circuncisión.

“No hay alternativas médicas, medicamentos, cremas o maniobras manuales como de dilatación”, cuenta el urólogo de la Clínica Bupa Santiago.

Se trata de una cirugía ambulatoria de bajo riesgo que dura normalmente entre 30 y 45 minutos y se hace con anestesia, debido a la sensibilidad del pene.

“Puede ser regional o general. En algunas ocasiones lo hacemos con anestesia local, pero generalmente es con regional. La mayoría de los pacientes se van de alta el mismo día a su casa”.

A pesar de que las posibilidades de enfrentar riesgos adversos son bajas, Reyes dice que en casos poco frecuentes —de alrededor de un 1%— los pacientes pueden enfrentar un hematoma en la zona de la cirugía.

“Esto significa que empieza a sangrar y sale como un gran moretón (...) se hincha un coágulo y eso puede requerir una operación o algún manejo adicional. Sin embargo, en la gran mayoría de las veces se resuelve rápidamente”.

Los pacientes que pasan por una circuncisión deben someterse a un reposo de actividad física de una semana y la cicatrización total demora entre tres semanas y un mes, para que así puedan volver a la actividad sexual.

“No tienes que estar en cama. Al otro día ya puedes caminar, moverte, pero no hacer esfuerzos físicos severos como deportes en esos primeros 7 o 10 días”, sentenció Reyes.

Cabe destacar que siempre es recomendable visitar a un médico para que evalúe tu caso particular y las mejores formas de tratarlo.

Fimosis en adultos: qué es, cuáles son sus síntomas y cómo puede estar afectando tu vida sexual. Foto: referencial.