Su nombre es sinónimo de un interminable catálogo de historias que han conquistado a lectores de distintas generaciones. A lo largo de su vida, el fallecido escritor británico Roald Dahl creó obras tan destacadas como Charlie y la fábrica de chocolate (1964), Matilda (1988) y James y el melocotón gigante (1961), entre muchas otras.
Algunas de ellas, incluso se han convertido en películas. La primera con una elogiada versión a cargo de Tim Burton en 2005, la segunda con Danny DeVito como responsable en 1996 y la tercera bajo la dirección del cineasta Henry Sellick ese mismo año.
El trabajo de Dahl es reconocido universalmente por personas de todas las edades, mientras que el público infantil es el que más se ha dejado llevar por sus delirantes relatos de fantasía, que siempre dejan una enseñanza constructiva.
Pero ahora, una agitada controversia gira en torno al legado del autor británico, luego de que la editorial Puffin Books anunciara que publicará nuevas ediciones de sus libros, pero con una cantidad significativa de cambios para que sus páginas sean más “inclusivas” y no hieran la sensibilidad de algunas personas.
En este sentido, se cambiarán palabras como “gordo” por “enorme”, mientras que otras como “feo” y “negro” también correrán la misma suerte o derechamente serán eliminadas.
Asimismo, por ejemplo, se sustituirán los libros que leía Matilda en la obra homónima original, para así reemplazarlos por otros escritos por mujeres como la novelista Jane Austen. ¿El motivo? Fomentar la presencia femenina.
Frente a este escenario, numerosos fanáticos y cercanos al mundo de la literatura han expresado opiniones contrarias: unos apoyan la medida y argumentan que es acorde a los tiempos, pero otros se niegan y la califican como un gesto de “corrección política”.
Reescriben los libros de Roald Dahl y crece el debate sobre si es inclusión o censura
Una de las preguntas más recurrentes en esta polémica es cuáles son los criterios que se están aplicando para hacer los cambios.
Según informaciones reunidas por The Telegraph, Puffin Books contrató a un grupo de lectores “sensibles” para que sugirieran las modificaciones, con el objetivo de reducir las posibilidades de que alguien se sienta ofendido y así la obra de Dahl pueda ser “disfrutada por todos”.
En este sentido, la gran mayoría se relacionan con adjetivos sobre la apariencia física.
Como una muestra de apoyo a este plan, un vocero de Roald Dahl Story Company, organización que está trabajando en él junto a la mencionada editorial y el colectivo Inclusive Minds, destacó que estos cambios no deberían causar revuelo, ya que es común que se hagan actualizaciones en el mundo de la literatura, “tanto en detalles como en la portada y el diseño de las páginas”.
Pero a pesar de aquello, hay quienes han manifestado abiertamente su descontento.
El escritor Salman Rushdie calificó este acto como “una censura absurda” por la que sus responsables “deberían estar avergonzados”, mientras que según declaraciones reunidas por Infobae, la actriz Cate Blanchett opinó que esto no es una solución para enfrentar la discriminación.
“Si no leemos en su contexto histórico libros antiguos que son ofensivos, nunca lidiaremos con las mentes de la época y estaremos destinados a repetir esas cosas”, declaró.
De la misma manera, la autora argentina Marcela Giuffré destacó que no tiene intención de leer estas nuevas versiones y calificó la serie de cambios como un “delirio cancelatorio”.
Un debate que se mantiene en el tiempo
Cabe destacar que esta no es la primera vez en que las obras de Dahl son cuestionadas.
Anteriormente —antes de que muriera el 23 de noviembre de 1990— ya se le había criticado por personajes como los Oompa-Loompas de Charlie y la fábrica de chocolate, debido a que sus detractores los relacionaban con la esclavitud y el racismo, al tratarse de pigmeos negros que venían de “la parte más profunda y oscura de la selva africana” para trabajar para Willy Wonka, quien les pagaba únicamente con granos de cacao.
Eso llevó a que a finales de la década del 60 hiciera ciertas modificaciones en el texto original para, en sus palabras, “des-negrarlos”.
Otro caso es el de la novela infantil El Superzorro (1970), la cual fue editada en su primer borrador para evitar la “glorificación del robo” por parte del personaje principal.
¿El nuevo anuncio es más cercano a la inclusión o a la censura? Las opiniones varían radicalmente, pero lo que sí está claro, es que la decisión ya fue tomada y que se plasmará en clásicos como Matilda, Charlie y la fábrica de chocolate y Las Brujas, entre otros.
Solo queda esperar para ver los resultados.