Han pasado más de seis décadas desde la primera vez en que una persona tuvo la oportunidad de comer en el espacio exterior, en 1961.

En aquella época, la tecnología no permitía que las misiones duraran más de un día. Y para alimentarse, el cosmonauta soviético Yuri Gagarin debió recurrir a un tubo parecido al de una pasta de dientes para degustar su almuerzo: una suerte de puré de carne de vacuno, hígado y verduras.

Como postre, recibió otro similar, con una especie de salsa de chocolate en su interior.

Un año después, en 1962, el estadounidense John Glenn se posicionó como el segundo en comer en la órbita durante su misión a bordo del Friendship 7, aunque con la novedad de que llevó una bombilla, a través de la cual consumió unas tabletas de azúcar que se disolvieron en agua.

Una vez que terminó, probó un postre como el de Gagarin, pero este era de manzana.

Cerca de 20 años después, en 1985, el astronauta Rodolfo Neri Vela se convirtió en el primer mexicano en subir al espacio exterior, instancia en la que pudo llevar una preparación mucho más parecida a lo que se puede comer en la Tierra: unas tortillas (como las tradicionales de su país).

Si bien, los constantes avances han permitido que hoy las misiones duren más tiempo y que haya mayor variedad de alimentos durante los viajes —de hecho, ya se están realizando los primeros cultivos espaciales— , las condiciones del ambiente implican grandes esfuerzos para los especialistas que se dedican a este ámbito.

Según explicó a El País el doctor en física, académico del Basque Culinary Center y colaborador científico de la NASA, Eneko Axpe, la Estación Espacial Internacional (ISS) es actualmente “el único sitio donde viven permanentemente humanos”.

Estación Espacial Internacional (ISS). Foto: ISS.

“Ahí no hay refrigeración, o sea, no hay una nevera o nada parecido”, declaró, para luego añadir que “la otra complicación es la gravedad 0″.

Entonces, si consideramos las limitaciones y la necesidad de que mantengan buenas condiciones de salud durante sus misiones, ¿cómo logran alimentarse cuando están en la órbita?

Lo que comen los astronautas cuando están en el espacio exterior

El experto detalló al citado medio que en la ISS no hay cocina para los tripulantes. Más bien, “llevan los productos en una especie de sobre y los inyectan a presión con agua, que, por cierto, esa agua es reciclada y filtrada del sudor y de la orina de los astronautas”.

Si bien, el espacio dentro es reducido y no pueden haber objetos de sobra —tanto por temas de volumen como de peso— , sí tienen la posibilidad de elegir una cantidad reducida para llevárselos desde la Tierra.

Axpe contó que generalmente tienden a escoger alimentos como frutas y verduras, los cuales solo pueden degustar durante los primeros días, debido a que posteriormente se vencen y no tienen dónde conservarlos.

A ello se le suma que la gravedad 0 altera sus sentidos del olfato y el gusto, por lo que no sienten los sabores de la misma manera que en nuestro planeta.

Es ahí cuando recurren a una estrategia predilecta para percibirlos de forma más intensa, sobre todo cuando pasan cientos de días en órbita.

“Le ponen picante a todo, por lo menos para que la comida sepa a algo”, contó el físico.

Foto referencial: NASA.

Asimismo, otro factor que según Axpe les afecta, aunque a nivel psicológico, es “la ausencia de productos comestibles frescos”.

Frente a esta situación, la NASA está invirtiendo en desarrollar cultivos en el espacio, particularmente con microgreens, es decir, cosechas comestibles de tamaño reducido que tardan generalmente entre una y dos semanas en crecer.

“Son brotes que crecen muy rápido y son muy pequeñitos, pero al menos le dan al astronauta la sensación de frescor, que es lo que falta cuando está allá”, aclaró el científico.

Para esto, después de una serie de investigaciones, descubrieron que las luces leds de colores rojos y azules ayudan al crecimiento de ciertas plantas mientras están en el espacio.

Bajo esta línea, esperan que próximamente puedan generar papas en la órbita, debido a que es un tubérculo que crece bajo tierra y no requiere de la misma exposición a la atmósfera que otros alimentos de origen vegetal.

Aún así, anteriormente ya se habían iniciado proyectos con estos fines, como uno llamado Veggie. Según El País, gracias a sus trabajos en 2015 se pudo comer la primera lechuga cultivada en el espacio, mientras que cerca de siete años después se pudo degustar el primer pimiento (o ají, como es conocido en Chile).

Uno de los desafíos más prometedores en la actualidad es encontrar una manera de facilitar el consumo de proteínas en la órbita. Con este propósito, la NASA se encuentra analizando las posibilidades con un restaurante español llamado Azurmendi —a cargo del chef Eneko Atxa— y creen que un componente llamado micelio que se encuentra en los hongos puede ser una alternativa.

Revisa a continuación cómo es uno de los alimentos a base de tortilla y pimiento que la astronauta de dicha organización espacial, Megan McCarthur, pudo comer durante una misión.