El brasileño Patrick Nogueira tenía 19 años cuando protagonizó una serie de horrendos asesinatos en un mismo día. Con un cuchillo, atacó a sus tíos y a los hijos pequeños del matrimonio, quienes tenían apenas tres y menos de un año de vida.

La escena del crimen: la casa de ellos en Pioz, un pueblo de la provincia de Guadalajara en España.

Tras atacar primero a la mujer y a sus dos hijos, esperó a que llegara el padre de la familia para abalanzarse sobre él. Y luego, sacó fotografías y grabó videos con su teléfono celular, en los que mostró lo que había hecho a sus amigos en Brasil.

Más tarde, esos mismos registros fueron los que lo delataron ante la policía y el poder judicial.

“Solo huelo a sangre”: el horrible caso del joven que asesinó a su familia y registró los crímenes con su celular. Foto: Patrick Nogueira.

Un primer atentado y la llegada a España desde Brasil

François Patrick Nogueira Gouveia soñaba con ser futbolista profesional y venía de una familia con una alta posición socioeconómica. Sus padres eran dos prestigiosos médicos que tenían una clínica de radiología en Altamira, en el estado brasilero de Pará, pero no tenían la capacidad para lidiar con los problemas que les traía el joven.

Tanto dentro como fuera de la casa, destacaba por su mal comportamiento y conductas violentas.

De hecho, cuando tenía 16 años, un profesor de biología de su colegio le puso una nota deficiente en un examen, lo que despertó la ira de Nogueira.

Al igual que como haría unos años después con sus familiares en España, tomó un cuchillo y atacó al docente por la espalda para enterrarle el arma en el cuello y en el vientre.

Las cámaras de seguridad grabaron el episodio y una crónica del ataque revisada por Infobae detalló que “el alumno demostró gran frialdad y se quedó de pie, viendo cómo el profesor sangraba en el piso”.

Finalmente, el académico sobrevivió al atentado de Nogueira. Sin embargo, él no mostró signos de arrepentimiento por lo que había cometido.

Cuando la policía le preguntó por qué lo atacó, respondió desafiante que quería “darle un susto”.

Aquello derivó en que se le acusara de tentativa de homicidio y en que fuese internado en un centro para menores en Santarém. Aún así, solo alcanzó a estar 45 días antes de ser eximido del recinto.

Como es de esperar, la conocida familia quedó en el ojo público por el caso de Patrick, por lo que decidieron mudarse desde Altamira hacia otra localidad llamada João Pessoa.

Además, consideraron enviarlo a España con sus tíos, Marcos Campos y Janaína Santos. Si bien, ellos sabían de la reputación del joven, aceptaron recibirlo en su casa ubicada en Pioz.

Los diarios de Nogueira —que más tarde también serían claves para inculparlo— detallaron que salió de Brasil el 9 de octubre de 2015, según una revisión del citado medio.

A medida que pasaban los días, la relación se fue deteriorando. Sus familiares no encontraban la forma de detener sus actitudes agresivas, por lo que terminó mudándose a un departamento.

Según escribió en su diario, “yo ayudaba a mi tío fregando para tener dinero con qué comprar comida. Es un ser ruin. Me quedaban unos 650 euros (más de $600.000 pesos chilenos) que me pidió como pago de mi estancia”.

No obstante, posteriormente se confirmó que aquello era falso: su familia le mandaba 5.000 euros mensuales desde Brasil para sus gastos personales.

Dicha suma se traduce en más de 4 millones 700 mil pesos chilenos.

“Solo huelo a sangre”: el horrible caso del joven que asesinó a su familia y registró los crímenes con su celular. Foto: Janaína Santos / Marcos Campos.

El día en que asesinó a sus familiares

Corría la mañana del 17 de agosto de 2016 cuando Patrick Nogueira salió del departamento que arrendó en Alcalá de Henares, para así tomar un bus en dirección a la casa de sus tíos en Pioz, a una media hora de distancia por la carretera.

Llegó cerca del mediodía, por lo que Santos lo recibió y lo invitó a almorzar. Mientras tanto, sus hijos jugaban en el living y su esposo estaba en el trabajo.

Una vez que terminaron de comer, ella se puso a lavar los platos y él la veía desde la mesa de la cocina.

Fue en ese momento cuando se levantó, sacó su cuchillo y la atacó por la espalda directamente en el cuello,

Luego, se dirigió a donde jugaban los niños y atentó contra ellos. La camisa que vestía ya estaba completamente empapada de sangre.

Ahí, sacó su teléfono celular y empezó a tomar fotografías y a grabar videos de los cadáveres. Incluso, capturó una selfie de él mismo en la escena del crimen y envió esos registros a sus amigos en Brasil, principalmente a uno llamado Marvin Henríquez y a una identificada como Jordana (quien en ese entonces era menor de edad).

