Cuando se está en una discusión sobre un punto, es esperable que las partes involucradas planteen argumentos para defender sus respectivas posturas.
Sin embargo, en muchas situaciones pueden aparecer falacias lógicas.
A grandes rasgos, son errores de razonamiento que cuando son planteados pueden parecer válidos, pero que no lo son en términos de argumentación.
Son habituales de encontrar en conversaciones del día a día, debates políticos y en las secciones de comentarios de las redes sociales.
Que alguien utilice una no se traduce en que necesariamente esté equivocado o en lo correcto, pero sí da cuenta de errores en la lógica si se usan sin intención.
Por otro lado, en numerosas ocasiones se ocupan deliberadamente, debido a que pueden ser altamente persuasivas y convincentes.
Es por esto que aprender a identificar falacias puede ayudar a fortalecer el pensamiento crítico y tener una mirada más amplia en una discusión o debate.
A continuación encontrarás algunas de las más comunes.
1. Ad hominem
También es conocida como “contra el hombre”. Hace referencia a refutar la afirmación de una persona a partir de aspectos relacionados a su identidad, motivaciones, relaciones o rasgos de su personalidad, en vez de enfocarse en el argumento que plantea en sí.
Por ejemplo, alguien podría plantear que su contraparte “no es lo suficientemente inteligente” para discutir sobre un tema o que sus creencias personales le “imposibilitan” hacer un análisis crítico de una situación.
En tales casos, en lugar de presentar argumentos que fortalezcan una postura, se está “anulando” al otro.
Otro ejemplo más evidente sería decir que otro individuo “no tiene capacidad para liderar un proyecto” por cómo se viste.
2. Apelar a la ignorancia
Cómo el subtítulo lo sugiere, acá se plantea que una afirmación es real porque no hay pruebas que demuestren lo contrario.
Un ejemplo, rescatado por la BBC, sería asegurar que seres externos de otro planeta gobiernan la Tierra, pero que son “demasiado inteligentes” como para dejar evidencia alguna de su dominio.
“¿Cómo puedes asegurar que no es verdad?”, es una frase que sintetiza el significado de esta falacia.
3. Falacia del espantapájaros o el hombre de paja
Consiste en tergiversar el argumento de la contraparte para hacerlo parecer más simple y fácil de refutar.
Puede darse en una discusión en la que una persona asegura que la comida altamente procesada puede generar problemas a la salud.
Ante dicha afirmación, su contraparte podría recurrir al “espantapájaros” al decir: “¿Planteas que la comida chatarra debería prohibirse porque es la causa de todas las enfermedades? Eso es falso”.
En esa situación, el segundo individuo está distorsionando lo que dijo el primero. O, en otras palabras, está convirtiendo su afirmación en un “hombre de paja” para que le sea más sencillo de derribar.
4. Apelar a la autoridad
Es sostener que una afirmación es verdadera —por sí sola— porque una persona con ciertos títulos, fama o reputación en un ámbito lo dijo.
Se centra en quién es esa persona y no en los argumentos en cuestión.
Un ejemplo sería decir que porque un doctor de una prestigiosa universidad aseguró que una situación es de cierta manera, esto es correcto e irrefutable.
En dicho caso, se está apelando a su autoridad como especialista de la medicina en vez de presentar argumentos que fortalezcan su postura.
5. Pendiente resbaladiza
Plantear que una acción o medida llevará inevitablemente a otros sucesos.
De esta forma, se busca crear cierto grado de temor a esa “pendiente resbaladiza”, en vez de centrarse en discutir el tópico central.
Un ejemplo hipotético y más cotidiano podría verse en el caso de que alguien sugiera: “No debemos dar permiso a nuestro hijo adolescente para que vaya a la fiesta, ya que luego querrá ir a todas y dejará de lado sus estudios”.
Nuevamente, en dicho caso, en vez de presentar argumentos que fortalezcan una postura desde el ámbito lógico, se está deduciendo que ocurrirán una serie de hechos a partir de uno en específico.
6. Falsa dicotomía
Alude a presentar dos opciones —generalmente opuestas— como si fueran las únicas que se pueden seguir. Esto, en vez de evaluar o considerar más.
Un ejemplo amplio, pero que es frecuentemente utilizado en política y refleja en qué consiste esta falacia lógica, sería: “¿Usted apoyará este movimiento que busca construir un mundo mejor o prefiere quedarse sentado y permitir que amenacen a nuestro bienestar?”.
Ahí, se sugiere que para contribuir a “un mundo mejor” se debe apoyar a su movimiento y que no hacerlo significaría “permitir” consecuencias negativas para todos.
No obstante, se está dejando de lado que pueden haber otras opciones más allá de esas dos.