Hace poco más de un lustro la novedad fueron los huertos comunitarios, esas pequeñas extensiones de espacio público o privado que eran transformados en zonas de cultivo administradas y trabajadas por grupos organizados de vecinos. Algunas existen hasta hoy mientras que otras no superaron el entusiasmo inicial de los primeros años. Es que organizarse entre vecinos para mantener de buena manera una huerta no es trabajo fácil, sobre todo por el tiempo que hay que dedicarle diariamente, algo que la gran mayoría de los habitantes de Santiago considera actualmente un bien escaso o simplemente un lujo. Sin embargo, existe también la alternativa de tener un huerto en casa. De esta manera se evitan los desplazamientos para cuidarlo y es posible compartir estas tareas con otros miembros de la familia. Hablamos obviamente de huertos más pequeños que los comunitarios y que pueden desarrollarse en una zona del jardín, en un patio de luz o incluso en un balcón. Al final, lo único que se necesita es tener acceso al agua y que en al menos durante una parte del día la zona elegida reciba luz solar directa. El resto, solo tiempo, algo que durante el pasado 2020 -pandemia y confinamiento mediante- ayudó mucho a que esta actividad viviera una creciente activación.
Durante el encierro
La actriz Francisca Imboden hace ya varios años que disfrutaba de las bondades de tener en su casa un patio con algunos árboles frutales más algunas hierbas aromáticas que solía sembrar durante la primavera para disfrutar luego durante todo el verano. Sin embargo, cuando se suspendió la teleserie que le tocaba grabar a contar de marzo del año pasado, quedó con el tiempo suficiente como para concentrarse en su patio y transformarlo un poco más en huerta. “Yo soy parte de una cooperativa de comercio sustentable, por lo que ya venía pensando en todo esto del consumo y por ese lado tenía la inquietud de la huerta. Entonces, al verme con más tiempo quise dedicarme un poco a esto, con ganas de tener otras cosas más allá de lo que venía teniendo, por ejemplo, tomates, lechugas o albahaca”, cuenta Francisca y agrega que “partí consiguiéndome por trueque algunas semillas y lo primero que salió fueron unas matas de tomate cherry que me han dado todo el año. Por otra parte, la huerta me ayudó también a reciclar porque hice maceteros con algunos envases plásticos que hasta hace poco no recibían en el punto limpio”. Y aunque claramente aquí fue el factor tiempo el que posibilitó el desarrollo de la huerta, la actriz enfatiza que tampoco se trata de un proyecto que requiera tanta atención. “Claro, al principio cuando siembras y no te resulta o cuando te comen las semillas los pájaros, el huerto te quita tiempo. Pero luego cuando vas viendo los frutos la cosa cambia y ahora en estos meses de verano la verdad es que es pura mantención. O sea, un poquito más de tiempo que regar las plantas cada tarde”.
Otro que aprovechó los meses de encierro durante 2020 para armar una huerta en el patio de su casa en La Reina fue el periodista Federico Willoughby. “Me cambié hace unos años a esta casa, pero nunca había cultivado nada. Pero estando en pandemia, con tiempo y con una hija de cuatro años, empecé a pensar en actividades para pasar el tiempo y que ella pudiese también disfrutar o al menos ver o conocer. Y así buscando algo, di con esto de la huerta” cuenta Willoughby, explicando más o menos la cronología de esta aventura: “Primero quise poner un invernadero de esos que venden listos. Después lo pensé bien y opté por una huertera que compré y en la que sembré varias cosas. Pero no germinó casi nada y la verdad es que fue un poco frustrante. Al final salieron unas pocas cosas y también fui comprando almácigos y esos sí crecieron. Así que con el paso de los meses pude tener lechugas, menta, cilantro, tomates, acelgas, algunas hierbas, ajíes, pimientos y hasta unos cebollines que misteriosamente salieron solos”.
En cuanto a las dificultades que aparecen al tener un huerto, Willoughby es claro: “La verdad es que es entretenido y tampoco requiere tanto tiempo, por lo que te diría que el principal obstáculo es la ignorancia de uno en el tema, aunque afortunadamente uno va aprendiendo rápido. De hecho pienso seguir con el huerto, y por eso ahora estoy viendo qué cosas se pueden sembrar en los meses de otoño”. En cuanto al objetivo inicial de la huerta de este periodista, que esta le sirviera al menos de distracción a su hija, la verdad es que se cumplió de diversas formas. “Ella mira el huerto, me acompaña a regar y pregunta cosas. Creo que a larga será bueno que desde niña tenga un huerto en casa, algo que nuestra generación no vivió”, explica Willoughby y comenta entre risas que “en una actividad de su jardín infantil le preguntaron a qué me dedicaba yo y ella dijo que era jardinero”.
Ahora bien, vivir en departamento tampoco es un impedimento para armar un huerto -obviamente pequeño- en el hogar. Al menos esa es la experiencia del peluquero Juan Ruiz, que en su pequeño balcón de la comuna de Providencia desarrolla años tras año diferentes cultivos -en macetas- a partir de los meses de primavera; aunque en 2020 para distraerse en sus días de encierro partió un poco antes. “Este año tengo tomates cherry y corazón de buey, que salieron de unas semillas que me trajeron de Putaendo. Tengo también ají verde, chalotas, albahaca, cilantro y hierba buena. Antes tuve hinojo, que se dieron tan bien que hasta tuve que regalar”, comenta Ruiz, quien también explica que en un balcón pequeño como el suyo, “obviamente hay que poner todo en maceteros pequeños e ir aprovechando bien todos los espacios. Otro tema es el sol, que le tiene que llegar bastante y el resto es solo regar y tener cuidado con los pájaros que muchas veces no solo se comen las semillas, sino que algunos frutos, como el ají verde, que les encanta”.
