Esta semana, el Metro de Santiago se convirtió en tendencia en redes sociales, luego de que los trenes de la Línea 1 presentaran imágenes publicitarias de la plataforma de streaming Crunchyroll, la cual se caracteriza por ofrecer un catálogo centrado en las series de anime.
Entre los títulos que figuran en las imágenes, se ven algunos como Spy x Family, My Hero Academia y Chainsaw Man, mientras que las opiniones en torno a su presencia han sido variadas en sitios como Twitter.
Si bien, muchos alaban la iniciativa comercial como una forma de visibilizar el anime, otros acusan que algunos de sus personajes ficticios podrían incentivar a la violencia, debido a que una minoría de ellos se presentan en posición de ataque o sosteniendo armas.
Pero, ¿en qué se diferencian estos personajes de otros que aparecen en películas de acción o de terror y que se ven en otras publicidades? ¿Es el anime un género que se populariza cada vez más?
En medio de una época en donde artistas internacionales como Bad Bunny hacen guiños en canciones como “Yonaguni” y en donde cantantes nacionales como Polimá WestCoast lideran las listas con “Baby Otaku”, el anime se presenta como una tendencia que sigue en ascenso.
Anime: desde los nichos hasta lo más popular
Cuando Ignacio Riveros (24) iba en séptimo básico, ver series de anime no era una actividad usual entre sus compañeros. O, al menos, las personas que veían obras de este tipo no solían compartirlo con el resto.
”Era una cosa bien discriminada en cierto sentido. Algunos lo miraban en menos y te decían ‘ya, estás viendo cosas de niños’”, cuenta en entrevista con La Tercera.
Una experiencia similar vivió María Ignacia Rojas (23), una fanática acérrima de títulos como Fullmetal Alchemist y Cazador X, quien empezó a ver anime a los 13 años.
”En ese momento era más extraño, como ‘hay que ñoño’ y cosas así, pero ahora es muy común. La mayoría de la gente que conozco lo ve”, dice, para luego añadir que “por ejemplo, ahora en las ferias también se ve gente más joven (...) entonces sí, se ha hecho mucho más visible”.
A pesar de que el anime permanecía primordialmente en los nichos culturales, Riveros se dedicó a seguir adentrándose en un mundo en el que se estrenan nuevas historias de manera constante, para luego compartir información sobre estas en el sitio de noticias Alerta Geek Chile.
En su opinión, “es importante que se normalice disfrutar de la animación japonesa (...) ahora uno puede estar en un carrete y empezar a hablar de ello, se puede conectar en otros espacios con estas temáticas que nos gustan”.
La explosión cultural del anime
Fabián Galleguillos (42) es una de las personas que ha visto el aumento de esta tendencia. Desde que abrió la tienda especializada De Todo Animé en la galería Dos Caracoles (cerca de Los Leones), ha notado que cada vez más locales se han dispuesto a ofrecer productos sobre series de animación japonesa.
”Nosotros partimos acá hace cinco años y en aquel entonces éramos como dos o tres tiendas de este tipo. En cambio, ahora yo diría que el 50% o 60% de la galería es anime”, cuenta a La Tercera.
Él se desempeña como administrador de las dos sucursales y como uno de los socios del emprendimiento, por lo que tiene conocimiento acerca de los contenidos que abarcan las series que salen en la publicidad de Crunchyroll en el metro.
“Spy x Family es tendencia, salió este año y la segunda temporada está recién dándose en pantalla, esa es la más actual”, comenta, “yo creo que por eso la incluyeron en la publicidad, porque es lo más popular en este momento”.
Tanto esa como los demás títulos que aparecen en la publicidad podrían considerarse como series para todo espectador, pero a pesar de aquello, Galleguillos destaca que también hay otras obras de animé (no las del aviso de Crunchyroll) que son exclusivamente para el público adulto, debido a las temáticas que abordan.
En el caso de las primeras, las cuales podrían mostrar episodios menores de violencia en algunos casos, recalca que “es importante que los padres tengan control sobre lo que ven sus hijos en casa (...) que hablen con ellos y les expliquen que es ficción”.
De la misma manera, añade que “estos animes incluso influyen positivamente en los jóvenes que hacen cosplay (disfraces) de los personajes, que es una actividad sana. Se recrean, comparten mangas (novelas gráficas), sus impresiones en cuanto a las series y coleccionan figuras”.
Aun así, es enfático en la responsabilidad de los padres de “ver en qué círculos se desarrollan los niños, en este caso del anime o del manga”.
Una tendencia transversal
Valeria Elgueta (36) partió viendo anime durante su infancia, cuando sintonizaba en el televisor series como La flor de los siete colores o, más entrada en la adolescencia, Sailor Moon y Los Caballeros del Zodiaco.
Hoy se mantiene como una seguidora constante del anime. De hecho, Naruto es una de sus favoritas y empezó a verla gracias a sus hermanos menores.
“Existe esa imagen de que son ‘monos para cabros chicos’, pero tratan temas súper importantes para las personas, son transversales en temáticas y edades”, cuenta a La Tercera, “con mi marido vemos anime y hay niños que ven los mismos que nosotros, tenemos un sobrino de 10 con el que vemos series y lo pasamos muy bien”.
Aunque ella valora positivamente la publicidad de Crunchyroll en el metro, otras personas han criticado la iniciativa en redes sociales e incluso la acusan de “incentivar a la delincuencia”.
Desde su visión como consumidora habitual de estos contenidos, Elgueta compara esta acción con los avisos publicitarios de otras plataformas de entretenimiento.
“No hay que olvidar nunca la línea entre la ficción y la realidad. Son personajes animados, no veo cuál es el problema en este caso”, dice refiriéndose a imágenes como la de Chainsaw Man y Spy x Family, “si saliera Schwarzenegger con unas pistolas o algún actor gringo, nadie diría nada. Siempre han existido películas de acción e historias épicas que se muestran tanto en el cine como en las caricaturas”.
En este sentido, sentencia que “es el sesgo contra lo que es distinto en el fondo, porque el anime para una parte importante de la gente más mayor, es como: ‘ay, esos monos violentos que puro gritan’. Eso es no entender lo que son realmente. Creo que decir ese tipo de cosas es un poco de desconocimiento y prejuicio”.