Tal como lo leíste. En el barrio de Brownsville, ubicado en el este de Brooklyn en la ciudad de Nueva York, varias veces al año se realiza un experimento en el que los residentes se vigilan a sí mismos por cinco días, sin que intervenga la policía.
Cuando se hacen llamadas al 911 (el equivalente al 133 de Chile), los agentes redirigen las comunicaciones a los trabajadores de una organización llamada Brownsville In Violence Out, la cual se encarga de atender y disuadir escenarios de delitos menores.
La única excepción es cuando se presentan episodios de gravedad o cuando una víctima exige una detención. Salvo esos casos, los civiles son los encargados de monitorear la seguridad, mientras los policías —camuflados— vigilan sus acciones y permanecen atentos a si necesitan ayuda.
Cómo funciona y cuáles son los objetivos del proyecto sin policías
Una crónica publicada en el New York Times relata una cruda escena en la que un grupo de adolescentes perseguía a una joven de unos 14 años, mientras gritaban insultos y sus claras intenciones de querer golpearla.
A medida que avanzaron por la avenida Pitkin de dicho sector, vieron a un equipo de hombres vestidos con jeans y polerones de colores morados y gris. Al percatarse de su presencia, los adolescentes aminoraron la marcha y se dispersaron, por lo que la joven pudo irse sin ser atrapada ni agredida.
Esos individuos eran miembros de Brownsville In Violence Out, organización que forma parte de la Alianza para la Seguridad de Brownsville, un conglomerado de grupos conformado por representantes vecinales, municipales, policiales y de la oficina del fiscal del condado de Kings.
Mediante sus acciones, los colaboradores han logrado detener desde peleas callejeras hasta conseguir que personas armadas entreguen sus pistolas.
Según dijo al citado medio el ayudante del director del programa, Nyron Campbell, los residentes de la zona les dicen que cuando operan se sienten más seguros y pueden transitar “sin sentir ansiedad”.
“Aunque saben que sí necesitamos policía, es posible que podamos vigilarnos a nosotros mismos”, declaró.
El objetivo es moderar el uso de la fuerza oficial, disminuir la violencia en los barrios y reducir el número de llamadas que reciben los uniformados. Asimismo, la iniciativa se potenció —en gran parte— después de las protestas que desató la muerte de George Floyd a manos de la policía en 2020.
Un contraste de opiniones
Pese a que múltiples residentes afirmaron que se sienten seguros con los colaboradores de Brownsville In Violence Out durante esos periodos de cinco días, dicha opinión no es unánime.
La propietaria de un salón de belleza ubicado en la avenida Pitkin, Lise Pérez, dijo al Times que tiene 26 cámaras alrededor de su local y que trabaja detrás de un mostrador protegido por un grueso tabique de plástico. Para entrar y salir, es necesario que aprete un botón.
“Nadie se siente demasiado seguro en esta zona (...) todos estamos aquí sobreviviendo”, expresó, para luego añadir que la iniciativa no le da “paz”.
En contraposición, una residente de la avenida, Minerva Vitale, manifestó que los esfuerzos son “increíblemente importantes” y que cuando llama a los voluntarios estos “vienen enseguida”.
“¿Crees que no están preparados para esto? Sí, lo están”, añadió.
Por su parte, una de las trabajadoras de Brownsville In Violence Out, Tiffany Burguess, opinó: “Si podemos calmarlos y conseguir que se alejen, ¿cuál es el problema (...) deberían querer eso”.
Qué impacto ha tenido en la delincuencia
Cifras entregadas por el fiscal del distrito de Brooklyn, Eric González, afirman que solo en el primer semestre de 2023 los homicidios cayeron en un 50% y los tiroteos en un 25% al interior de la zona.
Tales resultados han incentivado a que la ciudad de Nueva York se comprometa a aportar 2.1 millones de dólares en los próximos tres años, para así ayudar a las organizaciones que colaboran frecuentemente en la Alianza para la Seguridad.
Al igual que en Brownsville, también se están realizando programas similares en otras partes como Eugene (Oregon), Denver y Rochester (Nueva York), entre otros lugares.
Desde el grupo de reflexión de tendencia izquierdista, Center for American Progress, estiman que con la participación de agentes comunitarios —para resolver problemáticas menores— se podría reducir cerca del 40% de las llamadas a la policía.
Junto con ello, el subinspector policial, Mark Vázquez, manifestó su aprobación al proyecto y calificó la seguridad pública como una “responsabilidad compartida”.