Grandes planes
Karina Berrier, exsocia de El Bazar de la Fortuna, tuvo bastante tiempo durante el confinamiento obligatorio del año pasado, por lo que decidió tomarse en serio el pequeño huerto que hace más o menos una década tenía en el patio de su casa y que pasaba por temporadas muy productivas y otras de franco abandono. “Tenía el resto del patio con pasto y la verdad es que era una perdida de plata y tiempo regar ese pasto que nunca podía estar realmente verde, así que decidí ampliar la huerta a todo el patio”, cuenta Karina, destacando que además “me metí con todo, investigué y averigüé cómo hacer distintos cultivos, cómo preparar el suelo sin tener que picar demasiado, e incluso puse papas con un método que te permite hacerlo sin que éstas crezcan bajo tierra. Además he usado semillas que he ido consiguiendo o heredando, no como antes que ponía cualquiera. De esta forma he tenido además de las papas, acelgas, todas las hojas de invierno que te puedas imaginar, frutillas, choclos, porotos y habas. Y hemos producido muchos, pero muchos tomates, lo que es muy bueno porque en esta casa los consumimos bastante”.
Los planes de Karina son no detener la producción de su huerta en los meses más fríos, por lo que ya está pensando en los cultivos más adecuados para las estaciones que vienen, aprovechando obviamente de utilizar la experiencia recogida en el 2020. Eso sí, reconoce que una huerta como la que tiene en su casa involucra bastante trabajo. Por lo mismo, las opciones, dice ella, son claras: “Le dedicas cada día una media jornada o involucras a toda la familia para que te dé una mano y todo salga en menos tiempo”.
Álvaro Portugal, socio fundador de la empresa Blue Company, también ha ido agrandando y complejizando su huerto, aunque la historia es larga. “Viví muchos años en una comunidad en Castillo Velasco donde una de sus características es que los patios son chicos. Aun así, decidimos tener un pequeño huerto que lo armamos con un pallet y ahí pudimos hacer crecer lo típico: lechugas, tomates, acelgas, hierbas aromáticas y otras cosas según cada estación”, explica Portugal y continúa: “Pero hace un par de años nos cambiamos de casa y ahora tenemos un patio más grande, por lo que decidimos perseverar y perfeccionar nuestro huerto”. ¿En qué consistió esta nueva etapa? En tener una variedad de cultivos mayor, lo que le permite tener actividad en el huerto todo el año. Además, instaló riego automático, lo que alivia bastante las tareas de mantención. De esta forma ha podido seguir teniendo lo de siempre en cada época del año, pero también darse lujitos como cultivar ajos, pimientos de padrón y hasta frutillas. ¿Su próximo desafío? “Me voy a construir un pequeño invernadero para así ir viendo qué otras cosas puedo cultivar en los meses fríos, hacer injertos o simplemente alargar las temporadas de algunos cultivos”, cuenta entusiasmado Portugal.
¿Para qué un huerto?
Más allá de la entretención que pueda entregar y de haber sido para muchos una ayuda durante los meses de confinamiento, vale la pena preguntar qué busca en el fondo la gente con el hecho de tener un huerto en casa. Digámoslo, pensando en lo que se produce en estos lugares. “Abastecerse completamente con lo que genere tu huerta es una utopía, pero si la trabajas bien, sí puedes apalancarte bastante y solo complementar lo que te falte con algunas compras en el comercio”, cuenta Karina Berrier. Para Francisca Imboden, un huerto “te ayuda a gastar menos plata, sobre todo en meses como los de ahora, en que el ahorro en frutas y verduras puede llegar a la mitad. Además, te sirve para ir aprendiendo de los ciclos de los cultivos y de lo que hay disponible en cada temporada”.
Según Federico Willoughby, hay “cierta fantasía con eso de ser autosustentable y que obviamente no se cumple, pero en tiempos de pandemia se agradece tener estas cosas propias en casa, que también te eviten salir”. Además, agrega el periodista, “que comerse un tomate que tú viste crecer, se siente muy bien”.
En una línea parecida está Álvaro Portugal: “Comer algo recién cosechado es algo inigualable, no se compara con nada que compres, por muy fresco que lo puedas encontrar. Es como un pescado que está sacado recién del mar, que sabe distinto. Bueno, con la huerta es lo mismo y eso es lo que me motivó a tener una, porque ya que no puedo tener un pescado o marisco recién sacado del agua en la cocina de mi casa, sí puedo tener hortalizas recién cosechadas gracias a la huerta”. Pero más allá de las distintas motivaciones que alguien tenga para tener un huerto en casa, algo muy importante es hacer todo lo posible para que esta actividad sea sustentable. Y en ese sentido es fundamental aprovechar todo lo que se produce en un huerto. “Hay que aprender a producir, consumir en temporada y también guardar”, dice el chef Carlo von Mühlenbrock, quien hace diecisiete años tiene un huerto en su casa en Peñalolén -donde además actualmente graba algunos segmentos de su programa Carlo Cocina, vida sustentable (Canal 13 cable)-, por lo que tiene vasta experiencia en el tema y es enfático en señalar que la producción en un huerto debe ser sustentable. “Hay una responsabilidad en consumir lo que uno produce”, sostiene, agregando que por lo mismo hay que hacerse de hábitos como “generar semillas para la temporada que viene, congelar hojas de albahaca para el invierno, hacer mermelada de damasco para todo el año o secar tomates para tener cuando no tengamos frescos, por poner algunos ejemplos”. En síntesis, hay que administrar el huerto de casa, por pequeño que sea, con la lógica del campo de toda vida. Es decir, se aprovecha la abundancia de los tiempos de cosecha y se guarda para los meses menos generosos.