El derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad en Siria significó, para Rusia, la caída de uno de sus aliados más cercanos en Medio Oriente.

Assad permaneció 24 años en el poder, luego de suceder a su padre, Hafez al-Assad, quien a su vez dirigió el país por casi tres décadas.

El colapso de su gobierno se dio tras un operativo de 11 días que lideraron grupos rebeldes opositores, que capturaron las principales ciudades del país hasta llegar a Damasco, la capital siria, el pasado domingo 8 de diciembre.

Antes de que las fuerzas rebeldes entraran a la ciudad, Assad ya había escapado en dirección a Moscú, en donde fue recibido con su familia bajo condición de asilo.

Desde que estalló la guerra civil siria en 2011, el régimen dependió en gran medida del apoyo de aliados externos, tales como Rusia e Irán.

Sin embargo, su soporte se fue debilitando durante los últimos años.

En el caso específico de Rusia, porque los esfuerzos militares y económicos del Kremlin están centrados en su invasión a gran escala en Ucrania, la cual se ha extendido por casi tres años desde el pasado 24 de febrero de 2022.

A diferencia de su intervención con bombardeos de 2015 —que salvó al régimen de Assad— , en esta oportunidad las fuerzas rusas no tuvieron un papel significativo en evitar que se derrocara al mandatario.

Para la potencia presidida por Vladimir Putin, las bases aéreas y navales que tienen en Siria han sido claves para proyectar su poder en la región y canalizar tropas, mercenarios y armas a través del Mediterráneo hacia África.

Ahora, con la caída de Assad y el ascenso del grupo Hayat Tahrir al-Sham (HTS) —el que lideró la ofensiva rebelde— está en duda que ocurrirá con las relaciones entre Rusia y Siria.

El viceministro de Asuntos Exteriores ruso, Mijail Bogdanov, aseguró que el Kremlin ya está en contacto con sus líderes políticos para evaluar el futuro de sus bases en el territorio.

Esas mismas instalaciones fueron utilizadas en el pasado para bombardear a los rebeldes.

No obstante, según rescata el Wall Street Journal, hasta el momento se desconoce cómo han avanzado esas conversaciones.

Por qué la caída del régimen de Assad en Siria expuso los límites de las ambiciones globales de Rusia.

Cómo afecta a Rusia la caída del régimen de Assad en Siria

Analistas consultados por el citado periódico afirmaron que, si Rusia pierde su principal influencia en la región, tendrá que buscar bases de reemplazo en otros países.

Argelia, Sudán y Libia podrían estar entre las opciones, aunque ninguna de estas alternativas ofrece las mismas ventajas que el puerto sirio de Tartús.

Por lo tanto, el Kremlin se ve en una encrucijada en la que debe decidir entre mantener una influencia geopolítica más amplia o centrarse en lo que ocurre en su territorio y alrededores más cercanos.

Para algunos de sus asesores, esta última opción podría ser la más estratégica.

El jefe de un consejo asesor del Kremlin sobre defensa y política exterior, Fyodor Lukyanov, escribió en un artículo para una revista de Moscú —un día después de que cayera Assad— que “lo menos importante en el mundo hoy es la cuestión del estatus y el prestigio”.

Junto con ello, agregó que el país debería repensar su rol como potencia regional, ya que “volver a un nivel internacional… ya no vale la pena”.

Pero Rusia no es la única potencia que ha enfrentado complicaciones para proyectar su poder en los últimos años.

Estados Unidos debió retirar sus tropas de Afganistán en 2021, mientras que China ha tenido dificultades para desarrollar su nueva Ruta de la Seda.

Con la salida de Assad del poder, se espera que Rusia evalúe sus relación con actores de todo Medio Oriente.

En el Golfo, Arabia Saudita ya está trabajando para quitarle participación al país en el mercado petrolero.

Dicho punto es de suma relevancia para el Kremlin, ya que necesita esos ingresos para seguir costeando la invasión militar en Ucrania.

Según rescata el Journal, el gasto militar de Rusia ha alcanzado máximos históricos postsoviéticos.

Cómo el modelo de influencia geopolítica de Rusia se vio golpeado con la caída de Assad en Siria

El profesor de política internacional de la Escuela Fletcher de Derecho y Diplomacia de la Universidad Tufts, Daniel Drezner, sugirió al citado periódico que el vínculo que el Kremlin mantuvo con el régimen de Assad se convirtió en un modelo para intervenir en otros países.

Ahí se encuentra, por ejemplo, la República Centroafricana, en donde los mercenarios rusos del Grupo Wagner protegieron al mandatario Faustin-Archange Touadéra de las facciones rebeldes.

Sudán, Libia y Mali también han sido intervenidos por Rusia.

Bajo el análisis de Drezner, el ascenso de los grupos rebeldes en Siria es una situación que afecta a la marca del Kremlin en África.

En sus palabras, “si eres un líder africano que depende de la fuerza rusa para permanecer en el poder, la caída de la Siria de Assad es una importante historia de advertencia”.

“Aunque el hecho de que haya aterrizado en Moscú después de todo, demuestra que Rusia no deja atrás a los suyos”.

Por otro lado, el analista senior y especialista en Rusia del International Crisis Group, Oleg Ignatov, planteó al Journal que “si el caso de Siria significa algo, solo aumenta la importancia de Ucrania para Putin”.

“Si no se comprometió por completo con Siria, Ucrania es el lugar donde cree que debe lograr sus objetivos”, agregó el experto de la organización no gubernamental con sede en Bruselas.