Durante los últimos años, China ha construido decenas de aldeas en zonas fronterizas en la parte occidental de su territorio.
Algunas de esas localidades están situadas en sectores disputados por India, Bután y Nepal.
Según una investigación realizada por el New York Times, el régimen de Xi Jinping ha pagado a los habitantes para que se vayan a vivir a estos lugares, bajo la promesa de que tendrán una vida mejor.
Los ciudadanos que llegan a estas zonas son apodados como los “guardianes de la frontera”, debido a que se espera que su presencia reafirme y defienda la soberanía de China.
Una de estas aldeas se llama Qionglin y, según dijeron analistas al citado medio, sus habitantes se desempeñan principalmente como centinelas en la línea del frente del estado indio de Arunachal Pradesh, el cual China sostiene que es parte del Tíbet (controlado por ellos mismos).
Pero ese es solo uno de los pueblos que figuran en el país y que tienen una alta relevancia estratégica.
Más hacia el norte, las aldeas cumplen con fortalecer la seguridad y promover el comercio con Asia Central, mientras que las que están en el sur protegen contra el flujo de drogas y la delincuencia.
Para hacer una análisis de estas localidades, el periódico estadounidense recurrió a la empresa RAIC Labs, la cual utilizó inteligencia artificial (IA) para escanear imágenes satelitales de la frontera que fueron capturadas por Planet Labs.
Así se identificaron las ubicaciones de nuevas aldeas, a través de la comparación de imágenes históricas, registros públicos y las informaciones de medios estatales.
Aseguran que en ocho años han colocado al menos una aldea en las cercanías de cada paso accesible del Himalaya que limita con India, además de en la mayoría de los pasos fronterizos con Bután y Nepal.
Aquello fue confirmado por los investigadores especialistas en el Tíbet, el independiente Matthew Akester y el académico de la Universidad SOAS de Londres, Robert Barnett.
Pese a que las aldeas son de carácter civil, también proporcionan al ejército chino carreteras, acceso a Internet y energía.
Tales factores son de gran utilidad si se quiere enviar tropas hacia la frontera.
A esto se le suma que la presencia de los aldeanos en estas áreas permite disuadir la llegada de fugitivos y desconocidos.
En palabras de Akester, “China no quiere que los forasteros puedan cruzar la frontera caminando cualquier distancia sin ser desafiados por su personal de seguridad o los ciudadanos”.
Qué se sabe de las aldeas “guardia fronterizas” de China
El análisis realizado por el Times con el apoyo de especialistas asegura que se han registrado al menos 90 nuevas aldeas y asentamientos ampliados en el Tíbet desde 2016, año en que potenciaron su campaña de aldeas fronterizas.
Por otro lado, en las zonas de Xinjiang y Yunnan se han encontrado seis aldeas nuevas y 59 ampliadas.
De las que se identificaron en el Tíbet, una está en tierras reclamadas por India, pero dentro de la frontera que controla China.
También vieron 11 asentamientos en áreas disputadas por Bután.
Las autoridades chinas han manifestado que su objetivo es fortalecer la seguridad en sectores que anteriormente estaban vacíos o no contaban con el suficiente control.
El analista de asuntos estratégicos radicado en Nueva Delhi, Brahma Chellaney, dijo al citado medio que “lo que llama la atención es la velocidad y el sigilo con que China está redefiniendo los hechos sobre el terreno, sin tener en cuenta las consecuencias geopolíticas”.
“Ha estado plantando colonos en tramos completamente nuevos de la frontera del Himalaya con la India y convirtiéndolos en su primera línea de defensa”, agregó.
Por su parte, el portavoz de la Embajada de China en Washington (Estados Unidos), Liu Pengyu, declaró que al abordar los asuntos fronterizos “China siempre se esfuerza por encontrar soluciones justas y razonables a través de consultas pacíficas y amistosas”.
Desde India y Bután no respondieron a la solicitud de comentarios antes de que se publicara el informe, el 10 de agosto de 2024, precisaron.
Sin embargo, líderes locales de Arunachal Pradesh y Ladakh acusaron que el plan de China está cortando de a poco partes pequeñas del territorio indio.
India ha respondido con una campaña de “pueblos vibrantes” que también busca potenciar pueblos en la frontera, pero los especialistas afirman que China ha trabajado más rápido.
El analista del China Power Project en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), Brian Hart, explicó al Times que en un reciente informe sobre los pueblos fronterizos en el Tíbet encontró lo que parecía ser una instalación militar en Migyitun.
Cuando desde el diario estadounidense revisaron las imágenes satelitales de dicha localidad, pudieron identificar camiones y asentamientos militares, además de un espacio cercano que sugería ser un campo de tiro.
Se afirma que otros de los pueblos también albergan efectivos e infraestructura de este tipo.
El cofundador del Centro de Análisis de China en Asia Society, Jing Qian, dijo al periódico estadounidense que las aldeas también son una demostración de poder y propaganda.
“Quieren que los indios, los centroasiáticos y otros vean y piensen que las aldeas chinas son tan buenas, que el modelo chino está funcionando muy bien”, aseguró.
Con el objetivo de que ciudadanos chinos se mudaran a estas zonas, las autoridades les prometieron que sus nuevas casas serían económicas, que recibirían subsidios anuales y que les darían dinero adicional si participan en patrullas fronterizas.
Esto además de que tendrían trabajo, se ayudaría a los negocios locales, al turismo y que tendrían caminos pavimentados, Internet, colegios y recintos médicos para atenderse.
Un documento oficial que revisó el diario de la Gran Manzana detalla que algunos aldeanos podrían estar recibiendo alrededor de 20.000 yuanes chinos al año por mudarse a estos lugares.
Dicho monto se traduce en cerca de $2.800 dólares o, en pesos chilenos, 2 millones 600 mil bajo el cambio actual.
Un habitante de uno de estos pueblos contó que, por patrullar la frontera, recibiría adicionalmente unos $250 dólares.
Aún así, Akester hizo hincapié en que este sistema lleva a que los residentes se vuelvan dependientes de los subsidios, debido a la escasez de empleos en estas zonas.
Además se presentan otras complicaciones, dijo Barnett, tales como que tienen que gastar más dinero para viajar a las ciudades, obtener electricidad, agua, alimentos y artículos que son esenciales para la rutina.
“El principal problema es que los están trasladando de un estilo de vida a otro. Terminan sin capital, sin habilidades útiles, sin habilidades vendibles y sin familiaridad cultural”, enfatizó el académico de la Universidad SOAS de Londres.