En la actualidad, millones de jóvenes alrededor del globo luchan para conseguir el trabajo de sus sueños. Ya sea en ámbitos como el emprendimiento o las artes, entre otros, generalmente estos objetivos van acompañados de arduos esfuerzos para introducirse en el mundo laboral.

Aquella tarea no suele ser sencilla. Muchas veces, las empresas piden a sus potenciales empleados que acrediten experiencias anteriores en el campo, un título profesional de una prestigiosa casa de estudios o conocimientos previos en torno a materias específicas.

Pero cuando finalmente se pasan esas barreras, es natural que los nuevos trabajadores se hagan expectativas en cuanto a su progreso.

Una de las personas que pasó por ese escenario es Sarah, una joven que durante toda su vida fantaseó con la idea de sumergirse en la industria de la moda. Las pasarelas, los vestuarios de lujo, los eventos con celebridades y la creación de nuevas tendencias eran para ella una prioridad, en la que estaba dispuesta a dar su máximo esfuerzo para mantenerse ahí.

A sus 21 años encontró un empleo con esas características como asistente para una reconocida firma de diseño en Londres, Reino Unido. “Como muchos jóvenes, mi pasión era la moda (...) pero la realidad no fue tan glamorosa”, contó en una entrevista con la BBC.

Trabajo. Foto: Shutterstock.

Ahí se encontró con numerosos recién egresados como ella, quienes también soñaban con ver su nombre en las avenidas principales de ciudades como Nueva York, París o Milán. Y si bien, reconoció que gozaban de varios descuentos a la hora de comprar productos de la marca para la que trabajaban, las condiciones laborales eran distintas a las que les habían prometido.

“Una pasante de 18 años duró solo una semana tras darse cuenta de que su trabajo consistía básicamente en actividades manuales no remuneradas y largas horas cargando y empaquetando ropa”, detalló al citado medio, para luego añadir que el agotamiento extremo tuvo varias repercusiones en la salud mental de sus compañeros.

Según ella, el flujo de empleados jóvenes era constante y a medida que uno salía para atender sus síntomas de estrés y ansiedad, otro era llamado por la empresa para ocupar su puesto, con las mismas expectativas que el anterior.

Trabajo. Foto: Pinterest.

“Nunca se hacía nada al respecto, se convertía en una prueba para ver quién tenía más aguante”.

Aun así, dicha industria no es la única que presenta escenarios similares, en donde los salarios bajos, la suma de actividades adicionales y la extensión de los horarios son una realidad.

El agotamiento extremo y las malas prácticas en el mundo laboral

Para Sarah, gran parte de lo que vivió se debe a que “tanto los gerentes como los empleados sabían que era un lugar competitivo”, en el que muchas personas esperan en fila para conseguir una oportunidad de demostrar su valor profesional.

Frente a estas situaciones, la especialista en negocios de la Universidad de Leeds, Helen Hughes, enfatizó a la BBC que estas condiciones laborales no se aplican en todas las empresas o rubros.

De hecho, dijo que hoy es cada vez más común que algunas compañías inviertan en el bienestar y el crecimiento de sus trabajadores, a través de por ejemplo, programas de aprendizaje para que puedan seguir escalando.

Hughes manifestó que el problema radica en “los modelos a corto plazo”, en los cuales los empleadores se organizan intencionalmente para llamar a jóvenes con altas expectativas, poca experiencia y disposición a asumir más tareas que las correspondientes.

Una vez que se agotan, llaman al siguiente en la lista, para así repetir el mismo proceso y reducir costos.

Trabajo. Foto: Gallup.

“Cuanto menos experiencia tienen, más abiertos de mente son y, en general, están más dispuestos a aceptar las condiciones del entorno laboral que se encuentra”, recalcó la experta de Leeds, para después agregar que la principal ventaja para los empresarios con estos objetivos es que “son más fáciles de moldear”.

Y a ello se le suma, según la especialista en marketing Dominik Raškaj, “que pueden pagarles menos” y que suelen convertirse en “una fuente de mano de obra barata e infravalorada”.

La académica de Reino Unido enfatizó en que aquello trae complicaciones generales para los entornos laborales, debido a que “los recién graduados pueden verse expuestos a la explotación” y a que las experiencias que hayan tenido en espacios con estas características “puede deformar la visión” que tienen sobre el mundo profesional, la cual no es así en todos los casos.

Las consecuencias en el entorno y la salud mental de los trabajadores

Tales aspectos pueden tener graves consecuencias en la salud mental de los jóvenes que entran a un nuevo empleo. No solo por la frustración de que sus expectativas no se cumplan en los plazos considerados, sino que también por las repercusiones de operar por largas jornadas en tareas exigentes, muchas veces sin recibir crédito y con escasos o nulos momentos de descanso.

Es ahí cuando surge un fenómeno llamado por los especialistas como síndrome de Burnout o “del trabajador quemado”, el cual consiste —a grandes rasgos— en un estado de agotamiento extremo.

“Algunos deciden quedarse y resistir al máximo, porque están empezando (...) pero sin experiencias anteriores que les sirvan de referencia, el riesgo es que acepten que eso es lo que se requiere para poder estar ahí y que las malas condiciones se normalicen”, aseguró Hughes.

Trabajo de oficina. Foto: Search Engine Journal.

Asimismo, el experto en gestión y bienestar empresarial, Jim Harter, advirtió a la BBC que aquello puedo desatar que “los trabajadores empiecen a retraerse, a no esforzarse y a mostrar comportamientos de abandono silencioso”, un factor que se une a la posibilidad de que se adapten a “las malas normas que lo rodean”.

Pese a lo mencionado por los especialistas, la académica de Leeds declaró que estas modalidades están siendo cada vez más cuestionadas y que “hay más denuncias de malas prácticas laborales en las redes sociales, lo que significa que hay más presión para que las organizaciones que no cuidan a sus empleados más jóvenes cambien”.

Por su parte, Sarah, la mujer que trabajó en la lujosa firma de moda, decidió renunciar tras dos años en el cargo de asistente, para así irse a una agencia creativa, en donde hoy goza de un mayor bienestar psicológico, a pesar de que no era lo que soñó durante toda su vida.

“Me di cuenta de que es más importante tener un trabajo satisfactorio que un nombre llamativo en el currículum”, sentenció al citado medio.