Vivimos en una época digital en la que todo se caracteriza por la inmediatez, en actos como revisar las constantes notificaciones en redes sociales o responder los mensajes y correos electrónicos.
Incluso, para muchos el tiempo es tan acotado, que ni siquiera les alcanza para ir al baño a defecar de manera pausada, por lo que postergan su urgencia durante el día para después llegar al hogar en la noche y hacerlo a un ritmo más tranquilo.
Especialistas ya habían advertido que pasar demasiado tiempo sentado en el inodoro puede causar serios problemas para tu salud, pero contenerse mucho rato antes de hacer del dos también tiene sus consecuencias.
Así lo confirmó el gastroenterólogo Martin Veysey en un artículo académico que publicó en The Conversation, en el que alertó sobre los riesgos de aplazar tus idas a defecar.
La frecuencia con la que debes hacer del número dos
El experto afirmó que no existe un tiempo o una cantidad estándar de veces en las que debes defecar al día —debido a que todos los organismos son distintos— , pero sí detalló que hay un método al que puedes recurrir para evaluar si la frecuencia con la que procesas lo ingerido está dentro de los marcos saludables.
Este consiste en tomar un puñado de granos crudos de maíz dulce y tragarlos, para luego buscarlos en los desechos cuando hagas del dos. Según Veysey, deberían estar ahí entre ocho y 24 horas.
De la misma manera, añadió que algunos posibles síntomas de tránsito lento son las ganas repentinas y urgentes de ir al baño, la diarrea y el estreñimiento, mientras que también recalcó la importancia de no postergar las idas al inodoro.
“Aprender a controlar los esfínteres es un paso importante en el desarrollo, pero algunos de nosotros lo llevamos demasiado lejos; descubrimos que a veces podemos hacer que esta necesidad desaparezca temporalmente si la ignoramos durante un rato, porque ahora no nos parece un momento oportuno”, manifestó.
Las consecuencias de contenerse
Entre los riesgos que trae consigo evitar ir al baño cuando se tienen ganas, está la posibilidad de sufrir estreñimiento, dolor abdominal, hinchazón, gases y el desarrollo de hábitos intestinales impredecibles.
Es por esto que el especialista sugiere que nunca hay que retener el impulso por hacer del dos, ya que puede ser especialmente peligroso para quienes tienen un tránsito intestinal largo, debido a que aquello podría relacionarse con diagnósticos como cáncer de intestino, cálculos biliares, pólipos colónicos y hemorroides.
“Adoptar el hábito de aplazar las deposiciones significa que los residuos de los alimentos permanecen en el organismo más tiempo del debido. Su tiempo de tránsito se alarga y su calidad de vida se deteriora”, explicó el gastroenterólogo, para luego añadir que cada persona genera un promedio de seis toneladas de desechos de este tipo antes de morir, una mezcla que “cuanto más tiempo permanezca en nuestro interior, más propensa será a la fermentación y la descomposición”.
Aquello “no solo produce gases, sino también sustancias químicas conocidas como metabolitos, que entran en contacto con el revestimiento intestinal y pueden ser absorbidos”.
Las recomendaciones del experto
Para evitar tales situaciones, Veysey recomendó aumentar la cantidad de fibra y líquidos en la dieta, además de adoptar una rutina de ejercicios físicos y estar atento a las señales del cuerpo.
“Algunas personas recurren incluso a la terapia cognitivo-conductual para mejorar la función intestinal”, dijo. “Y lo más importante: cuando el colon llama, hay que escuchar”.
Cabe destacar que siempre es recomendable visitar a un médico especialista para consultarle acerca de cada caso particular.