Quedan apenas unos días para que el director británico Ridley Scott estrene su nueva película.
El cineasta a cargo de obras como Blade Runner (1982), Thelma y Louise (1991) y Gladiador (2000), por solo nombrar algunas, publicará Napoleón (2023), un filme que relatará el ascenso del histórico emperador francés y que abarcará su relación con su esposa, la emperatriz Josefina de Beauharnais.
Si bien, el título cuenta con nombres como Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby en sus papeles protagónicos, aquello no ha sido lo más comentado en el último tiempo.
En una entrevista con Empire para promocionar Napoleón, Scott dio declaraciones que no pasaron desapercibidas. Menos aún para el público francés.
“Yo lo comparo con Alejandro Magno, Adolf Hitler, Stalin”, manifestó el director refiriéndose a su versión del personaje.
Luego agregó: “Escucha, tiene un montón de cosas malas en su haber. Al mismo tiempo, destacó por su valentía, su capacidad de hacer y su dominio. Fue extraordinario”.
Frente a tales comentarios, el director académico de la Fundación Napoleón, Pierre Branda, enfatizó en una entrevista con The Telegraph que “Hitler y Stalin no construyeron nada y solo provocaron destrucción”.
Asimismo, añadió que “Napoleón construyó cosas que todavía están en pie hoy”.
Por su parte, el miembro de la misma organización, Thierry Lentz, subrayó que “no destruyó ni Francia ni Europa”, mientras que a diferencia de dictadores como los mencionados, “su legado fue posteriormente celebrado, aceptado y ampliado”.
Fuera de la gran pantalla, en las páginas de la historia universal, Napoleón Bonaparte se posicionó como uno de los nombres más recordados por sus acciones políticas y militares.
Llegó al poder en 1799 tras el periodo de la Revolución Francesa y, según informaciones rescatadas por la BBC, sus admiradores aseguran que convirtió a Francia en un país más meritocrático de lo que había sido en el Antiguo Régimen.
Entre los actos que se le atribuyen, está que centralizó el gobierno, potenció la educación e impulsó el Código Napoleónico, un conjunto de leyes que sirvieron como modelo para otros países.
Sin embargo, también se le adjudican crudas guerras para establecer su imperio.
Según explicaron historiadores al citado medio, hacia 1812 las únicas partes de Europa que no eran dominadas por Bonaparte —o sus alianzas— eran Gran Bretaña, el Imperio Otomano, Portugal y Suecia.
Unos años más tarde, en 1815, fue derrotado en la Batalla de Waterloo.
Sin duda alguna, Napoleón no solo dejó plasmado su nombre en los libros de historia, sino que también en la cultura popular.
Por ejemplo, novelas como Rebelión en la granja (1945) del escritor George Orwell cuentan con personajes que han llevado ese nombre. En dicho caso, se trata de un cerdo que se convierte en dictador.
Y pese a que su figura puede ser controvertida, lo manifestado por Ridley Scott ha sido analizado por diversos especialistas con perspectivas distintas.
Napoleón: el análisis de los historiadores sobre lo que dijo Ridley Scott
Para responder a esa pregunta, el historiador de la Universidad de Newcastle en Australia y autor de Napoleon: The Path of Power (Yale University Press, 2009), Philip Dwyer, dijo a la BBC que “puedes tener un debate sobre si Napoleón era un tirano o no (yo me inclinaría por el lado de tirano), pero ciertamente, no era un Hitler o Stalin, que fueron dictadores autoritarios que reprimieron a sus propios pueblos de manera brutal, ocasionando millones de muertes”.
“Muy pocas personas (un número de aristócratas más o menos involucrados en tramas para derrocar al régimen, algunos de ellos periodistas) fueron ejecutados por su oposición a Napoleón. Si fuera a compararlo con alguien sería con Luis XIV, un monarca absolutista que llevaba a cabo guerras innecesarias que costaban miles de vidas”.
Bajo esta línea, Dwyer subrayó: “También es cierto que hizo la guerra (debatible si eran necesarias o no) y eso le costó la vida a millones de personas, aunque no sabemos cuántos civiles fueron muertos directa o indirectamente por las guerras”.
Al igual que él, la columnista francesa de The Telegraph, Anne-Elisabeth Moutet, dijo al citado medio que no es comparable con los dictadores mencionados por Scott.
“Napoleón no tenía campos de concentración (...) No escogía minorías para masacrarlas. Sí, había una policía intrusiva, pero la gente ordinaria podía vivir la vida como quería y decir lo que quisiera”.
Según ella, la mayoría de los franceses lo ven más como un reformador, ya que “tenía una mente extraordinaria y fue el instigador del cuerpo legal e instituciones bajo las cuales nos regimos hoy”.
“Nos gusta pensar (y no es del todo falso) que muchas personas estaban mucho más felices bajo el gobierno francés que bajo cualquier tipo de leyes feudales que tuvieran antes”.
La visión de Moutet es distinta a la del historiador de la Universidad de Liverpool y autor de libros como Las guerras de Napoleón (Editorial Crítica, 2009), Charles Esdaile.
“Lo veo como un jefe militar. Un hombre impulsado por su ambición personal que fue absolutamente despiadado. Un hombre que tenía una clara visión del tipo de Francia que necesitaba construir, y de hecho de la Europa que necesitaba construir, para sostener su maquinaria de guerra. Cualquier idea de que él fuera algún tipo de liberador, algún tipo de hombre del futuro, es esencialmente parte de la leyenda napoleónica”.
Aún así, Esdaile también estuvo de acuerdo con que no es comparable con Adolf Hitler o Iósif Stalin.
“Tenía muchas fallas y era un personaje detestable, pero la ideología racial que caracterizó al régimen Nazi simplemente nunca estuvo allí. No fue culpable de un genocidio (...) Para ser justos con Napoleón, el número total de presos políticos en el curso de su reinado es relativamente limitado”.
De esta manera, el especialista sentenció que “compararlo con Hitler y con Stalin es una tontería histórica”.
La película dirigida por Ridley Scott se estrenará en los cines chilenos el próximo 23 de noviembre. Posteriormente llegará al servicio de streaming de Apple TV+, aunque aun no se ha confirmado fecha.
Revisa un tráiler a continuación.