En medio de ese trágico escenario en el que ya había tres víctimas, descansó unos minutos en un sillón y limpió parte de la sangre en la cocina y el living para no levantar sospechas cuando llegara su tío.

¿Qué hizo con los cuerpos? Los descuartizó y los metió en unas bolsas de basura que dejó en un rincón de la casa.

Salió de la residencia y tomó fotos desde afuera para enviárselas a Henríquez mientras hablaban a través de una aplicación de mensajería.

Le dijo que tenía que esperar a que llegara su tío y relató eventuales atrocidades que podría enfrentar de otros reclusos si es que llegaba a ser descubierto y enviado a la cárcel. Su tono era burlesco.

De la misma manera, tras varios mensajes, le prometió que iba a quedar “en una celda solo para mí, viendo la televisión hasta los 80 años”.

Las manillas del reloj avanzaron y cerca de las 21:00, Campos llegó a la casa familiar. Su destino fue el mismo que el de la mujer y los dos niños.

Después de limpiar nuevamente los rastros de sangre, siguió capturando registros con su celular.

Así estuvo hasta que más tarde se dio una ducha y se fue a dormir en la misma residencia en la que hace un tiempo había sido acogido por sus familiares.

“Solo huelo a sangre y eso que me he duchado”, le dijo Nogueira a Henríquez en uno de los mensajes que le envió esa noche.

Al día siguiente, salió en la mañana y tomó en bus en dirección a su departamento en Alcalá de Henares.

Y pese a que días después formateó su móvil para eliminar todos los registros, aquello no impidió que la policía accediera a ellos en la investigación posterior.

Asimismo, todavía estaban los que había enviado a Brasil, los cuales fueron guardados por Henríquez y Jordana.

“Solo huelo a sangre”: el horrible caso del joven que asesinó a su familia y registró los crímenes con su celular. Foto: Patrick Nogueira.

Cómo lo descubrieron y cuál fue la sentencia

Transcurrió casi un mes hasta que los vecinos alertaron que venía un olor putrefacto desde la casa de la familia conformada por Santos y Campos.

A pesar de que no los habían visto en ese periodo de tiempo, aquello no les había llamado mayormente la atención, ya que no tendían a salir y pocas veces visitaban el pueblo.

En el trabajo de Marcos Campos tampoco se alarmaron demasiado. Más bien, pensaron que había viajado a Brasil sin previo aviso.

Frente a las sospechas y aquel olor penetrante, la policía fue a inspeccionar el lugar y ahí encontraron los cadáveres en las bolsas.

Al principio, pensaron que se trataba de un ajuste de cuentas, según rescata el citado medio, ya que las huellas dactilares que encontraron eran de una persona que no formaba parte del núcleo familiar y tampoco tenían registros de ellas en el sistema español.

No había pruebas concluyentes en ese entonces para dar con la identidad de un presunto asesino.

Y una vez que el caso fue publicado en los medios, Nogueira optó por viajar de regreso a Brasil, para así evitar que lo descubrieran.

En paralelo, Jordana pasaba una crisis nerviosa por haber recibido mensajes y registros de su parte. Sabía que eran posibles pruebas para incriminar al culpable.

No le comentó sobre el asunto a nadie en un inicio, hasta que finalmente decidió mostrarle los contenidos a su mamá, quien la llevó a declarar a la policía brasileña.

“Estaba sufriendo por eso. Me decidí a entregarlos porque, como me dijo mi madre, no vas a tener segundas oportunidades en esta vida”, declaró en una entrevista para la serie documental No se lo digas a nadie (2023) que relata este caso.

Con los registros en su poder, las autoridades de Brasil alertaron a sus homólogos españoles, pero no fue fácil que Nogueira fuese al país europeo, ya que no había un tratado de extradición entre ambos territorios.

Recién lograron llevarlo después de que una delegación viajara para hablar con su familia. De esa manera, la hermana abogada del criminal concluyó que lo mejor era que fuese juzgado allá.

El 19 de octubre de ese año, Nogueira llegó a España y —ante la inmensa cantidad de evidencia en su contra— confesó los crímenes.

Tras analizar su situación, los peritos dictaminaron que el brasileño era un “narcisista, egoísta, con falta de apego a la vida humana”, lo que influyó en que se le adjudicaran en primera instancia tres condenas de prisión permanente revisable, además de una de 25 años de cárcel por asesinato con alevosía.

Este último término —a grandes rasgos— hace referencia a cometer un delito contra alguien tras asegurarse de que la víctima no podrá defenderse.

Cuando ya estaba en el tribunal, sus declaraciones tampoco sugirieron arrepentimiento por los asesinatos: “Dudé de mí mismo, pensé que me daría asco, pero me convencí de una cosa. Soy un enfermo de verdad”.

Actualmente, Patrick Nogueira tiene 26 años y sigue tras las rejas en España.

Revisa un tráiler del documental No se lo digas a nadie a continuación.