En la Galería de la Academia de Florencia, Italia, se luce una de las obras de arte más elogiadas a lo largo de la historia: el David de Miguel Ángel Buonarroti.
Aquella escultura fue construida por el artista a partir de un solo bloque de mármol entre 1501 y 1504, mientras que desde su llegada al museo en 1873, se ha convertido en una de las atracciones principales para los visitantes que llegan a la capital de la región de Toscana.
Pero para que la obra pueda mantenerse en el centro de las miradas de la galería, es necesario que se le apliquen una serie de cuidados meticulosos, para así conservar el estado de aquella interpretación bíblica de la desnudez.
Es ahí cuando entra la labor de Eleonora Pucci, restauradora del museo y encargada de desempolvar al David, una tarea que según expresó al New York Times, considera como “el mejor trabajo del mundo”.
Cómo cuidar una obra maestra
Cuando la galería se encuentra cerrada al público, Pucci reúne sus herramientas de trabajo y sube a una plataforma para quedar de frente a la escultura.
Ahí observa los detalles de cada parte de sus cinco metros de altura y, como primer acto, procede a sacarle fotografías para evaluar el desgaste de la obra y los rastros de suciedad que se han acumulado desde la última vez que la limpió.
Según detalló al Times, estos últimos suelen ser de tamaños microscópicos, irreconocibles a primera vista, mientras que la cantidad de polvo puede variar dependiendo de factores como la época del año, la concurrencia al museo y el material de las prendas que vistan los visitantes.
Una vez que termina el registro, comienza a limpiar el cuerpo del David con un cepillo especial de material sintético, el cual le permite acceder a los recovecos más diminutos de la obra sin hacerle daño. Y junto con ello, también lleva consigo una pequeña aspiradora en su espalda, la cual absorbe los desechos para que no caigan al piso de la galería.
Ese proceso, el cual suele demorar medio día, ha sido su trabajo por los últimos cuatro años, en los que acude a retirar el polvo cada dos meses, una actividad que le causa “gran emoción”.
Y a pesar de que el David no se ha limpiado con mayor profundidad desde 2004, año en que se celebró su aniversario 500, Pucci dedica la mayor parte de su tiempo a cuidar el resto de las obras de la galería.
Entre ellas, también se encuentran otras esculturas que Miguel Ángel nunca llegó a terminar.
Los ataques al patrimonio
En las cercanías de la galería, se encuentra una copia del David en la Plaza de la Señoría, la cual fue instalada ahí a inicios del siglo pasado, en 1910.
Según escribió el citado medio, aquella obra permite que se le hagan limpiezas más profundas cada cierto tiempo, las cuales suelen incluir productos químicos para eliminar suciedades como el musgo, debido a su constante exposición al aire libre.
Si bien, una de las restauradoras a cargo de cuidarla, Linda Bartolozzi, explicó al Times que la escultura se encuentra “en buen estado”, el supervisor de mantenimiento, Giorgio Caselli, declaró que la principal dificultad para mantenerla es lidiar con la irresponsabilidad de terceros.
“Los humanos, los vándalos, son probablemente el mayor problema para el patrimonio cultural de una ciudad como Florencia. Hay un nivel de incivilidad demasiado alto”, explicó, para luego añadir que los turistas y los “aficionados revoltosos del fútbol” se llevan gran parte de ese crédito.
En este sentido, sentenció que “esos son los ataques más agresivos en este momento”.