La escritora y periodista con sede en Nueva York, Liz Pelly, se ha dedicado a investigar el fenómeno de los llamados “artistas fantasma” y su presencia en las plataformas de streaming musical.
Especialmente, en una de las más populares del mundo: Spotify.
Fue así como —luego de entrevistar a múltiples agentes de sellos discográficos, músicos y trabajadores de la industria, entre otras fuentes— escribió un libro titulado Mood Machine: The Rise of Spotify and the Costs of the Perfect Playlist (Atria / One Signal Publishers, 2025).
En su escrito, a publicarse en enero del próximo año, Pelly sostiene que Spotify llena algunas de sus listas de reproducción con “artistas fantasma”, lo que le contribuye a disminuir las regalías a pagar y aumentar sus márgenes de ganancia generales.
Según afirma, la empresa cuenta con un programa llamado Perfect Fit Content (PFC) dedicado a esta tarea, el cual afecta principalmente a géneros como el jazz, la música clásica, el ambient y el hip-hop lo-fi.
En un extracto que fue publicado anticipadamente por Harper’s Magazine, relata que la primera vez que escuchó de los “artistas fantasma” fue en 2017.
“En aquel momento, yo era nueva en el mundo de la música en streaming. Llevaba investigando la influencia de las grandes discográficas en las listas de reproducción de Spotify desde el año anterior y mi primer informe acababa de publicarse”.
Unos días después de esto último, recibió un mensaje del propietario de un sello discográfico independiente de la Gran Manzana.
Pelly cuenta que le advirtió sobre “un fenómeno misterioso que estaba ‘en el aire’ y que preocupaba cada vez más a los que estaban en la escena de la música independiente”.
Fue ahí cuando le alertaron sobre los llamados “músicos seudónimos”, también conocidos como “artistas fantasma” o “artistas falsos”.
Qué son los “artistas fantasma” y cuál es su papel en la era del streaming musical
La autora dice que aquella fuente le habló sobre rumores de que “Spotify estaba llenando sus listas de reproducción más populares con música de archivo atribuida” a “artistas fantasma”, “presumiblemente en un esfuerzo por reducir sus pagos de regalías”.
Al hablar de “artistas fantasma”, se refiere a artistas que crean pistas —generalmente, desde el anonimato— para bibliotecas de música de producción.
En palabras de la escritora, se trata de “el tipo de material de archivo que se suele utilizar de fondo en anuncios, programas de televisión y diversos contenidos de video”.
Según Pelly, personas de la industria incluso especulaban “con la posibilidad de que Spotify estuviera haciendo las pistas por sí misma”.
“En un momento en el que las listas de reproducción creadas por la empresa se estaban convirtiendo en fuentes cruciales de ingresos para los artistas y las discográficas independientes, esta era una acusación preocupante”.
De hecho, Pelly reconoce que en un principio le “sonó a teoría de la conspiración”.
Sin embargo, cada vez le fueron llegando más mensajes de lectores, músicos y dueños de sellos discográficos, en los que le hablaban sobre la amplia presencia de “artistas fantasma” en ciertas listas de reproducción de Spotify.
“En julio (del mencionado año), la historia ya había salido a la luz pública, después de que un artículo de Vulture hiciera resurgir una nota de la prensa especializada que hace un año afirmaba que Spotify estaba llenando algunas de sus listas de reproducción populares y relajantes (como las de ‘jazz’, ’chill’ y ‘piano tranquilo’) con ofertas baratas de artistas falsos creadas por la empresa”.
Por ese entonces, un vocero de Spotify declaró a la prensa que esos informes eran “categóricamente falsos, punto final”.
El portavoz subrayó que la empresa no estaba creando sus propias pistas de “artistas falsos”.
No obstante, recalca Pelly, “no llegó a negar que las hubiera añadido a sus listas de reproducción”.
La situación llevó a que distintos medios internacionales —como la BBC, The Guardian y NPR, por nombrar solo algunos— publicaran artículos sobre el asunto.
Varios de esos reportes revisaban música de algunos artistas que, sospechaban, podían ser “falsos” o “fantasma”.
“Antes de que terminara el año, el escritor musical David Turner había utilizado datos analíticos para ilustrar cómo la lista de reproducción ‘Ambient Chill’ de Spotify había sido prácticamente eliminada de artistas conocidos como Brian Eno, Bibio y Jon Hopkins, cuya música fue reemplazada por pistas de Epidemic Sound, una empresa sueca que ofrece una biblioteca de música de producción basada en suscripción”.
Pelly cuenta que, durante años, utilizó el término “artistas virales misteriosos” para referirse a algunos nombres que aparecían en listas de este tipo.
