A principios de agosto de 2024, Rusia y países occidentales efectuaron un masivo intercambio de prisioneros, el cual se posicionó como el más grande desde el fin de la Guerra Fría.
Se trató del resultado de conversaciones que duraron más de dos años y permitió que más de una veintena de personas pudiesen salir de los territorios en los que estaban detenidos.
Entre ellas, se encontraron tres disidentes rusos que cumplían las respectivas condenas que les impuso el Kremlin, por ser opositores a las medidas del mandatario Vladimir Putin.
Sus nombres son Vladimir Kara-Murza, Ilya Yashin y Andrei Pivovarov.
Después de salir del territorio ruso fueron trasladados a Alemania, en donde dieron una conferencia de prensa en la ciudad de Bonn.
Aquella instancia fue la primera en la que relataron sus experiencias en la prisión rusa y en la que expresaron sus sensaciones tras salir de la cárcel.
Según declaraciones reunidas por Deutsche Welle, Kara-Murza anticipó que “esto se siente realmente surrealista”, hasta el punto en que “parece una película”.
“Estaba seguro de que iba a morir en la prisión de Putin”, enfatizó.
El opositor al régimen detalló que había estado encarcelado en Siberia, para luego ser llevado al centro penitenciario de Lefortovo antes de ser enviado al país europeo.
Qué dijeron los disidentes rusos tras el intercambio de prisioneros
Ilya Yashin contó que cuando llegó a Alemania tuvo una conversación con el canciller Olaf Scholz, en la que le manifestó que comprendía “lo difícil que es dejar libre a un asesino”, como resultado del acuerdo al que se llegó con Rusia.
Con este último hizo referencia al caso del espía ruso Vadim Krasikov, quien estaba cumpliendo una condena en el territorio alemán por matar al exmilitante checheno Zelimkhan Khangoshvili en Berlín, en agosto de 2019.
“A cambio de un asesino, dos personas que no habían hecho nada malo tenían que ser liberadas”, recalcó el político opositor al gobierno ruso.
Por su parte, Kara-Murza —quien ganó un premio Pulitzer en mayo de 2024 por las columnas que escribió desde su celda— cuestionó ciertas críticas que recibieron las autoridades alemanas, debido a los términos de la negociación con el Kremlin.
En este sentido, dijo que el objetivo era “salvar vidas, no intercambiar prisioneros”.
“Scholz está siendo criticado en algunos sectores por la difícil decisión de liberar al asesino personal de Putin, pero las decisiones fáciles solo se toman en las dictaduras”, sugirió Kara-Murza.
Tanto él como Yashin negaron haber firmado confesiones o declaraciones pidiendo perdón mientras estuvieron tras las rejas en Rusia.
Bajo esta línea, el segundo subrayó que “no pediría un favor a una persona que considero un tirano, un asesino, un enemigo de su propio país”.
“Nunca dimos nuestro consentimiento (para ser expulsados de Rusia), pero aquí estamos”, agregó Kara-Muza, según rescató el citado medio alemán.
En la conferencia, Yashin precisó que tenía intenciones de quedarse en el país, pero que aceptó el intercambio por miedo a que este fuese cancelado.
Él, en particular, cumplía una condena de ocho años y medio en Moscú, a raíz de sus críticas hacia el Kremlin por empezar la invasión a Ucrania el pasado 24 de febrero de 2022.
Comentó en la instancia que continuará manifestando su oposición al régimen, debido a que entiende su “responsabilidad” política.
Junto con ello, Kara-Murza recalcó que “hay mucha gente en Rusia que está en contra de la guerra” que el régimen desató en el país del presidente Volodimir Zelenski.
Tales personas, dijo, “no creen en la propaganda del Kremlin”.
Kara-Murza había estado detenido desde 2022, después de que le impusieran una condena de 25 años de cárcel.
Las autoridades rusas lo acusaron de cargos de traición por expresarse en contra del oficialismo y la invasión a Ucrania.
Sobre lo último que planteó Kara-Murza, Pivovarov hizo hincapié en que “está mal asociar al pueblo ruso con las políticas del gobierno”.
El exdirector del grupo opositor Rusia Abierta afirmó que hay “miles de personas en las cárceles rusas” que “estarían felices de saber que es posible salvarse”.
Los tres disidentes que fueron liberados rindieron sus honores a Alexei Navalny, el líder opositor ruso que falleció el 16 de febrero de 2024 mientras cumplía condena en una prisión ubicada en el Ártico.
En ese momento, desde el centro penitenciario dijeron que el abogado y activista “se sintió mal” tras realizar un paseo y que “perdió casi inmediatamente el conocimiento”, según un comunicado al que tuvo acceso la agencia Reuters.
Según Pivovarov, Navalny se había “acostumbrado a la normalidad de la tortura”.
“El hecho de que no esté con nosotros es un crimen cometido por Putin, que tiene la responsabilidad directa de su asesinato”, acusó Yashin.
Además, denunció que un oficial del Servicio Federal de Rusia (FSB) le dijo que si volvía al país, sus días terminarían “como los de Navalny”.
El intercambio de prisioneros efectuado en agosto de 2024 también contempló —entre otros casos— la liberación del periodista del diario estadounidense The Wall Street Journal, Evan Gershkovich, y la de una pareja de espías rusos que se hicieron pasar por argentinos en Eslovenia.
Estos últimos llegaron a Rusia junto a sus dos hijos de 12 y 9 años, quienes según el Kremlin, no tenían conocimiento de sus orígenes, de la misión de sus padres ni del idioma ruso.
“Descubrieron que eran rusos solo cuando el avión despegó” en dirección hacia Moscú, declaró en ese momento el portavoz del gobierno, Dmitry Peskov.