¿Alguna vez te ha pasado que interactúas con alguien en específico y después de esas instancias te sientes más cansado y con menos ánimo?
De ser así, es probable que hayas estado frente a un “vampiro energético”.
Este concepto que se ha posicionado en la cultura popular hace referencia a quienes, de forma consciente o inconsciente, “chupan la energía” de otras personas para satisfacer necesidades propias.
El director del Instituto de Bienestar Socioemocional (IBEM) UDD, Jaime Silva, explica a La Tercera que “obviamente es un término que no es de la psicología científica ni formal, sino que es más bien coloquial y una manera desde el sentido común de denominar algunas experiencias que se pueden tener en las relaciones con otros”.
Sin embargo, opina que es de utilidad, ya que permite expresar situaciones que todas las personas pueden enfrentar o sentir.
“(El término) tiene que ver con que hay individuos que tienden a ‘capturar’ la relación, en el sentido de que sus necesidades se vuelven prioritarias para ese vínculo. Los seres humanos tenemos que mantener un equilibrio entre lo que nosotros necesitamos y lo que los otros necesitan. Así se logra una homeostasis social, es decir, un equilibrio aceptable o satisfactorio, donde por un lado eres parte de un grupo y respondes, pero al mismo tiempo tienes tus propias necesidades, individualidad y lugar”.
No obstante, ese equilibrio se rompe cuando una de las partes “empieza a ‘capturar’ a través de distintas formas tu comportamiento, atención y, como dice el concepto, tu energía”.
“Entonces, comienzas a dar cuenta, a preocuparte y a organizar tu vida en torno a las necesidades de otra persona. Eso diría que es lo que se experimenta cuando ‘te quita la energía’”.
Cuando los vínculos interaccionales se desenvuelven de esa manera, se genera una relación asimétrica, en donde las decisiones de una persona se sobreponen por encima de las de la otra.
“Ahí es cuando se experimenta agobio, tristeza, cansancio y falta de motivación, porque se crea este contexto en donde tú no tienes un lugar tan relevante en la relación como el otro”, enfatiza el especialista de la Universidad del Desarrollo.
Tal como se mencionaba más arriba, un “vampiro energético” puede actuar de forma consciente o inconsciente, dependiendo del caso.
“En psicología decimos pasiva o activa. La primera se puede dar, por ejemplo, en una persona que se queja, que no le resultan las cosas, que no entiende otras, que es ineficiente. Entonces, todos tienen que andar preocupados de lo que hace, de cómo se siente y de si puede resolver tareas o problemas. Ahí la persona generalmente no es tan consciente de que hace o provoca eso en los demás”.
Por otro lado, una manera activa se da cuando “intenta manipular al otro para lograr lo que quiere”, un escenario que suele ocurrir desde una posición más consciente.
Silva afirma que cuando esa tendencia de “experimentar tus necesidades como prioritarias frente a las de los demás” se convierte en un patrón sostenido, califica dentro de lo que se conoce como narcisismo.
“Se puede ver en los vínculos de pareja cuando uno de los miembros se vuelve más controlador, autoritario y define las cosas que se van a hacer y cómo. Eso requiere un otro, que es quien tiende a adaptarse, a ser complaciente, condescendiente. Bajo estos términos, ese individuo sería una víctima de un ‘vampirismo relacional’”.
Aquello también puede darse en entornos como el familiar, el laboral, o incluso en el círculo cercano de quienes consideras tus amigos.
Pero, ¿cómo identificar más en concreto cuando un vínculo está afectándote negativamente?
El especialista dice que un primer marcador es “cuando lo sientes muy agobiante y empiezas a sentir que tienes poca energía para actuar en el mundo”.
Ahí ya puedes considerar que “esta relación te está haciendo mal”, debido a que “no solamente no te hace sentido o está poco conectada con tus necesidades, sino que también te da esa sensación de tener poca motivación y energía para tus actividades de la vida diaria”.
Con el objetivo de que puedas proteger tu bienestar y salud mental ante los denominados “vampiros energéticos”, el director del IBEM compartió una serie de recomendaciones a LT.
Revísalas a continuación.
1. Cultivar el autoestima
Según Silva, se trata del primer punto que debes considerar.
“Hay que desarrollar un nivel de autoestima suficiente como para poder proteger tus propias necesidades y relacionarte de manera adecuada”.
Así, podrás disminuir las probabilidades de que un “vampiro energético” interfiera en tu percepción y en las acciones que haces.
2. Fomentar el autoconocimiento
“Si yo no sé lo que necesito, ¿cómo puedo expresarlo y ponerlo en un vínculo?”, planteó.
Es por esto que buscar cuáles son los elementos que más te interesan o te disgustan promete ayudarte no solo a que te sientas mejor contigo mismo, sino que también en tus interacciones con las otras personas.
3. Tener empatía
Pese a que es importante tomar resguardos emocionales, no se puede vivir con tranquilidad si se piensa todo el tiempo en quiénes podrían calificar como “vampiros energéticos”.
En este sentido, Silva sugirió que “también tienes que identificar cuándo una persona tiene necesidades razonables y cuándo no, y para eso tienes que tener empatía”.
Tanto esta arista como las dos mencionadas anteriormente, según el director del IBEM, forman “una combinación que te permite encontrar lo que yo creo que es clave al final: aprender a equilibrar las relaciones con otros”.
“No se trata solamente de que hay una persona tóxica. Uno puede tener un comportamiento que empieza a ir en contra de sus propias necesidades, a través de la condescendencia, la excesiva complacencia o la adaptabilidad (...) No es solo aprender a lidiar con un otro, sino que muchas veces también es a hacerlo con uno mismo”, sentencia a LT.
Cabe destacar que siempre es recomendable consultar con un especialista si sientes que una situación o caso en particular te está afectando.