“A menudo tenían millones de reproducciones en Spotify y un lugar de honor en las propias listas de reproducción temáticas de estados de ánimo de la empresa, que eran compiladas por un equipo de curadores internos”.
Muchos de ellos, dice Pelly, “tenían la insignia de artista verificado de Spotify, pero claramente eran falsos”.
“Sus ‘sellos’ a menudo figuraban como empresas de música de archivo como Epidemic, y sus perfiles incluían imágenes genéricas, posiblemente generadas por inteligencia artificial (IA), usualmente sin biografías de artistas ni enlaces a sitios web. Las búsquedas en Google no arrojaban resultados”.
En 2022, Pelly revisó una investigación del diario sueco Dagens Nyheter.
“Al comparar los datos de streaming con los documentos recuperados de la sociedad sueca de recaudación de derechos de autor STIM, el periódico reveló que una veintena de compositores estaban detrás del trabajo de más de quinientos ‘artistas’, y que miles de sus temas estaban en Spotify y habían sido reproducidos millones de veces”.
Fue en ese periodo cuando Pelly decidió investigar en profundidad el asunto de los “artistas fantasma”.
Autores como el crítico de jazz e historiador Ted Gioia —quien ha plasmado su firma en una docena de libros sobre música— también habían escrito sobre este fenómeno en ese entonces.
De hecho, en 2023, publicó un artículo relacionado que tituló: “Spotify le da 49 nombres diferentes a la misma canción”.
En dicha nota —disponible en su blog, The Honest Broker— relata el caso de un usuario llamado Adam Faze, quien encontró decenas de pistas en las que “la música era esencialmente la misma”.
No obstante, los artistas eran diferentes y también los créditos de autor.
“¿Cómo podía atribuirse la misma pista a docenas de músicos diferentes? ¿Cómo podía la misma canción estar escrita por docenas de compositores diferentes?”.
Tales dudas llevaron a que Faze empezara a armar una lista de reproducción en la que reunió múltiples versiones de la canción.
Una vez que llegó a 49, la compartió en las redes sociales, lo que llevó a que otros usuarios revelaran, incluso, otras 10 versiones más de la misma.
“Esta melodía banal estaba en todas partes. El uso de múltiples alias hizo que fuera difícil medir el alcance total del engaño, pero Spotify estaba promocionando esta pista de manera tan agresiva que era imposible ocultar la farsa que estaban representando”, afirmó Gioia en ese artículo de abril de 2023.
“Cuando se le preguntó cómo era posible encontrar tantos ejemplos, Adam respondió: ‘Lo digo en serio cuando digo que estaba empezando a ser cada dos canciones después de un tiempo’”.
La canción, dijo Faze, le aparecía incansablemente una y otra vez dentro de la plataforma.
Después de que Harper’s publicara el adelanto del libro de Pelly a finales de 2024, Gioia escribió en su blog: “Puede que (Mood Machine) por fin despierte a la industria musical de los peligros a los que se enfrenta”.
Qué es el Perfect Fit Content (PFC) de Spotify del que habla Liz Pelly en su libro
La autora asegura que, tras entrevistar a múltiples fuentes de la industria y revisar registros internos de la empresa, llegó a conocer “un elaborado programa interno” de la compañía.
“Spotify, descubrí, no solo tiene asociaciones con una red de empresas de producción que, como dijo un exempleado, le proporcionan ‘música de la que nos beneficiamos económicamente’, sino también un equipo de empleados que trabajan para incluir estas canciones en las listas de reproducción de toda la plataforma”.
“Al hacerlo, están trabajando efectivamente para aumentar el porcentaje de transmisiones totales de música que son más baratas para la plataforma”, agrega.
Ese programa se llama Perfect Fit Content (PFC) y, según Pelly, “plantea perspectivas preocupantes para los músicos en activo”.
“Algunos se enfrentan a la posibilidad de perder ingresos cruciales al ver que sus canciones no se incluyen en las listas de reproducción o se reemplazan en favor de PFC”.
“Otros, que graban música de PFC ellos mismos, a menudo deben renunciar al control de ciertos derechos de regalías que, si una canción se vuelve popular, podrían ser muy lucrativos”.
Junto con ello, la autora sugiere que esta situación plantea preguntas sobre cómo se ve alterada la relación entre los oyentes y los artistas.
En Mood Machine, a publicarse en enero de 2025, Pelly también cita a fuentes de la compañía y de empresas que se dedican a trabajar con “artistas fantasma”.
Eso sí, hace hincapié en que “Spotify niega que se animara a los empleados a añadir PFC a las listas de reproducción y que los editores de listas de reproducción estuvieran descontentos con el programa”.
Sin embargo, esas declaraciones distan de la de otras fuentes que consultó.
Puedes leer el extracto anticipado de su libro haciendo click en este enlace.