El pasado martes 19 de noviembre, el mandatario de Rusia, Vladimir Putin, anunció cambios en la doctrina nuclear del Kremlin.
Se trata del documento que establece las condiciones bajo las cuales consideraría el uso de armas nucleares.
La nueva actualización manifiesta que Moscú considerará la agresión de cualquier estado no poseedor de armas nucleares, pero con la participación de un país nuclear, como un ataque conjunto a Rusia.
El mismo día del anuncio, las fuerzas ucranianas utilizaron misiles ATACMS de fabricación estadounidense contra la región rusa de Bryansk.
Y, la jornada siguiente, realizaron otra ofensiva contra la región de Kursk, con proyectiles Storm Shadow suministrados por Reino Unido.
Como respuesta, Rusia disparó el jueves 21 un nuevo misil de alcance intermedio, el Oreshnik, hacia la ciudad de Dnipró.
Dicho proyectil tiene la capacidad de transportar ojivas nucleares, aunque en esa instancia, solo usaron explosivos convencionales.
Los recientes acontecimientos se dieron a más de dos años y medio desde que Rusia inició su invasión militar a gran escala en Ucrania, el pasado 24 de febrero de 2022.
Durante el tiempo en que se ha extendido el conflicto, Moscú ha sugerido en distintas oportunidades que podría recurrir a sus armas nucleares.
Un análisis de la Federation of American Scientists (FAS) asegura que, actualmente, el país cuenta con alrededor de 4.380 ojivas nucleares operativas.
De ese número, se estima que alrededor de 1.700 están desplegadas, es decir, listas para ser utilizadas.
A modo de referencia, los países miembros de la OTAN que tienen este tipo de armas, juntos, llegan a un número similar.
Pero aunque algunos expertos occidentales han planteado que varios de los proyectiles que tiene Rusia vienen de la era soviética y que podrían no funcionar óptimamente, un exoficial de las fuerzas nucleares rusas dijo que esos comentarios reflejan una “visión muy simplificada”.
“Puede que haya algunos tipos de armas anticuadas en algunas áreas, pero el país tiene un arsenal nuclear enorme, una gran cantidad de ojivas, incluida una patrulla de combate constante en tierra, mar y aire”.
El exoficial, quien hoy es un desertor del ejército y escapó de Rusia, reveló cómo operan las bases nucleares del país, en una entrevista con la BBC.
Desde el citado medio se refirieron a él como Anton, aunque precisaron que su nombre real fue cambiado, para así evitar potenciales riesgos a su seguridad.
Cómo operan las bases nucleares de Rusia, según un desertor de su ejército
El desertor de las fuerzas nucleares rusas contó que, el día en que Rusia inició su invasión a Ucrania en febrero de 2022, se dio la orden para que su base permaneciera en alerta máxima.
“Antes de eso, solo teníamos ejercicios. Pero el día que comenzó la guerra, las armas estaban completamente preparadas”, dijo.
En palabras de Anton: “Estábamos listos para lanzar a las fuerzas al mar y al aire y, en teoría, llevar a cabo un ataque nuclear”.
La instalación en la que él operaba tiene un carácter ultrasecreto.
Tres días después de que los soldados rusos cruzaran la frontera, Putin confirmó que sus fuerzas de disuasión nuclear recibieron la orden de prepararse para un “modo especial de servicio de combate”.
Según Anton, aquello fue aplicado desde el primer día.
Esa jornada, dijo, su unidad estaba “encerrada dentro de la base” y todo lo que tenían para ver era la televisión estatal rusa.
“No sabía realmente lo que significaba todo eso. Cumplí con mis obligaciones automáticamente. No estábamos combatiendo en la guerra, solo estábamos protegiendo las armas nucleares”.
Afirmó que el estado de alerta se canceló alrededor de dos o tres semanas después.
En cuanto a cómo se definen los efectivos que cumplen con este tipo de labores, dijo que “tienen un proceso de selección muy estricto” y “todos son soldados profesionales, no reclutas”.
“Hay controles constantes y pruebas de detector de mentiras para todos. El salario es mucho más alto y las tropas no son enviadas a la guerra. Están allí para repeler o ejecutar un ataque nuclear”, agregó el exoficial.
Cómo viven los militares dentro de las bases nucleares de Rusia
Anton explicó a la BBC que los uniformados eran sometidos a revisiones estrictas.
De hecho, dijo que él debía encargarse de que los efectivos que estaban bajo su mando “no llevaran ningún teléfono a la base nuclear”.
“Es una sociedad cerrada, no hay extraños allí. Si quieres que tus padres te visiten, tienes que presentar una solicitud al Servicio de Seguridad del FSB (Servicio de Seguridad de Rusia) con tres meses de antelación”, contó el desertor de las fuerzas rusas.
Las labores principales de Anton en la base a la que fue asignado consistían en custodiar las armas nucleares.
Según él, tenían ejercicios constantes de entrenamiento, mientras que el tiempo de reacción de su unidad era “de dos minutos”.
También dijo que se hacen revisiones permanentes para mantener el arsenal nuclear, por lo que las operaciones “nunca se detienen ni un minuto”.
Por qué desertó el oficial del ejército ruso que reveló cómo funcionan las bases nucleares de Putin
El ahora exoficial del ejército ruso afirmó al citado medio que, poco después de que iniciara la invasión a gran escala, recibió una “orden criminal” de parte de sus superiores.
Le ordenaron que hiciera conferencias con pautas específicas a los soldados bajo su mando.
“¡Dijeron que los civiles ucranianos son combatientes y deben ser destruidos!”, aseguró Anton.
“Para mí, eso es una línea roja: es un crimen de guerra. Dije que no difundiré esta propaganda”.
Aquello llevó a que, a modo de castigo, fuese transferido a una brigada de asalto regular en otra parte de Rusia.
Otros desertores rusos consultados por la BBC afirmaron que las unidades de ese tipo son conocidas como “la primera oleada” y que ahí son enviados “los alborotadores” que se oponen a la forma en que el Kremlin lleva la guerra.
Según ellos, los uniformados designados a esos grupos son utilizados como “carne de cañón” en los combates.
Previo a que lo enviaran al frente, Anton firmó una declaración en la que se negaba a participar en la guerra.
Por este motivo, las autoridades abrieron un proceso penal en su contra.
Fue ahí cuando decidió escapar de Rusia, con el apoyo de una organización de voluntarios que ayuda a los desertores que no quieren seguir en las filas rusas.
El exoficial aseguró que “si hubiera huido de la base de las fuerzas nucleares, el servicio de seguridad local del FSB habría reaccionado con decisión y probablemente no habría podido salir del país”.
Sostuvo que el hecho de que antes fuese transferido a una brigada de asalto regular facilitó que pudiera escapar.
Por eso mismo cree que, en su caso, el sistema de autorización de seguridad de alto nivel falló.
Desde la organización que lo ayudó a escapar, Idite Lesom, afirmaron al citado medio que el número de desertores que buscan su ayuda ha aumentado a 350 al mes.
Para resguardarse, Anton dijo que toma precauciones como trabajar “fuera de los registros” y no aparecer “en ningún sistema oficial”.
Comentó que tampoco ha vuelto a hablar con sus amigos de la instalación nuclear, ya que aquello podría hacer que enfrenten riesgos a su seguridad.
Por su parte, desde la Embajada de Rusia en Londres no respondieron a la solicitud de comentarios de la BBC.