“¿Por qué todas las generaciones creen que las relaciones y las comunidades eran mejores en el pasado?”, plantea un ensayo publicado en 2018 en la Asociación Sociológica Americana. Uno de los autores es el profesor de Medios e Información en la Universidad de Michigan, Keith N. Hampton, quien planteaba que el pánico moral de la tecnología ha llevado a culparla por el declive de la conversación y el contacto humano, pero que esa es una afirmación errada.
Siguiendo esa misma pregunta, y mientras la evidencia sugería que las personas se estaban transformando en seres menos sociables, Hampton decidió estudiar si el vínculo con la soledad que se le atribuía a la tecnología era verdad. El año 2001, el sociólogo llegó a Netville, un vecindario en los suburbios de Toronto, Canada, y les facilitó a los vecinos conexión a internet para ver si la relación entre la comunidad efectivamente empeoraba, aislándose en sus casas, o si lograban conectarse con la nueva herramienta.
El servicio online más utilizado fue una lista de correo electrónico del vecindario. Los primeros mensajes fueron recomendaciones prácticas, luego llegaron a hablar de política y hasta se organizaron para solicitar peticiones y cambios al gobierno local. El 39% de los participantes informó haber enviado un correo electrónico personal a un vecino que no conocía antes; el 41% se encontró en persona con alguien que no conocía antes de enviarle un correo y el 20% dijo que habló por teléfono con un vecino con el que no había conversado antes.
Según Teresa Correa, directora Centro de Investigación en Comunicación Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales (Udp), cada vez que emerge un nuevo medio, hay un pánico moral frente a todos los efectos negativos que ese nuevo medio podría tener. Así fue como se formó el paradigma de que la tecnología nos volverá seres menos sociables: “Eso lo vimos con la radio, el cine, después con la televisión fue fuertísimo. Con internet y las redes sociales fue lo mismo”.
La experta agrega que al final cuando la herramienta se inserta en la sociedad es cuando se tiene la capacidad de identificar efectos positivos y negativos. Frente al paradigma del aislamiento, piensa que “si hay necesidades de sociabilidad en las personas, la tecnología va a ser un instrumento que va a darnos” esa posibilidad. La académica afirma que mediante plataformas como Facebook las personas están socializando constantemente, relacionándose de manera distinta, lo que no implica una menor sociabilidad.
De hecho, el estudio “Ciberpsicología, comportamiento y redes sociales” (2016), dirigido por el psicólogo William Chopik, de la Universidad de Michigan, analizó este fenómeno en casi 600 adultos mayores encuestados. La investigación estableció que el uso de la tecnología social, incluido el correo electrónico, redes sociales, servicios de videollamada y mensajería instantánea, estaba vinculado a niveles más bajos de soledad, mejor salud autoevaluada y menos enfermedades crónicas y síntomas depresivos. En la misma universidad se examinó la relación entre el uso de Facebook y la formación y mantenimiento de capital social de los estudiantes, concluyendo en que los universitarios con baja autoestima que eran activos en la red social se sentían más comprometidos con la comunidad y que el uso de esta misma fortaleció su relación en la vida “offline”.
Carmina Rodríguez, académica e investigadora de la Escuela de Comunicaciones y Periodismo de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), investigó los efectos emocionales que tienen las interacciones en línea, haciendo un seguimiento de los jóvenes que rendían la PSU. Así concluyó que los mensajes de apoyo en Facebook, de parte incluso de desconocidos, ayudaron a disminuir modestamente el estrés de los estudiantes. “El compartir sus emociones en redes sociales les puede dar beneficios de mayor apoyo social, mayor apoyo emocional, mayor apoyo instrumental, apoyo de conocimiento”, dice Rodríguez, que logró demostrar esta idea en su estudio.
Según la especialista, en la comunicación digital los estudios hoy en día parecen apoyar más la hipótesis “rich-get-richer” (el rico se vuelve más rico), en lugar de respaldar la hipótesis de la compensación social.
Es una corriente actual que dice que finalmente la gente que tiene baja sociabilidad se va a terminar aislando y utilizando las herramientas de la tecnología para hacer alguna actividad más solitaria, mientras que la persona que es sociable va a utilizar la tecnología para sociabilizar.
Carmina Rodríguez
La académica concluye que la tecnología no nos va a ser necesariamente seres más solitarios y que en línea es posible conectar con las emociones propias y las de los demás. “En el fondo la sociabilidad de la persona que se demuestra a través de la tecnología tiene mucho más que ver con el individuo que con la tecnología”, dice Rodríguez. Teresa Correa concuerda y añade que “es el ser humano el que está detrás de la tecnología y eso no lo podemos olvidar”. Ambas convienen en que hoy el paradigma de si la tecnología es buena o mala se ha ido dejando de lado y que han surgido otras preguntas, como por ejemplo qué va a pasar con la brecha digital en Chile.