Fue el 25 de junio de 2023 cuando un equipo de científicos estadounidenses se encerró por poco más de un año en una réplica de un hábitat de la superficie de Marte, la cual fue impresa en 3D y buscó simular lo más fielmente posible cómo sería estar en el Planeta Rojo.
El experimento se desarrolló en una base de entrenamiento del Centro Espacial Johnson de la NASA, ubicado en Houston (Texas).
Y fueron cuatro voluntarios los que participaron en este operativo: Kelly Haston, Ross Brockwell, Nathan Jones y Anka Selariu.
La primera, quien fue destacada como la comandante de la misión, es médica especializada en el desarrollo de tratamientos con células madre para enfermedades.
Por su parte, Brockwell es ingeniero en diseño, Jones es médico militar y Selariu es microbióloga con experiencia en la Marina de Estados Unidos.
Para participar, debían tener al menos una maestría en ciencias naturales y experiencia en el pilotaje de aviones o haber completado entrenamiento militar, según rescató la BBC.
Además, debieron pasar las pruebas físicas y psicológicas a las que se enfrentan los astronautas profesionales.
De esta manera, lograron quedar seleccionados entre más de 10.000 interesados en obtener una de las cuatro plazas para participar en este experimento.
El sábado 6 de julio se dio por finalizado el “viaje espacial”.
Cuáles fueron los objetivos de la misión
La misión requirió que permanecieran por más de un año en una estructura diseñada para albergar astronautas y a su equipo en Marte.
Durante el proceso, científicos monitorearon de forma remota cómo iban los participantes del experimento.
Junto con ello, les asignaron tareas periódicamente y fueron analizando los datos sobre su salud física y mental.
El principal objetivo de esta misión, precisamente, era estudiar los efectos fisiológicos y psicológicos de los viajes espaciales largos.
La simulación fue parte del programa Crew Health and Performance Exploration Analog (CHAPEA) y los participantes estuvieron todo el tiempo en completo aislamiento, como si hubieran estado realmente fuera de la Tierra.
Según datos rescatados por el citado medio, la estructura tiene una superficie de aproximadamente 160 metros cuadrados.
Los científicos presumen que el método que se utilizó para construirla, la impresión 3D, podría ser una posible forma de fabricar viviendas en Marte, a partir de materiales locales como polvo y arena que se encuentran en el Planeta Rojo.
La jefa del Laboratorio de Rendimiento y Salud Conductual de la NASA en el Centro Espacial Johnson, Suzanne Bell, explicó a la BBC que aunque es imposible replicar completamente las condiciones de Marte en la Tierra, están haciendo todo lo que tienen a su alcance para preparar a las personas que irán en un futuro.
Por esto, los cuatro participantes debieron someterse a desafíos que buscaron parecerse lo más posible a cómo sería un viaje real.
Por ejemplo, durante ese año, consumieron únicamente alimentos que podrían sobrevivir a un vuelo espacial —comida enlatada— y otros que ellos mismos cultivaron en un “invernadero marciano” diseñado para la misión.
Bell aseguró que una de las mayores dificultades es el retraso de las comunicaciones entre Marte y la Tierra.
Para hacerse una idea, cualquier señal enviada entre estos planetas tardaría aproximadamente unos 22 minutos en llegar a su receptor.
En otras palabras, para hacer una pregunta y recibir una respuesta, se requerirían casi 45 minutos.
Como es de esperar, aquello se traduce en que los viajeros deben ser capaces de resolver distintos problemas que se puedan presentar, sin la estricta necesidad de contar con el apoyo del centro de control en todo momento.
Para simular esas situaciones, el experimento incluyó fallos repentinos y complicaciones que podrían ocurrir en un viaje real a Marte.
Se espera que esta misión contribuya a desarrollar nuevas tecnologías y herramientas para entrenar astronautas.
No obstante, hay facciones más críticas que resaltan que los viajes con humanos al Planeta Rojo serán excesivamente costosos y arriesgados para los tripulantes.
De hecho, algunos sugieren que esas mismas misiones podrían hacerse con robots.
En este sentido, el director científico del Instituto de Investigación Espacial y vicepresidente de la Academia de Ciencias de Rusia, Lev Zeleny, dijo al citado medio que esta misión no responde a cómo se puede transportar personas a Marte de forma segura.
Asimismo, hizo hincapié en que todavía no existen soluciones técnicas para proteger a los astronautas de niveles tan altos de radiación.
A raíz de esas dudas, Zeleny duda de qué tan necesarios sean estos “entrenamientos marcianos”.