Las conversaciones en torno a la longevidad se han ido posicionando cada vez más entre las tendencias. De hecho, hoy existen múltiples libros, podcasts, boletines informativos y expertos que prometen tratamientos para prolongar el tiempo de vida.

Sin embargo, no se trata de un fenómeno nuevo.

El especialista en esta área de la Universidad de Illinois, S. Jay Olshanky, aseguró recientemente al Washington Post que la promoción de elixires antienvejecimiento es “la segunda profesión más antigua del mundo”.

No obstante, la diferencia entre la actualidad y siglos pasados es que ahora, en sus palabras, “la ciencia se ha puesto al día con la idea”.

¿Por qué se busca prolongar la longevidad y qué implican los tratamientos en desarrollo para vivir más? Foto: referencial.

Longevidad: qué implican los tratamientos en desarrollo para vivir más

Una de las personas que más se ha hecho conocida a nivel mundial por perseguir este objetivo es el magnate de la tecnología Bryan Johnson, fundador de la empresa Blueprint, la cual describe como “un experimento para explorar el futuro del ser humano”.

Según cifras rescatadas por el citado diario estadounidense, gasta cerca de dos millones de dólares al año en pruebas para ralentizar el proceso de envejecimiento de su cuerpo.

Pero el dinero no lo es todo. También, se somete una estricta rutina de alimentación y ejercicio.

Entre las medidas que ha adoptado, se encuentra ingerir tres comidas diarias antes de las 11:00 de la mañana, para después ayunar hasta las 6:00 de la mañana del día siguiente.

Todos los días toma más de 100 pastillas —suplementos, en su mayoría— y duerme un promedio de 8 horas y 39 minutos.

Johnson sabe dicha cifra porque mide el tiempo exacto, junto con muchos otros “cientos” de marcadores.

Pese a que su edad cronológica es de 46 años, el empresario aseguró al Post que sus experimentos han tenido efectos significativos en su biología.

“Mi oreja izquierda tiene 64 años, mi corazón 37, mi diafragma 18 y mi capacidad cardiovascular está en el 1,5 % superior de los jóvenes de 18 años”.

Más allá de las numerosas y diversas críticas que puedan recibir propuestas como la de Johnson, la industria de la longevidad ha generado proyecciones considerables para los próximos años.

Informaciones rescatadas por CNBC a partir de declaraciones de analistas del Bank of America estiman que para 2025 este mercado valdrá al menos unos 600.000 millones de dólares.

La nutricionista experta en el área de la longevidad, Serena Poon, fue más allá y manifestó que “el envejecimiento es una enfermedad que se puede tratar”.

Tanto ella como su socio David Sinclair, genetista de la Universidad de Harvard y coautor de Lifespan: Why We Age—and Why We Don’t Have To (Atria Books, 2019), han dado charlas por todo el mundo para hablar sobre este tópico al público y a posibles inversores.

En el mencionado libro, Sinclair presume que en el futuro “envejecer va a ser extraordinariamente fácil de abordar. Más fácil que el cáncer”.

¿Por qué se busca prolongar la longevidad y qué implican los tratamientos en desarrollo para vivir más? Foto: referencial.

La mayoría de las personas que se dedican a desarrollar y defender los tratamientos de este tipo concuerdan —como es de esperar, con ciertas diferencias entre sí— que factores como la nutrición, el ejercicio, el sueño, el bienestar emocional, entre un extenso listado, son aristas que se deben medir con cautela bajo indicaciones específicas, además de estrictas.

A pesar de que hay expertos que respaldan tales rutinas, hay otros que han planteado una serie de críticas y alcances desde distintas áreas.

Tal es el caso del oncólogo y vicerrector de iniciativas globales de la Universidad de Pensilvania, Ezekiel J. Emanuel, quien afirmó al Washington Post que “la realidad es que estás añadiendo tiempo al final de tu vida. No vas a tener las dos décadas que tenías cuando tenías 20 años”.

“Somos muy malos jueces de nuestras capacidades y de nuestras propias limitaciones”, dijo refiriéndose a quienes apoyan tales propuestas sobre la longevidad.

En 2014, Emanuel publicó en The Atlantic un ensayo titulado “Por qué espero morir a los 75 (años)”, en el que argumentó por qué “esta desesperación maníaca por alargar la vida sin fin es errónea y potencialmente destructiva”.

Desde su análisis, plantea que “estas personas tienden a ser un poco egoístas, a pensar que el mundo no va a poder vivir sin ellas. Existe el elemento de que son personas muy especiales que deben vivir mucho tiempo”.

Hoy tiene 66 años y sigue manteniendo su postura. Según dijo al Post, tales tratamientos son “cuestionables”, ya que “no hay garantías” al respecto.

“Puedes contraer un cáncer, la enfermedad de Parkinson o esclerosis múltiple o Dios sabe qué”, agregó.

Bajo esta línea, sentenció desde su visión: “Si de algún modo acabas viviendo hasta los 85 años, en pleno funcionamiento físico y mental, también es estupendo (...) pero ese no es el objetivo. El objetivo no es vivir mucho tiempo. El objetivo es vivir una vida con sentido”.